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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

jueves, 18 de octubre de 2018

América Latina ha sido un nido de dictadores

Flavio Restrepo Gómez


“Todo el estudio de los políticos se emplea
En cubrir el rostro a la mentira
Para que parezca verdad
disimulando el engaño y disfrazando los designios”.
Diego de Saavedra Fajardo
Fulgencio Batista, Fidel y Raúl Castro en Cuba; Carlos Castillo Armas y Jorge Ubico en Guatemala; Alfredo Stroessner en Paraguay; Juan María Bordaberry, Alberto Demicheli, Gregorio Álvarez y Aparicio Méndez en Uruguay; Roberto Viola, Leopoldo Galtieri, Reynaldo Bignone y Rafael Videla en Argentina; Hugo Banzer en Bolivia; Augusto Pinochet en Chile; Turcio Carías Andino en Honduras; Francisco Morales Bermúdez y Juan Alvarado en Perú; Gustavo Rojas Pinilla en Colombia; Guillermo Rodríguez Lara en Ecuador; Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; François Duvalier en Haití; Humberto Branco, Artur Da Costa e Silva, Emilio Garrastazu Médici, Ernesto Geisel y Joao Baptista Figuereido en Brasil; Anastasio Somoza y Daniel Ortega en Nicaragua, Manuel Noriega en Panamá; Marco Pérez Jiménez, Hugo Rafael Chávez Frías y Nicolás Maduro en Venezuela; Porfirio Díaz en México. Esos son una pequeña y deshonrosa lista de horror de los dictadores que hemos tenido en Latinoamérica, construyendo una bien ganada fama de repúblicas bananeras y subdesarrolladas.
Pero disimulados, aunque con características de dictadores también, han sido entre otros Néstor y Cristina Kirchner en Argentina; Alberto Fujimori en Perú y Álvaro Uribe en Colombia. Como si eso fuera poco, se perfila el psicópata Bolsonaro en Brasil. Democracias de mentiras, que esconden dictaduras de verdad. Estados que rinden culto a la personalidad de los que se convierten en “salvadores mesiánicos”, a los que siguen con furor, como autómatas, absolutamente convencidos de su idolatría, trabajados con disimulo, al mejor etilo de “Naranja Mecánica”, película que fue obra maestra, en la que se planteó la verdadera naturaleza de la maldad. 
No podemos evitar pensar en las consecuencias funestas para el mundo, de las crisis de liderazgo que se adueñaron de todo, en cada país, como si estuviéramos asistiendo a la reedición de la época de la colonización, con personas que fungen de reyezuelos, rodeados de bufones y cortesanos, con una gran masa, la población civil, convertida en la que paga los platos rotos de estas tiranías solapadas, con las que se eliminan las libertades, se irrespeta la democracia y se hace un viaje en reversa, para llevarnos a un pasado que no queremos vivir, pero que parecemos irremediablemente condenados a repetir.
Los que se promocionaron como progresistas, esos vendedores de humo, son los farsantes de la política, que prometieron hacerla limpia, “El que la hace la paga”, nos demuestran con sus actos que no la pagarán sus seguidores, que la persecución hipócrita al que piensa distinto, será solapadamente elaborada para hacer la posibilidad de la libertad todos los días más difícil, una libertad que no parece querer ser de todos, sino acaparada por minorías clasistas de tipo económico, social, o emergentes y delincuentes adinerados, que mueven todos los hilos, para hacer que las diferencias sean todos los días más grandes, pero peor, que sean más notorias, para que quede claro quiénes son los que mandan y a quienes hay que obedecer.
Algún día, y lejano no esté, si esto continúa con tanto furor, si esta algarabía de vivos y vividores se prolonga en el tiempo, sin que les importe la situación de los colombianos sin poder, entraremos en el camino que conduce a la desobediencia civil; ese en el que las mayorías cansadas de ser manipuladas se atrevan a enfrentar el régimen, para demostrar que el verdadero poder está en el pueblo, en las manos de esa población que es la que sufre las consecuencias de todos los desvaríos y festines políticos, en los que se roban con descaro la esperanza de las nuevas generaciones, condenando a una sociedad entera a vivir en medio de grandes dificultades, sin posibilidades de levantar las manos, sin ser sometidos al escarmiento y al castigo, con los que esos tiranos, acaparadores del poder, suelen acallar las voces de los que piden justicia, reclaman equidad o solicitan igualdad de oportunidades. 
La justicia, uno de los pilares fundamentales del trípode sobre el cual se levanta nuestro andamiaje como nación, ha sido politizada en extremo, pero además ha sido satanizada cuando no cumple con los mandados de los dueños del poder. Solo el día en que tengamos unos jueces con la dignidad suficiente de pararse altivos y orgullosos sobre el valor de su independencia, tendremos la realidad de un país en el que la justicia pueda ser nuevamente ciega y el fiel de la balanza no se incline, pagando favorcillos políticos o retribuyendo encomiendas.
Los pueblos se merecen los gobernantes que tienen, pero los gobernantes que tenemos, no tienen el derecho a manipular a su antojo todo, para beneficiarse a sí mismos, a sus amigos y áulicos, en detrimento de la mayoría anónima y sin voz, a la que acorralaron sin que les importe algo.
Tenemos que levantarnos y hacer valer nuestros derechos, o estaremos sometidos a ser los que mantienen ese nido de raposas que nos gobiernan.


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