Jose Rafael Paula Sosa
Una estudiosa y feminista puertorriqueña revela un
testimonio del esbirro del Servicio de Inteligencia Militar (SIM),
teniente Vìctor Alicio Peña Rivera, en el cual se indica que el
dictador Rafael Leonidas Trujillo, ordenó directamente el asesinato de
las tres hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal.
Ada Alvarez, en una investigaciòn para su doctorado que ha elaborado en Puerto Rico, cita a Miguel Aquino
García, en su libro Tres heroínas y un tirano. Santo Domingo : UNICA, 1997, que recoje el testimonio de Peña Rivera, quien dice textualmente como se expuso el plan de exterminio de las tres mujeres:":
"Vengo de parte del ministro de las
Fuerzas Armadas, General Román, para que dispongas el traslado a Puerto Plata
de los esposos de las Hermanas Mirabal, la justificación del traslado será el
descubrimiento de armas clandestinas dirigidas al movimiento que ellos
encabezan, la idea es que ellos nos ayuden a determinar si las personas
apresadas las pueden identificar como miembros del movimiento, una vez
terminado esto les puedes decir que serán regresados a Salcedo de nuevo. Una
vez trasladados les prepararás una emboscada en la carretera a las Hermanas Mirabal,
deben morir y se simulará un accidente automovilístico, ese es el deseo del
jefe" (Aquino García 1997)
Ada Alvares, en su reconstrucciòn de los hechos dice que al día
siguiente el cabo de la Policía
Nacional Ciriaco de La Rosa llegó
a los
cuarteles del SIM en Santiago para cumplir con el plan, solicitó cuatro
agentes
y un vehículo para conformar el escuadrón de acción, Peña Rivera asignó
a Alfonso Cruz Valerio, Emilio estrada Malleta, Néstor Antonio Pérez
Terrero, y Ramón Emilio Rojas Lora. El 18 de
noviembre el escuadrón regresó sin cumplir la orden alegando que las
hermanas
Mirabal viajaban con niños, el 22 de noviembre regresaron de nuevo
alegando las
mismas causas, pero el 25 de noviembre se pudo comprobar que en esa
visita no
andaban con niños sino con un chofer quien fuera Rufino de la Cruz y otra de sus hermanas (Patria)
quien se unió de casualidad a última hora al viaje y fue asesinada también. Tras
despedirse de sus respectivos maridos, en el patio de la fortaleza, las tres mujeres y el chofer,
salieron rumbo a Salcedo. Ya fuera de Puerto Plata,
el jeep se
desplazaba por la carretera y al llegar al puente de “Marapica” fueron detenidos por cuatro
hombres que bloquearon el puente.
Indica que existen
dos versiones sobre el asesinato. Una en la que dicen que ahí mismo las
separaron una de las otras, las asfixiaron y luego les dieron con objetos para
entrarlas al carro en el que andaban y tirarlas por un puente (Aquino García 1997). Y otra versión, (Herrera Mora 2008) que
alega que las tres mujeres fueron obligadas, a punta de pistola,
a subirse al asiento trasero del vehículo de los agentes, mientras tres de
éstos se montaban con el chofer en el jeep, dirigiéndose hacia La Cumbre donde
estaba la casa, en la que les esperaba el capitán Peña Rivera para darles las
instrucciones finales.
Los dos vehículos entraron
al patio de la casa. En esta versión de los hechos, las hermanas tuvieron
más tiempo antes de su muerte y se señala directamente a los encargados de
ejecutar la orden. Se dice que las hermanas y el chofer
fueron llevados a la fuerza por los sicarios dentro
de la casa. De inmediato Peña Rivera hizo una señal a de la Rosa para se retiraran a una habitación lejana de la casa. Repartieron las
hermanas entre sus otros tres compañeros que debían ejecutar el plan y
obtuvieron pañuelos para ahorcar a las Mirabal y a Rufino.
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