Una distribución del ingreso más equitativa ha contribuido a mitigar la violencia en algunas localidades de Latinoamérica, de acuerdo a una investigación
ROBERT VALLS Buenos Aires 3 SEP 2014 - 19:56 CEST6
Dicen que no todos los auges son buenos. Latinoamérica enfrenta la aparente paradoja de haber sostenido un boom económico y, al mismo tiempo, una creciente ola de crimen y violencia, que la ha convertido en una de las regiones más inseguras del mundo.
Mientras que en la década de los años 2000, los homicidios cayeron a nivel mundial en un 50 por ciento, en nuestra región, por el contrario,éstos aumentaron. Curiosamente, en ese mismo período la mayoría de países latinoamericanos experimentaron una sustantiva expansión de sus economías y reducciones significativas de la pobreza, además de otros avances sociales.
¿Quiere decir, entonces, que es errado pensar que mejores condiciones económicas resultan en menos crimen?
Un grupo de investigadores del Banco Mundial se propuso contestar esta pregunta armados con baterías de datos y herramientas estadísticas. En un análisis de más de 2.000 municipalidades en México, los expertos encontraron que esa premisa es correcta, y que localidades con menos desigualdad tienen, en efecto, menos tasas de crimen.
Hernan Winkler, economista y uno de los autores de la investigación, analiza en esta entrevista qué relación existe entre desigualdad y violencia, y cuáles son las estrategias económicas más efectivas para combatir la escalada de crimen en la región.
Pregunta: Se habla de narcotráfico, bolsas de pobreza... ¿se debería hablar de desigualdad para explicar la ola de crimen y violencia que azota a Latinoamérica?
Respuesta: Para explicar el creciente número de homicidios en la región no podemos ceñirnos solamente a una causa. La desigualdad es importante pero no es el único factor. De hecho, el crimen y la violencia aumentaron en Latinoamérica al mismo tiempo que se reducían las desigualdades, hecho que sugiere que existen otros factores más determinantes. Lo que nuestras investigaciones para México indican es que una distribución del ingreso más equitativa ha contribuido a mitigar la violencia a nivel municipal. Es decir, la desigualdad social a nivel local puede explicar por qué algunas municipalidades sufren más los efectos del narcotráfico que otras.
P: Entonces, ¿cuál es la relación entre violencia y desigualdad social?
R: Por un lado, algunas teorías sugieren que la desigualdad genera una sensación de injusticia entre las personas en desventaja que les lleva a buscar una compensación por otros medios, incluyendo actividades criminales. Por otro lado, la actividad criminal también se puede explicar por un análisis costo-beneficio; cuanto más escasas sean las oportunidades económicas para los más pobres y mayor sea la brecha de ingreso entre pobres y ricos, los beneficios económicos de crímenes como robos o secuestros –que muchas veces terminan en homicidios- tienden a ser mayores. Un detalle interesante es que la desigualdad provoca un aumento del crimen incluso cuando comparamos municipalidades que han tenido la misma evolución de la tasa de pobreza. Es decir, un aumento en la desigualdad debido a que los ricos se vuelven más ricos (y no a un aumento en el porcentaje de pobres) es lo que ha contribuido a incrementar la tasa de homicidios en algunos municipios de México.
P: Teniendo en cuenta los altos niveles de desigualdad en Latinoamérica, ¿Hay razones para creer que en el futuro se incrementará el crimen y la violencia en la región?
R: Como mencioné anteriormente, la ola de crimen y violencia en Latinoamérica estuvo acompañada por una reducción histórica de los niveles de desigualdad desde el año 2000. En este contexto, nuestros resultados sugerirían que el aumento de la violencia podría haber sido incluso mayor si la región no hubiera experimentado semejante reducción en la desigualdad. La evolución del crimen en la región dependerá no solo de las condiciones socioeconómicas de los latinoamericanos, sino también de otros factores como la efectividad de las estrategias para combatir al narcotráfico y evitar el reclutamiento de jóvenes en actividades ilegales, por ejemplo.
P: ¿Qué estrategias deberían aplicarse para reducir los niveles de violencia en la región?
R: En primer lugar, es importante que los gobiernos consigan consolidar los logros alcanzados en la última década en cuanto a reducción de la pobreza, desigualdad y desempleo. Para esto es fundamental seguir promoviendo el crecimiento económico y la implementación de políticas sociales para asistir a los hogares más vulnerables. En este sentido, es necesario mantener a los jóvenes en el mercado laboral y reducir los niveles de deserción escolar en la educación secundaria en algunos países para evitar que los adolescentes corran el riesgo de involucrarse en actividades delictivas. También es útil aprender de la experiencia de los países desarrollados. Si bien no se ha podido identificar cual ha sido el factor más importante para explicar la caída del crimen, el uso de nuevas tecnologías por parte de las fuerzas de seguridad parece haber reducido significativamente la violencia en algunas grandes ciudades. Por último, existen ejemplos de programas exitosos en Brasil y Colombia, donde una mayor coordinación y cooperación entre policía y habitantes de barrios peligrosos han contribuido a reducir significativamente la delincuencia.
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