SANTO DOMINGO. Es muy recordada en la República Dominicana la historia de la matanza de los haitianos del 1937, dispuesta por Rafael Leónidas Trujillo, pero no suele evocarse que el mismo tirano oficializó la entrega a su homólogo Sténio Vincent de parte del territorio nacional, con lo que el país perdió a San Rafael de la Angostura, San Miguel de la Atalaya, Hincha y Las Caobas, demarcaciones ocupadas paulatina y pacíficamente por los vecinos.
Esos asentamientos causaron muchas discusiones, que se prolongaron desde los años 60 del siglo XIX hasta el 21 de enero de 1929, cuando fue firmado el acuerdo de los límites, por los presidentes Horacio Vázquez, dominicano, y Louis Bornó, haitiano, mediante el cual el país concedió cuatro mil kilómetros cuadrados y Haití se asumió como dueño de casi un 10% del territorio nacional, fijado por el Tratado de Aranjuez de 1777, que reconoció la ocupación de parte de la isla de Santo Domingo por parte de los franceses.
En el libro “Historia de la República Dominicana, Volumen 2”, Bernardo Vega escribió que después de su primer encuentro en 1933, Trujillo y Vincent discutieron el tema fronterizo y sobre los desterrados políticos, “llegando a un acuerdo tácito, un quid pro quo secreto, por medio del cual Vincent se comprometía a no permitir la estancia de nuevos exiliados y a expulsar a los que quedaban a cambio de que Trujillo cediese territorios que, según el Tratado de 1929, eran dominicanos”.
Finalmente, el 14 abril de 1936 los cófrades ratificaron el acuerdo de 1929 para darle vigencia y reafirmar la necesidad de construir la Carretera Internacional desde Bánica hasta Restauración que serviría de límite fronterizo y que el río Artibonito fuera la línea limítrofe de los dos países.
El ensayista Manuel Núñez ha escrito que el tratado de 1929 significó para los dominicanos la primera gran derrota, luego de que los haitianos ocuparan Capotillo, Hincha, donde nació el general Pedro Santana, Las Caobas, San Miguel de la Atalaya y Rancho Mateo.
Recordó que desde una época anterior se había decidido que el Lago del Fondo (Azuey) que, en la linde de Aranjuez, figuraba compartido por ambos países, quedara exclusivamente en manos de Haití.
“El 22 de enero de 1929, los dominicanos se despertaron con un territorio brutalmente amputado. Habiendo llegado al siglo XX, con más de 53.000 km², tras refrendar el Tratado de 1929 para ponerle punto final a una situación absolutamente inaceptable para la soberanía nacional, quedamos confinados en unas fronteras imprecisas que, en ese momento, rondaba los 49,000km²”, enfatizó Núñez.
De acuerdo a Fabio Herrera-Minino, ese convenio suscrito por Trujillo, “aprobando el despojo definitivo del territorio, quedó como una espina en el cerebro del dictador dominicano, quien por los roces fronterizos en la zona de Dajabón, y en octubre de 1937 ordenó el exterminio, con el uso de machetes y cuchillos, de miles de haitianos residentes en la Línea Noroeste”.
Mapa interactivo del territorio cedido por Trujillo a Vincent en 1929
Amistad de Trujillo y Vincent
El “perínclito” de San Cristóbal mantuvo con su coetáneo Vincent una cálida amistad, que los llevó a promover en círculos internacionales la candidatura de ambos para la obtención del Premio Nobel de la Paz.
Núñez rememora que, a comienzos de 1930, cuando Trujillo asciende a la Presidencia, las relaciones entre los dominicanos y los haitianos eran de buena vecindad y que 13 de marzo de 1933, el gobernante creó el comité de las relaciones culturales dominico-haitianas, presidido por Manuel de J. Troncoso, al cual fueron incorporados Ramón Lovatón, Federico Llaverías, Enrique de Marchena, Julio Ortega Frier y Pedro Henríquez Ureña, Trujillo y Vincent, los dos últimos como presidentes de honor.
Enfatiza que desde aquellos momentos se habían iniciado las conversaciones para la delimitación definitiva de la frontera, inconclusa en el tratado de 1929.
“A comienzos de 1934, la Comisión de Delimitación nombrada por el Presidente comenzó los trabajos. El 2 de noviembre Trujillo se presentó en Puerto Príncipe e hizo un importante donativo para la construcción de casas para los obreros haitianos, al Comité Olímpico y a los asilos y hospitales de Puerto Príncipe, agrega.
Las demostraciones de amistad de Trujillo y Vincent eran frecuentes. El haitiano designó una calle de Puerto Príncipe con el nombre del dominicano y el 1 de marzo de 1935, el extranjero estuvo en el balneario La Toma, de San Cristóbal, y Trujillo lo agasajó en su mansión. Al día siguiente, el criollo lo acompañó hasta Fundación.
Posteriormente, el 22 de diciembre de 1935, el comité dominicano de la Corte de Arbitraje de La Habana dio su voto para que Trujillo y Vincent recibieran el Premio Nobel de la Paz en 1936, otorgado después al argentino Carlos Saavedra Lamas.
Luego, el 9 de marzo de 1936 fue concluida la delimitación fronteriza, iniciada en el tratado del 1929, y Trujillo y Vincent recibieron honores militares en Puerto Príncipe.
El Jefe también “había entregado a Haití el Valle de la Miel y las prolongaciones de Capotillo, un territorio tan extenso como podía serlo la isla de Martinica”, escribió Núñez, quien señala que las operaciones expansionistas haitianas les causaron a los dominicanos la pérdida de 5,600 km² del territorio de la línea de Aranjuez.
“A partir de entonces, la soberanía de Haití se ejercerá plenamente en 27.750 km2 y los dominicanos terminaríamos con 48.448 km2. Los libros de geografía de comienzos de la Era de Trujillo hablaban de 50.000 km². Esos límites fueron completamente desvanecidos por la nueva realidad”, aseguró.
El antes y el después en el mapa
La matanza del 1937
Las buenas relaciones personales y las alianzas políticas entre Trujillo y Vincent no impidieron que el dominicano ordenara la matanza de haitianos del 1937, sobre la que han corrido torrentes de tinta en ambos lados de la isla y en el exterior.
Por el genocidio, “zanjado” a través de las relaciones diplomáticas, el tirano no terminó de pagar una indemnización de US$250,000 que acordó con el presidente Vincent, de acuerdo a lo expresado por Virgilio Álvarez Pina, antiguo colaborador del dictador, en su libro “Era de Trujillo, narraciones de don Cucho”.
El gobernante Vincent
Vincent ocupó la Presidencia haitiana en octubre de 1930, tras ser escogido por una asamblea nacional. Se graduó en la escuela de leyes a la edad de 18 años y fue elegido en 1915 jefe de la Cámara de Diputados de Haití.
Hizo una campaña nacionalista para alcanzar la Presidencia, basada en su fiera oposición a la ocupación americana de Haití, que se mantuvo desde 1915 a 1934.
Vincent disfrutó de una relación de cooperación y soporte financiero, sustentada por el gobierno de Trujillo, con el que empezó a relacionarse tempranamente, al punto de que el primer viaje al exterior que hizo el sátrapa fue para reunirse con él en Juana Méndez, Haití en 1933, según Vega.
La matanza del 1937 causó protestas en Puerto Príncipe de parte de sectores muy irritados por el hecho y la reacción de Vincent, quien en 1938 negoció una compensación de parte del gobierno trujillista para indemnizar a los familiares de los fallecidos.
En 1941, Vincent dimitió y ocupó la Presidencia Élie Lescot, quien había sido embajador de Haití en República Dominicana.
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