Algunos ven a Daniel Ortega como un dictador

Ortega dictador

 

Por: Jorge Gavarrete Maglione

“El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. (Lord Acton).

Mientras el pueblo celebraba las tradiciones marianas y navideñas, Ortega se decretó la reelección vitalicia por mayoría simple, tirando al basurero nuestra Constitución Política. Lo que nos aguarda en el 2014 es su abierta declaración de dictadura, de desprecio total por las luchas del pueblo nicaragüense hacia una república constitucional, libre y democrática.

El empresariado, los profesionales y el pueblo nicaragüense hacemos patria todos los días avanzando en la vida con talento, esfuerzo y esperanza. La economía crece gracias a la apertura de mercados, oportunidad aprovechada por el sector privado y la mano de obra nicaragüense que sigue siendo más barata que otros países de la región, lo que ha permitido desarrollar el sector maquila.

Los empresarios nicaragüenses fuera del país también generan empleo, y el pueblo que ha tenido que emigrar para trabajar en Estados Unidos y Costa Rica envía más de quinientos millones de dólares al año a sus familiares en Nicaragua. La primera fuente de divisas.

Pero a diferencia del sector privado y del pueblo, la política nicaragüense no pudo evolucionar de los prepotentes clanes militares y del clientelismo salvaje hacia una democracia institucionalizada que represente los diversos sectores políticos y sociales. La clase política nicaragüense se degeneró otra vez, y el tumor de ese cáncer político es el actual dictador que quiere imponer a nuestro pueblo el chavismo fascista que hizo de Venezuela el país más corrupto y violento de Latinoamérica.

Muchos siguen “haciéndose los locos”, ya sea engañados por el populismo, por los supuestos canales interoceánicos, o creyendo que esta dictadura no afecta a las empresas o al pueblo. Prepárense entonces para ver otra vez a sus familias divididas, a los esbirros de Ortega saquear nuestras instituciones, a ser expropiados con la excusa del Canal, a ver los productores de café y otros rubros dejar caer sus cultivos. Prepárense para un Estado quebrado y endeudado. Prepárense para más ilegalidad, más descaro de fraudes electorales y un parlamento vacío de virtudes y patriotismo.

Y el pueblo que se prepare para más desempleo, pobreza, emigración y para la resistencia callejera, si es este el mismo pueblo que derrocó a Somoza, el mismo que trabaja y produce, el mismo que deja ponerse a los dictadores para luego botarlos. (Este parece ser nuestro deporte además del beisbol). Si es este el mismo pueblo, el dictador puede estar seguro que el pueblo que hoy calla es el que resistirá y luchará por su libertad y democracia.

Si es este el mismo pueblo, la única vía que se vislumbra en el pequeño instante que brinda el rayo en la oscuridad es el camino de la resistencia política, civil no violenta y si se requiere, armada. Lo que espera en silencio al pueblo en su futuro es el fantasma de otra guerra civil. Una guerra que hoy nadie desea porque el pueblo aprendió a perdonar sus diferencias ideológicas. Pero el pueblo de Nicaragua podrá haber aprendido de su pasado, no así el actual dictador.

Evento tras evento Ortega toma de nuevo las riendas del caballo de Anastasio Somoza, llevando a Nicaragua a otra noche negra en su historia. Pero de ese mismo caballo lo botará el pueblo, la primavera nicaragüense se dará cuando el bosque del norte se mueva luchando sin parar hasta celebrar elecciones libres. Porque la historia de Nicaragua ha demostrado que el destino de todos sus alucinados dictadores, desde Walker a Ortega es ser derrocados. El autor es ingeniero.