29 de septiembre de 2014 - 12:09 am -
Tenemos que desentronizar esta triada tan terrible (Corrupción+Impunidad+Inmunidad); que nos hace menos seres humanos y que genera un Capital Social negativo y menos Cohesión Social, afectando nuestra calidad de vida y el bienestar de cada uno de nosotros.
Tenemos que otear de manera sistemática lo que se viene dando en la sociedad dominicana, con respecto a dos monstruos que no permiten desdibujar la corrupción: la Inmunidad y la Impunidad. Escrutar de manera firme ésta pésima realidad nos permitirá combatir el Estado orate que hoy nos calcina.
Las elites políticas y empresariales están osificadas, lo que los lleva a tener una falta de compromiso genuino con la democracia; en donde solo piensan en sus intereses corporativos más allá del concierto de la sociedad. No hay nada más penoso y triste para una sociedad que la corrupción; sin embargo, la Inmunidad y la Impunidad constituyen el río caudaloso que le permite a ésta navegar sin tropiezos en una lancha especial. La Impunidad es la ausencia de castigos. La Inmunidad es una imperfección, una deficiencia, una lacra institucional que crea personajes más allá de todo mecanismo institucional.
La Inmunidad es exoneración, protección, es un estado invulnerable de una persona que lo coloca por encima del bien y del mal y donde la persona no está al alcance del control social. Los aparatos coercitivos del Estado no se hicieron para ellos, más allá del comportamiento desviado que hayan realizado, más allá del delito penal en que incurrieron.
La categoría Inmunidad, desde la perspectiva sociológica, sugiere que ésta significa una profundización en el daño en detrimento del cuerpo social. La Impunidad, como dijera una vez Baltazar Garzón, es “la madre de la prepotencia”. Para nosotros, la Inmunidad es el arquetipo del poder corrupto, del poder distorsionado, del poder sobredimensionado; más allá del armazón legal en que descansa el Estado. La Inmunidad, es por decirlo así, la pontífice de la alteridad, del amodorramiento de una sociedad.
La corrupción es putrefacción. Es un reflejo del grado de descomposición de una sociedad. Sin embargo, ésta puede originarse por causas biológicas, psicológicas y sociológicas. En cambio, la Inmunidad y la Impunidad expresan el contenido real del alcance institucional y de la internalización del comportamiento ético/moral de los actores involucrados. La banalización con que se aborda la problemática de la corrupción en Dominicana lo recrea todo, en el campo del Capital Social y de la Identidad cultural.
Desde 1996 el Estado dominicano con el apoyo de organismos internacionales, realizó las más grandes y vertiginosas reformas jurídicas, en la construcción de leyes de control y fiscalización para una mayor transparencia y rendición de cuentas. Una verdadera plataforma legal. Encontramos: Ley Orgánica del Presupuesto; la Ley de Compras y Contrataciones Públicas; la Ley de Libre Acceso a la Información Pública; la Ley de Contraloría; la Ley de Crédito Público; la Dirección General de Impuestos Internos; la Ley de Función Pública; la Ley del Sistema de Gestión Financiera; La Estrategia Nacional de Desarrollo; la Ley de Inversión Pública; los Ministerios de Planificación, Economía y Desarrollo y de Hacienda.
En ese interregno de las plataformas legales es que más creció la corrupción desde la fundación del Estado dominicano en el 1844. Las reglas institucionales son necesarias, pero no suficientes; sobre todo, cuando impera la Inmunidad y la Impunidad; cuando los individuos actúan por encima del aparato del Estado y de la sociedad.
¿Por qué creció tanto la corrupción en el espacio 2004-2012? En un país pequeño, todo el mundo se conoce y por el efecto de contagio y la ostentación de los pioneros, los demás, sabedores de que no les iba a pasar nada, democratizaron y expandieron la corrupción, dado que los mecanismos de control social estaban ausentes y, en consecuencia, la Inmunidad y la Impunidad invitaban a seguir ese flagelo que se constituyó en nuestro tejido social en un fenómeno social, porque afecta a los ciudadanos, sobre todo, a los más vulnerables que representan el 75% de la población.
La corrupción es a la sociedad lo que el cáncer significa para el cuerpo humano. La Inmunidad y la Impunidad son el mal de Parkinson y el Alzheimer en el cuerpo social dominicano. Como nos decía Joseph Conrad: “Es extraordinario como pasamos por la vida con los ojos entrecerrados, los oídos entorpecidos, los pensamientos aletargados”
Si en 1996 el entonces candidato a la presidencia Leonel Fernández señalaba que la corrupción significaba RD$30,000 Millones de Pesos, para entonces el presupuesto de ese año fue de RD$24,297,446 y el ejecutado de RD$24,722 Millones, para un 102%. Hoy, el presupuesto es de RD$613,000 Mil Millones de Pesos, trescientas veces más con respecto al 1996.
Tenemos que desentronizar esta triada tan terrible (Corrupción+Impunidad+Inmunidad); que nos hace menos seres humanos y que genera un Capital Social negativo y menos Cohesión Social, afectando nuestra calidad de vida y el bienestar de cada uno de nosotros.
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