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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

miércoles, 30 de mayo de 2018

Tunti Caceres

José Miguel Soto Jiménez
Tunti Cáceres Michel, el héroe
SANTO DOMINGO.- A Tunti lo escogió el destino con el dedo inequívoco y atávico de la herencia. El asunto no era solo que tenia serie 54, que era nativo de Estancia Nueva, Moca, la Villa Heroica. Que apenas tenía 22 años, la edad esa irreflexiva donde se tiene fuerza para enderezar todos los caminos y subir la loma, escalar cualquier montaña por empinada que fuese.
El tiempo justo para involucrarse en cualquier proyecto peligroso. El periodo idóneo, para afrontar el reto, despreciar la vida y entrotarse en la aventura. La cosa no era que fue hijo de Luis Manuel Cáceres y Octavia Michel, sobrino de Aida la esposa de Antonio de la Maza, quien lo quería como a su propio hijo.
La cuestión no era solo que era valiente, audaz, osado, bien parecido, habilidoso, resistente, que le gustara la velocidad cuando conducía automóviles, que le hubiese gustado quizás ser piloto o cosmonauta.
Amar, besar, casarse, tener hijos, nietos como él, poblar la patria. El asunto era que fue nieto de su abuelo y eso para muestra, basta y sobra.
Después, todo lo demás fue circunstancial, coyuntural, lógico, comprensivo, necesario, heroico y trágico. La admiración, el respeto, la confianza, el afecto por el tío político, quien feroz masculla improperios y desquites ancestrales.
El secreto mortal y poderoso fermentando en los pormenores de su juventud, macerando y exprimiendo graves decisiones preteridas, postergadas por demasiado tiempo. Antonio de la Maza de poco hablar, rumiando rencores allá en Restauración, en sus cortes de madera, mientras Tunti de vacaciones lo veía entre el bosque y el cielo azul de la frontera. El capitán retirado sacándole filo al hierro mortal de la venganza y el muchacho velando su pedazo de heroicidad como un soldado.
Estar con el tío y con la historia en el momento grande. Valía la pena involucrarse, inmiscuirse, nacer para eso, conjurarse. Conjugarse en primera persona con la intención de “descojonar” al “Perínclito Varón de San Cristobal”, “jugarse la más vieja”, “arriesgar el pellejo”, poner en juego la que no repolla, la que se pierde inevitablemente para siempre. Pensar tan solo en “esa maldita vaina”
Cruzarle a uno por la mente “esa fuñenda”. Domesticar los calambres tremebundos y telúricos del miedo y los temores. Perder el sentido común, la cordura. Proponérselo uno, imaginárselo una y otra vez. Soñar con eso, vivir en sobresalto con ese asunto en la recámara y en la conciencia nueva. Al borde del abismo. Al borde exacto de ti mismo. Al borde de la verdad y los presentimientos. Caminando a tientas sobre el filo de todas las navajas.
Visualizándose uno rompiéndole la crisma al “Padre de la Patria Nueva”. A “ese gallo de Quisqueya que es de pura calidad”. Viéndose en el espejo de todos los demás. La hazaña de contri buir a tumbar a un gobierno más viejo que uno mismo. Irse de paseo frente al parque, “para joder el parto”, con la americana abierta.
Tararear una canción cualquiera con las manos en los bolsillos. Usar la goma de mascar, fumarse un cigarrillo. S e n t a r s e donde el chino con un primo. Tomarse la cerveza Presidente “tipo Pilsener” que sin darnos cuenta insinúa la presencia del turpén, mientras la “fría” misma, cómplice de la intención, estando “ceniza” te ayuda a imaginarte al “Benefactor de la Patria” vuelto una gran “sica”.
Porque nadie ha podido. Porque nadie ha sabido. Porque nadie se ha atrevido. Y esos merengues del “carajo” recordándotelo, sacándotelo en cara. Echándote la culpa sin querer. Enrostrándote tu inactividad, tu indiferencia, tu cara de yo no fui. Ufanándose en tu mismo rostro de su inmortalidad. Riéndose de tu pasividad, de la aparente ingenuidad de “pino nuevo”, de tu complicidad aparente y esas “vainas incomprensibles del destino”.
Burlándose de tus dudas, de los consejos. Porque no es fácil arriesgar las delicias de la juventud para comprometerse con la muerte, aunque la gloria esté de por medio, aunque la lealtad te lo demande.
Mientras en cualquier esquina una estatua del mismo hombre te saca la lengua contrilengua y hasta en tu propia casa, una foto suya con aire de comparon, te dice “pendejo, pendejo”, a que “no te atreves para que te jodas”, y tú quieres responderle cualquier cosa como si te oyera, o mandarlo al “carajo”, pero te controlas, para no joder “la vaina”, para no estropear la cosa, para no soltar prendas antes de tiempo y no echarlo a perder todo. Más por el tío que por otra cosa.
Porque desde que mataron a Tavito, Antonio no piensa en otra cosa que no sea en eso mismo, y él, que de seguro lo acompañara en lo que fuera necesario, y está dispuesto a secundarlo, acompañarlo, a conjurar sus ilusiones con la sangre sin pensar en consecuencias.
Solo porque si, porque es tan poderoso el trato, y porque el afecto es un buen camino para apostarlo todo, sin reflexionar en nada. Como si de eso se tratara, como si eso bastara para acabar la obra añejada del odio, la repuesta y el rencor. Ponerle fin a la violencia con la violencia misma. El supremo recurso, el sagrado instrumento.
Matar por la vida. Vivir por y para la libertad. Seguir la presa. Seguir las viejas huellas del oprobio, cobrar las deudas de la sangre. Desmontar la rutina, montarse en ella. Trashumar todas sus veredas.
Esperar, asechar, husmear, sentir la presa en tus latidos. Desesperar, creer, tener fe, ser apasionado, apasionarse, cruzar el rio, gastar el reloj, sudar la paciencia, agotar la fatiga, domar los nervios y aprestarse a la caza, como si el cazador por necesidad tuviera ese compromiso ineludible con la juventud, la dignidad, el coraje y la vergüenza.

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