Por Aquiles Julián
Hace 53 años, el 30 de mayo del 1961, un grupo de valientes, con arrojo y determinación, ajusticiaron a la peor alimaña que este país ha tenido: el tirano Chapitas Trujillo, alias El Chivo.
La mayoría de los que que asumieron el decoro que nos faltaba a casi todos los dominicanos, que escogimos humillarnos y ser serviles frente a la crueldad criminal de Trujillo y su banda de malhechores (formada al amparo de la soldadesca yanki y luego con la cretina permisividad de Horacio Vázquez al que terminó por despojar del puesto), pagaron caro el liberarnos del tirano: fueron cazados, torturados y asesinados. Sus familias, despojadas, escarnecidas, acosadas. Fueron meses temibles, terribles, porque estos hombres y sus colaboradores acometieron la mayor hazaña patriótica del todo el siglo XX y la única que alcanzó el éxito: ajusticiar a Chapitas Trujillo, el ridículo tiranuelo dominicano, dado a las pompas y a los uniformes glamorosos.
Los nombres de estos héroes: Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Amado García Guerrero, Ángel Severo Cabral, Miguel Ángel Báez Díaz, Antonio Imbert Barrera, Luis Amiama Tio, Tunti Cáceres, Huascar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, Salvador Estrella Sadhalá y Modesto Díaz Quezada, junto a otros valientes como lo fueron Flérida Yabra, Lorenzo Berry, Gianni Vicini, Miguel Ángel Bissié, Antonio García Vásquez, Manuel de Ovín Filpo, entre otros, merecen preservarse como ejemplo de civismo y responsabilidad y enaltecerse.
Mucho, demasiado, les debemos.
Fueron ellos, no otros, los que pusieron sus vidas en juego para redimirnos de la abyección y el ultraje.
Y la mayoría pagó con sus vidas y las vidas de familiares inocentes incluso. Hasta simples servidores ajenos a la trama fueron asesinados por los trujillistas en su retaliación por haberle ajusticiado a su "jefe".
Hoy, 53 años después de la gesta heroica del 30 de Mayo, nos corresponde asumir la continuidad del propósito libertario y democratizador que insufló la acción patriótica.
Sobre todo hoy, que los trujillistas en su último estertor se reorganizan con el espúreo propósito de reinstalar la tiranía en el país a través del Ramfito de Segunda Mano, el estafador que timó al Estado dominicano con US$6 millones de dólares a través del Banco Nacional de la Vivienda, BNV, vendiéndole la idea de que un banco australiano iba a invertir un billón de dólares en un programa de viviendas de bajo costo en RD, estafa que han ocultado al país esperando que los años la hagan injuzgable.
Ese estafador es el que promueven los trujillistas y su cohorte de descendientes de torturadores, esbirros, asesinos y lacayos sin honor y sin pudor.
Nada mejor que este mes, el mes de la libertad, para ponernos de pie y mostrar la real catadura moral de esa basura humana.
La mayoría de los que que asumieron el decoro que nos faltaba a casi todos los dominicanos, que escogimos humillarnos y ser serviles frente a la crueldad criminal de Trujillo y su banda de malhechores (formada al amparo de la soldadesca yanki y luego con la cretina permisividad de Horacio Vázquez al que terminó por despojar del puesto), pagaron caro el liberarnos del tirano: fueron cazados, torturados y asesinados. Sus familias, despojadas, escarnecidas, acosadas. Fueron meses temibles, terribles, porque estos hombres y sus colaboradores acometieron la mayor hazaña patriótica del todo el siglo XX y la única que alcanzó el éxito: ajusticiar a Chapitas Trujillo, el ridículo tiranuelo dominicano, dado a las pompas y a los uniformes glamorosos.
Los nombres de estos héroes: Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Amado García Guerrero, Ángel Severo Cabral, Miguel Ángel Báez Díaz, Antonio Imbert Barrera, Luis Amiama Tio, Tunti Cáceres, Huascar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, Salvador Estrella Sadhalá y Modesto Díaz Quezada, junto a otros valientes como lo fueron Flérida Yabra, Lorenzo Berry, Gianni Vicini, Miguel Ángel Bissié, Antonio García Vásquez, Manuel de Ovín Filpo, entre otros, merecen preservarse como ejemplo de civismo y responsabilidad y enaltecerse.
Mucho, demasiado, les debemos.
Fueron ellos, no otros, los que pusieron sus vidas en juego para redimirnos de la abyección y el ultraje.
Y la mayoría pagó con sus vidas y las vidas de familiares inocentes incluso. Hasta simples servidores ajenos a la trama fueron asesinados por los trujillistas en su retaliación por haberle ajusticiado a su "jefe".
Hoy, 53 años después de la gesta heroica del 30 de Mayo, nos corresponde asumir la continuidad del propósito libertario y democratizador que insufló la acción patriótica.
Sobre todo hoy, que los trujillistas en su último estertor se reorganizan con el espúreo propósito de reinstalar la tiranía en el país a través del Ramfito de Segunda Mano, el estafador que timó al Estado dominicano con US$6 millones de dólares a través del Banco Nacional de la Vivienda, BNV, vendiéndole la idea de que un banco australiano iba a invertir un billón de dólares en un programa de viviendas de bajo costo en RD, estafa que han ocultado al país esperando que los años la hagan injuzgable.
Ese estafador es el que promueven los trujillistas y su cohorte de descendientes de torturadores, esbirros, asesinos y lacayos sin honor y sin pudor.
Nada mejor que este mes, el mes de la libertad, para ponernos de pie y mostrar la real catadura moral de esa basura humana.
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