Schmidt sabía de los horrores que cometían
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BERLIN.- El gobierno del entonces canciller alemán Helmut Schmidt “simpatizó” con la última dictadura militar argentina (1976-1983) y no presionó lo suficiente para aclarar sus crímenes, según documentos difundidos ayer por el semanario “Der Spiegel”.
Las actas recientemente desclasificadas por el Ministerio de Exteriores alemán y consultadas por la revista incluyen varias pruebas de que el gobierno de Schmidt (1974-1982) “conocía los horrores (perpetrados por la dictadura) y calló”.
Como ejemplo, “Der Spiegel” cita al entonces embajador alemán en Buenos Aires, Jörg Kastl, considerando la toma de poder por parte de Rafael Videla como “el único camino posible”.
El entonces secretario de Estado de Exteriores alemán, Karl Mörsch, sostuvo que los militares argentinos no eran “dictadores cínicos”, según el informe.
También el responsable del Ministerio de Exteriores para Latinoamérica, Karl-Alexander Hampe, aparece citado en el artículo asegurando que el Gobierno alemán estaba “interesado en la continuidad de Videla”.
El canciller socialdemócrata Schmidt declaró públicamente que el respeto a los derechos humanos y la protección de los alemanes en Argentina eran “una prioridad”.
Sin embargo, según publicó “Der Spiegel”, a nivel interno el gobierno alemán se guió por la postura de Hampe: “nuestra intervención en la cuestión de los derechos humanos no debe ir tan lejos como para provocar un perjuicio duradero a la relación argentino-germana”.
La dictadura argentina dejó un saldo de hasta 30.000 desaparecidos, según las estimaciones de organizaciones de derechos humanos. Entre ellos se encontraban al menos 74 víctimas alemanas o de raíz alemana, según las actas consultadas por el semanario germano. (
Las actas recientemente desclasificadas por el Ministerio de Exteriores alemán y consultadas por la revista incluyen varias pruebas de que el gobierno de Schmidt (1974-1982) “conocía los horrores (perpetrados por la dictadura) y calló”.
Como ejemplo, “Der Spiegel” cita al entonces embajador alemán en Buenos Aires, Jörg Kastl, considerando la toma de poder por parte de Rafael Videla como “el único camino posible”.
El entonces secretario de Estado de Exteriores alemán, Karl Mörsch, sostuvo que los militares argentinos no eran “dictadores cínicos”, según el informe.
También el responsable del Ministerio de Exteriores para Latinoamérica, Karl-Alexander Hampe, aparece citado en el artículo asegurando que el Gobierno alemán estaba “interesado en la continuidad de Videla”.
El canciller socialdemócrata Schmidt declaró públicamente que el respeto a los derechos humanos y la protección de los alemanes en Argentina eran “una prioridad”.
Sin embargo, según publicó “Der Spiegel”, a nivel interno el gobierno alemán se guió por la postura de Hampe: “nuestra intervención en la cuestión de los derechos humanos no debe ir tan lejos como para provocar un perjuicio duradero a la relación argentino-germana”.
La dictadura argentina dejó un saldo de hasta 30.000 desaparecidos, según las estimaciones de organizaciones de derechos humanos. Entre ellos se encontraban al menos 74 víctimas alemanas o de raíz alemana, según las actas consultadas por el semanario germano. (
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