Franklin Vasquez
Economista.
Hurgando en la historia económica de República Dominicana, se puede colegir que la concepción monopólica del Estado, el gobierno y la economía nacional, fue un marcado distintivo de la denominada era de Trujillo. Esta visión monopólica, sin embargo, no se basó solo en medidas arbitrarias del régimen, sino también en acciones aparentemente legales que buscaron, y lo lograron, legitimar determinados procesos, mecanismos e instrumentos de dominación trujillista.
En efecto, desde la promulgación de una Ley de Emergencias en el 1933, hasta la creación de la Ley de Defensa del Azúcar en el 1957, se estableció en casi todo el país un marco legal que fue esquematizando lo que algunos estudiosos han identificado como un sistema capitalista particularizado.
Otro rasgo característico del período trujillista, fue la explotación y utilización del nacionalismo como elemento ideológico, así como la visión de progreso que generaba en la población las inversiones públicas que realizaba. A esto se añadía la manipulación mediática constante, y el uso del sistema educativo como instrumento de dominación, convirtiendo la “cartilla de alfabetización en un verdadero monumento contra el comunismo y un himno de alabanza al régimen trujillista”.
Pero donde más se visualiza el sistema capitalista particularizado instaurado por el Dictador, es en la gestión empresarial que se hacía del Estado y el gobierno. Así, el impulso masivo a la actividad agropecuaria, el proceso de industrialización en las zonas urbanas, así como el fomento de la actividad financiera y comercial a través de la creación del Banco de Reservas, Banco Agrícola y Banco Central, constituyeron todo un marco de políticas que generaba la idea de expansión y progreso de la sociedad dominicana.
Obviamente, la lógica trujillista partía del hecho y la convicción de que la acumulación de capital, originaria o no, era un elemento vital para la sostenibilidad del régimen y para la concepción depredadora del Estado del grupo familiar. Mientras más rico fuera el país, mayores posibilidades de engrosar las arcas privadas de los Trujillo; de ahí el carácter desarrollista que se vendPero con Trujillo, al igual que con todo lo que está bajo sol, sucedió lo de siempre: “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”. Por eso, puede usted hacer lo que quiera como funcionario, diputado, senador, alcalde o regidor. Más tarde o más temprano, usted, como Trujillo, formará parte de lo que el viento se llevó, por más sistema capitalista que haya particularizado, y por más fortuna que haya acumulado.ía tanto a lo interno como en el extranjero.
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