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lunes, 19 de mayo de 2014

Baltasar Garzón: “El corporativismo judicial es el peor cáncer de una democracia”

En la clausura del VI Curso de la Escuela de Ciudadanos ante más de setecientas personas
“Aún no ha habido un punto de inflexión y arrastramos una sensación de impunidad desde la dictadura”

“Volvería a hacer lo mismo muchas veces más”La Comarca 17/05/2014 Manzanares

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Baltasar Garzón abogó en Manzanares por estructuras de participación activa de los ciudadanos para defender sus derechos y criticó el corporativismo judicial, que calificó como “el peor cáncer de una democracia”. Fue ante más de setecientas personas en la clausura del VI Curso de la Escuela de Ciudadanos, una conversación pública junto al catedrático y escritor Luis García Montero en la que el exmagistrado de la Audiencia Nacional habló de la “casta” de jueces, del poder e independencia judicial, de reparación de las víctimas, memoria histórica y jurisdicción penal internacional.

Con el título “Los derechos de los ciudadanos”, Garzón no defraudó a quienes acudieron el viernes al castillo de Pilas Bonas y llenaron su salón principal e incluso siguieron el acto desde el patio de la fortaleza a través de una pantalla. Entre los asistentes estuvo la fiscal de la Audiencia Nacional, Dolores Delgado, que trabajó durante años junto a Garzón en importantes operaciones judiciales.

Baltasar Garzón dijo que en la España democrática siempre ha defendido la independencia del poder judicial. Expuso lo paradójico que resulta que la credibilidad de la justicia esté bajo mínimos en las encuestas mientras muchos creen en la independencia de los jueces gracias a los avances logrados tras la dictadura. “Había jueces y fiscales proactivos frente a los hechos criminales y otros con horarios muy determinados; unos que iban a investigar sin esperar, y otros que esperaban las cosas viendo cómo les crecía la barriga”. Y es que, según Garzón, hay dos tipos de jueces: “los activos y los pancistas”.

“Que te puedas enfrentar a un hecho que afecte a determinados políticos o grandes estructuras no significa más que estás cumpliendo con tu trabajo y que estás prestando un servicio público”, indicó el exmagistrado, que hizo hincapié en esa vocación de servicio público, en ser independientes y demostrarlo a pesar de las presiones. “Es normal tenerlas. Si te pueden joder, te joden cuando tocas las narices a tanta gente”, afirmó. Por ello planteó la necesaria protección del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), “que tiene que hacer una labor fundamental, la de defender la independencia de los jueces y de los propios organismos de los jueces”.


Aunque se pueda pensar que cada uno elige a los suyos, Garzón defendió la elección parlamentaria de los vocales del Consejo General del Poder Judicial. “La responsabilidad no es solo de los parlamentarios, es de quienes una vez que son elegidos siguen unas directrices que no son legales, por lo que la responsabilidad es compartida”. El ex magistrado dijo echarse a temblar cuando oye a la derecha pedir que sean elegidos por los propios jueces. “El corporativismo judicial es el peor cáncer de una democracia. Lo que quiero es que haya participación plural en el gobierno de los jueces, que los jueces rindan cuentas, sean evaluados y cumplan como deben”, añadió en la Escuela de Ciudadanos que se celebra en Manzanares.

La “casta” de jueces

En su conversación con Luis García Montero, Garzón recordó cómo llegó a la judicatura, cómo su promoción fue la primera que prometió la Constitución a finales de 1980 y, considerada “gente extraña”, entró en lo que hasta entonces era un círculo “muy cerrado” que era una especie de “casta” con familias completas de jueces, fiscales y notarios, que no podían relacionarse con el pueblo para no perder la imparcialidad, pero que sí podían hacerlo con la élite, con las llamadas fuerzas vivas. “No había una conciencia de que el juez tenía que estar en el pueblo, que era parte del pueblo”, dijo el jurista jienense.

Junto a los jueces que llegaron con intención de cambiar las cosas, en la carrera judicial siguieron quienes juraron los principios fundamentales del Movimiento y aún ejercen sin haber jurado o prometido la Carta Magna. Garzón echa en falta ese gesto simbólico en nuestro país. O que ocurra como el pasado septiembre en Chile, donde 40 años después del golpe de Pinochet, la Corte Suprema y la Asociación Nacional de Magistrados pidieron perdón a los ciudadanos y a las víctimas del dictador por no haber hecho todo lo que debían. “En España eso aún no se ha producido, no ha habido ese punto de inflexión. Esa sensación de impunidad que traemos arrastrada desde la dictadura para esos hechos tan graves, creo que nos transversaliza a todos en una conciencia de la impunidad que nos ha llevado durante décadas hasta donde estamos. Las cosas no suceden por casualidad”, afirmó al respecto.

Memoria histórica

La memoria histórica y la reparación de las víctimas acaparó también parte del discurso del ex juez Garzón. Con más de 150.000 personas que siguen desaparecidas 75 años después de la Guerra Civil española, expuso que aún hay quienes siguen cuestionando la existencia de víctimas franquistas. “Mientras tanta corrupción deja vacías las arcas, para lo único que no hay dinero es para dignificarnos”.

Lo paradójico es que esto ocurre en España, un país al que la jurisdicción internacional permitió actuar contra los dictadores y torturadores de Argentina y Chile, países donde los centros de genocidio se han convertido en centros de la memoria que acogen organismos de derechos humanos y donde acuden los colegios para conocer qué ocurrió allí. “Eso no se ha hecho aquí con la dictadura franquista”, explicó Garzón, que lamentó cómo la única asignatura que había en los colegios para educar en derechos humanos fue eliminada por la religión. y con la única asignatura que había para educar en derechos humanos se elimina por la religión.

La gran prioridad de Garzón como juez fue la defensa de las víctimas, reconoció en Manzanares, donde también reiteró su desacuerdo con los juicios a los que fue sometido, entre ellos por las escuchas a los implicados en la trama Gürtel, y por el que quedó inhabilitado durante once años. “Opté por el respeto al sistema judicial y por defenderme, aunque me sirvió de poco”, señaló el jurista, que reconoció que volvería a hacer lo mismo muchas veces más y criticó la decisión del Tribunal Supremo, “porque incluso el Supremo se puede equivocar”. Por ello dijo que hay que pelear por una idea de justicia ágil, progresista, amparadora de derechos, que proteja a los ciudadanos.

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