luego, incluyendo mujeres y niños. Muchos de estos se vieron colgados con puntas de bayoneta, en aquel denominado "corte", eso no es nacionalismo, más bien es un hecho de lesa humanidad.
Y el antihaitianismo paraba en sus ingenios, la mayoría de sus empleados allí eran nacionales haitianos. Por lo demás Sra. Mustelier estamos de acuerdo con usted.
Las series estamos seguros pudieran ser igualmente comerciales enfocándose en el aspecto histórico de manera más profunda y dándole más veracidad a la historia al incluir los acentos verdaderos del país de origen donde se escenifica el argumento . De todos modos, aunque han enfocado a Trujillo como un pene con dos piernas en lo que va de serie, ayuda a la conciencia de muchos jóvenes que vean que este personaje fue un gran malvado capaz de cualquier cosa, como fue la realidad y así crear cierta conciencia educativa que muchos quieren por su ausencia hoy aprovechar para tergiversar los hechos y presentar al dictador como un dechado de virtudes y no como el cruel gobernante que supo venderse como lo mejor, sumiendo al país en una vergüenza mundial por sus torturas, crímenes, escándalos, monopolios comerciales personales, desinformar y engañar al país con sus logros que en todas las demás naciones del área fueron antes. Castrar más de una generación en pensamiento y dejar un 85 % de analfabetismo y una pobreza tan grande, que cantidad de personas andaban sin zapatos, solo con soletas de cuero vistiendo sus pies.
28 de septiembre de 2014 - 12:10 am
Para argumentos históricos es ideal la asesoría de un historiador, y si es de historia dominicana, se necesitaba un historiador dominicano que tenemos excelentes en el país; aunque con una básica exploración en internet, hubieran evitado tantos desaciertos.
Indignación es lo que sentí con el primer capítulo de la serie televisiva El Chivo, estrenada el pasado martes 23 de septiembre por UniMás, de Univisión. Esta cooproducción de las grandes cadenas Producciones RTI de Colombia y la Mexicana Televisaanuncia, desde ese fallido inicio, una imagen caricaturesca de uno de los episodios más cruento de la historia dominicana y latinoamericana.
Me incomodó el generalizado acento mexicano y colombiano de los actores. Molestó a mis oídos un cha-cha-chá utilizado como tema musical, pero no más que la interpretación de Quizás, quizás, quizás para iniciar una fiesta en el Palacio Presidencial, es de perogrullo el afianzamiento de “El Jefe” al Merengue, utilizado como propaganda y símbolo del Régimen “(…)el dictador llevó el ritmo a los grandes salones porque había sido excluido de algunos centros de la alta sociedad donde la música popular dominicana tenía las puertas cerradas, por lo que lo promovió como una forma de vengarse del agravio recibido”.
En vídeos promocionales de El Chivo hasta una Ranchera escuché. A los desaciertos se añade, el cuadro de un pintor mexicano regalado a un Presidente que era extremadamente nacionalista; así como ver a un Trujillo y a un pueblo dominicano caucásicos. Y eso sin hablar de algunas incoherencias históricas pues presentan a Trujillo como un ladrón de ganado y no como el guardia de la Academia de Haina que era. En ese primer capítulo hasta hubo incoherencias dramatúrgicas pues se ve a Rafael Leonidas (por cierto casi nunca mencionan Leonidas sino solamente Rafael Trujillo), se ve a Trujillo matando al “dictador de la época, Eusebio Porras” y luego aparece una manifestación tres jóvenes contra el Presidente porque “las elecciones fueron fraudulentas” y no se vieron elecciones por parte. Horacio Vázquez, Estrella Ureña y La 42, brillaron por su ausencia.
Este no apego a los hechos históricos pudieeera tener cierta justificación por ser una obra de ficción, basada en la novela La fiesta de El Chivo, de Vargas Llosa. Sin embargo, eso entra en franca contradicción con la publicidad, pues ha sido anunciada como “La historia de un dictador abusivo de la República Dominicana”. Ni esa serie es histórica, ni abusivo es el calificativo idóneo para desginar a uno de los más sangrientos dictadores de América Latina.
Fueron muchos los dictadores abusivos de la historia política de nuestro país pero como la Rafael Leonidas Trujillo ¡Ninguno! Creo, podrían haberla publicitado como una versión libre para la television, de la novela de Vargas Llosa; lo cuál no les quitaría responsabilidad sobre determinados recursos técnicos como la música y todos los actores y actrices mexicanos, colombianos y dos peruanos que aunque con buenas actuaciones como las del actor mexicano Julio Bracho y la colombiana Eileen Moreno, sin embargo, distorcionan completamente la dominicanidad.
Y no voy a referirme a los exteriores que ni uno es dominicano pues fue grabada en Baranquilla y en diversos puntos de la costa atlántica de Colombia. Sé que se necesita un buen presupuesto para grabar en otro país, aunque esas grandes cadenas de television no creo tengan problemas de presupuesto.
El punto es que no puedo entender que con los excelentes actores y actrices que tenemos en el país, ni RTI niTelevisa debieron permitirse dejar de contratar a artistas dominicanos. Me gustó La Viuda Negra porque refleja el drama de un pueblo, su acento, sus constumbres. No se puede descontextualizar. Hay que ser muy cuidadosos a la hora de representar etapas de la historia y la identidad de un pueblo. No me imagino a nosotros haciendo series sobre el Cartel de Medellín y si se hiceran, habría que partir de una muy profunda investigación.
Eso es, precisamente, lo que considero faltó aquí: un elemental proceso de investigación sociocultural. Es loable que las televisoras dejen de exacerbar los temas del narcotráfico, la historia de Nuestra América tiene temas maravillosos, pero hay que investigar. La investigación histórico-cultural es de rigor, en estos casos. Y es que estas dos importantes cadenas de television (RTI-Televisa) al incursionar en contenidos de carácter histórico, aún cuando hagan versión de una novela, no pueden perder de vista que seguirá siendo un tema histórico -y éste en particular duele demasiado a dominicanos y dominicanas-. Es un trozo esencial de la historia de un pueblo, de una nación, y no puede festinarse. Para argumentos históricos es ideal la asesoría de un historiador, y si es de historia dominicana, se necesitaba un historiador dominicano que tenemos excelentes en el país; aunque con una básica exploración en internet, hubieran evitado tantos desaciertos.
Mientras mis hijos se estrellaban de una risa burlona, yo sentía ofendida mi dominicanidad, este sentido de pertenencia a lo dominicano que llevo dentro, a mi cultura dominicana, a una historia que es mucho más profunda, hondamente dolorosa y patriótica que todos los capítulos juntos de una serie de television.
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