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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

martes, 28 de mayo de 2019

La sala Trujillo (y 2)

Trujillo 1952.jpg

A la cárcel va todo el resto. Mario y Bolívar de la Maza serían asesinados en la fortaleza de La Vega en la noche del 31 de mayo. Un viejo servidor de Juan Tomás, su barbero, y otros serían asesinados en “La 40” y “El 9”, junto a algunos inocentes.
Continúo con los apuntes de Eduardo Antonio García Vásquez:
“Una noticia angustiosa
...Dos semanas antes del 30 de Mayo, me llama desde Santiago el señor Miguel A. Santelises –Pilo Santelises– y llevándome al fondo del corredor o galería de su casa, me dice, –quiero que sepas que te llevo confianza y sé lo que eres para Antonio de la Maza. Antonio está muerto, aquí ha pasado algo grave. Mira, el jefe me ha preguntado qué hace De la Maza (Antonio tenía meses viviendo prácticamente en la capital y había procurado la complacencia de amigos médicos para excusar su estadía), que si yo sé si está en los aserraderos, y que le han denunciado que ese joven malagradecido está conspirando. Al Jefe le debo mucho pero Antonio es un hijo para mí... Ve enseguida a la capital y dile que yo no quiero saber lo que esté haciendo, pero que se salve, de momento que aparente otra cosa, que se vaya a los aserraderos por algunos días y que vuelva a la capital cuando tenga necesidad u obligación solo por el tiempo necesario, pero tú vas y lo traes... A Trujillo se le ha metido la duda y Antonio se muere de momento.
En efecto, pasé a la capital desde la casa misma de Pilo, luego de procurar en La Vega a Ernesto de la Maza, y Antonio fue a la frontera con el propósito de estarse allí hasta el próximo martes, pero su hija Lourdes caería enferma con un ataque de hepatitis y tendría que regresar en domingo o lunes a Santo Domingo.
Un homenaje al honor y la decencia
Muerto Trujillo, pero fracasado el plan por una serie de circunstancias que hoy podrían ser aclaradas al través de una sana comprensión y voluntad, Imbert y Amiama encuentran asilo seguro y salvan la vida; Amado García Guerrero, perseguido de cerca, acorralado, vende cara la suya como todos los valientes; Antonio de la Maza y Juan Tomás Díaz, luego de pasar cuatro días en una casa amiga que no puede cubrirles más y de despedir a Salvador Estrella y al Dr. Marcelino Vélez Santana, quienes junto a ellos se habían ocultado, se lanzan a la calle y caen, afirmando con su sacrificio la vergüenza de los grandes.
A la cárcel va todo el resto. Mario y Bolívar de la Maza serían asesinados en la fortaleza de La Vega en la noche del 31 de mayo. Un viejo servidor de Juan Tomás, su barbero, y otros serían asesinados en “La 40” y “El 9”, junto a algunos inocentes. En ceba de venganza irían rindiendo sus vidas Juan Tomás Díaz Astacio, Miguel Ángel Báez Perelló, Pablo Antonio de la Maza (Pirolo).
Aquí cabe un alto para recoger un capítulo que no debe olvidarse.
Vicente de la Maza y Ramfis Trujillo
La noche del 4 de junio, como lo venía haciendo desde el día 2, Ramfis hace su aparición en las cámaras subterráneas de “El 9”, rodeado de su leal oficialidad y de sus sicarios predilectos. (Antonio de la Maza acababa de ser muerto). Ramfis se llega junto a la celda en donde se encuentra Don Vicente, quién, tirado en el suelo descansaba su cabeza sobre mis muslos, y llama, –Vicente de la Maza–. Y repite nuevamente el nombre.
No recuerdo si Carlos Vélez o quién, le toca a Don Vicente y le dice, –le llaman–... Don Vicente se levanta y yo junto con él... Estamos cerca de las rejas, a la puerta donde se encuentra Ramfis, quien le pregunta, –¿es usted Vicente de la Maza?–. Y sin esperar contestación, le dice, –su hijo Antonio acaba de morir de cuatro balazos en el pecho–... Para cortar la escena, digo, este señor es sordo. A lo que replica Ramfis, –dígaselo al oído.
Se separa de la puerta aquel monstruo de cinismo, unos dos o tres pasos, y ordena traer a su presencia a Pablo Antonio de la Maza Vásquez. Se le trae lo que quedaba de aquel mozo fuerte y joven, y con la misma insolencia, la misma vanidad, la misma estampa del padre ajusticiado, le dice a aquella criatura que ya había dejado de ser, –su hermano Antonio acaba de morir de cuatro balazos en el pecho... Usted morirá mañana–.
Y así fue, pero, mientras, aferrado a los hierros de la puerta de la celda, se levantaba la figura de aquel hombre de 83 años (él y mi padre eran los prisioneros de mayor edad), que ya había renunciado a sus hijos.
Me lo afirma el día miércoles de la semana inicial de mayo, primera vez que llevé a Mario de la Maza a Santo Domingo, diciéndome, –dile a Antonio que ya están todos mis hijos, que se cuide de no fracasar, que se mueran todos pero que no fracase–.
Y dice, –llamen al general Trujillo, que yo también tengo que decirle algo–. Y lo repite una segunda vez con voz firme y desafiante. Su mirada estaba más allá de la vida y de la muerte y se le leía el peso del honor con el que iba a aplastar al símbolo de lo despreciable.
Pero cumplida su bajeza, Ramfis daba la espalda y salía de aquella cámara de crímenes y de terror.”

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