Editorial El Caribe
22/12/2012 12:00 AM - Redacción
Diciembre, un mes para la vida, para la amistad, para celebrar la
Natividad de Jesús, para compartir con alegría, a veces se torna
nostálgico para algunos. Y por momento, triste, sobre todo si en
cualquiera de sus días tenemos recuerdos que nos hacen evocar el dolor, y
con el mismo, el sacrificio.
Para las generaciones algo añejas con vocaciones democráticas,
resulta difícil olvidar aquellos días de diciembre de 1963, y en
particular, cuando un grupo de jóvenes idealistas, que creían en una
Nación donde prevaleciera la justicia, la libertad y se respetaran los
derechos, cayeron asesinados.
Esas aspiraciones que encarnaban los hombres del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, continuadores de las epopeyas contra la tiranía trujillista, se vieron gravemente frustradas con el derrocamiento al gobierno constitucional de Juan Bosch, lo que llevó a Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y sus compañeros a levantarse en armas contra el gobierno negador de aquellas aspiraciones, cuyos jefes habían destruido el sueño democrático que se empezó a construir en 1963.
Han pasado los años y sus sueños siguen vivos. Una larga lucha que no termina, que echó raíces con la fundación de la República, y que ha tenido continuadores.
Y es que la vida nos enseña que alcanzar las máximas aspiraciones de justicia y paz conlleva un proceso de avances y caídas, progresos y retrocesos.
Manolo Tavárez y sus compañeros tienen que ser recordados como lo que fueron. Héroes de la lucha por la justicia social. Con razón, el Congreso lo declaró “Héroe Nacional”, durante la administración del presidente Leonel Fernández, en 2004.
Si bien deploramos cómo esa pléyade de hombres buenos cayó, porque todavía estuviesen aportando al país, debemos conformarnos con que sus nobles ideales no mueren. Y en consecuencia, debemos recordarlos con el espíritu con que invocamos a Jesús, que es de redención y alegría, y reafirmar el compromiso con una República Dominicana donde se pueda vivir con dignidad.
Esas aspiraciones que encarnaban los hombres del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, continuadores de las epopeyas contra la tiranía trujillista, se vieron gravemente frustradas con el derrocamiento al gobierno constitucional de Juan Bosch, lo que llevó a Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y sus compañeros a levantarse en armas contra el gobierno negador de aquellas aspiraciones, cuyos jefes habían destruido el sueño democrático que se empezó a construir en 1963.
Han pasado los años y sus sueños siguen vivos. Una larga lucha que no termina, que echó raíces con la fundación de la República, y que ha tenido continuadores.
Y es que la vida nos enseña que alcanzar las máximas aspiraciones de justicia y paz conlleva un proceso de avances y caídas, progresos y retrocesos.
Manolo Tavárez y sus compañeros tienen que ser recordados como lo que fueron. Héroes de la lucha por la justicia social. Con razón, el Congreso lo declaró “Héroe Nacional”, durante la administración del presidente Leonel Fernández, en 2004.
Si bien deploramos cómo esa pléyade de hombres buenos cayó, porque todavía estuviesen aportando al país, debemos conformarnos con que sus nobles ideales no mueren. Y en consecuencia, debemos recordarlos con el espíritu con que invocamos a Jesús, que es de redención y alegría, y reafirmar el compromiso con una República Dominicana donde se pueda vivir con dignidad.
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