El panorama post-electoral en la República Dominicana da a entender que este es un país que no está preparado para el proceso de votos electorales digitales, que aún lo análogo es lo que inspira confianza, que los conteos manuales siguen siendo tan indispensables como los primeros hechos el 20 de diciembre de 1962, tras la funesta dictadura de 31 años de Rafael Leonidas Trujillo.
Algo tan básico como lo ha sido un proceso de primarias electorales a nivel nacional, ha sido tan accidentado y cuestionado que sencillamente evidencia inmadurez por parte de una sociedad incapaz de mantener el ritmo de la modernidad y sensatez. No importa que una gran cantidad de la ciudadanía está en sintonía y apruebe las tendencias necesarias de los nuevos tiempos, todo se viene abajo cuando la otra parte sigue teniendo la necesidad de depender de procesos pasados, con las imperfecciones que eso implica.
Pese al esfuerzo de un buen y mercadeado proyecto llamado República Digital, esa es una realidad que ha sido incapaz de trascender más allá de las metrópolis, pequeñas ciudades y localidades circundantes (no es sólo entregar computadoras, laptops o habilitar Wifi). No ha habido un eficiente plan de concientización, que motive y eduque en ese sentido en la mayoría de zonas rurales, donde abundan localidades que aún desconocen lo que es una nota de voz, el chat o simplemente cómo utilizar un celular inteligente. Esa es la parte mayoritaria que compone el hábitat nacional que supera los 11 millones, de los cuales hay hábiles para sufragar votos 7.4 millones.
Por más esfuerzos que haga la Junta Central Electoral de la República Dominicana para educar a la ciudadanía sobre lo que implica un proceso electoral digital, cómo proceder con el mismo y cómo ejercer su derecho al voto (mayormente promocionado en medios de comunicaciones), siempre habrá una mayoría de ignorancia en ese sentido. Fue más que evidente la gran cantidad de personas que fueron a ejercer el voto en las pasadas primarias sin tener idea de cómo era el proceso, informándose o instruyéndose en las propias filas de votaciones.
Lo más normal para esas personas desconcertadas o ignorantes del proceso electoral digital, es desconfiar de un sistema muy diferente a lo que han visto toda su vida. Si bien las nuevas generaciones son totalmente dependientes de la digitalización, para esa masa silente se trata de algo que aún no les inspira confianza. Es imperativo cambiar la percepción de esa mayoría de personas, ya que en la medida en que se edifican al respecto, dejan de ser utilizados por políticos a los que les conviene ese nivel de ignorancia.
Un 29% del electorado hábil votó en las pasadas primarias de los partidos PLD y PRM, donde se escogieron los candidatos municipales, congresuales y presidenciales a regir los destinos del país en las elecciones nacionales a efectuarse en el 2020. De ese porcentaje hay que destacar que 5,405 votos fueron para el apartado “Ninguno”, donde ciudadanos protestaron de esa manera por su inconformidad por los candidatos propuestos.
Si tomamos en cuenta que el 71% de los ciudadanos hábiles no votaron en las pasadas primarias, más los inconformes que votaron en el referido apartado (cuya tendencia es seguir incidiendo para una eventual disminución del citado 29%), nos damos cuenta de que este ensayo electoral a lo que habrá de venir va por mal camino. Desinformaciones, acusaciones de fraudes y las siempre fraudulentas acciones previo y durante los procesos electorales (compras de cédulas, intimidaciones y acciones tendentes a variar resultados oficiales) generan lógicas interrogantes sobre el recién finalizado proceso y contribuye a desmotivar a ese 71% que es el real pastel elector.
Estos días post-electorales son vitales para la percepción que debe tener la Junta Central Electoral ante la población, entidad que bajo ninguna circunstancia debe generar desconfianza y empatía, ya que ello en sí, implica intranquilidad, desestabilización social y económica, cayendo luego en la ingobernabilidad.
Todos los involucrados en el pasado proceso deben manejar sus emociones, ya sea celebrando o protestando, ya que deben pensar y actuar de manera sensata. Sólo de esta manera se darían cuenta de que sus respectivos egos nunca pueden anteponerse sobre la tranquilidad de una nación. El ego y ambición de poder, no deben superar la vocación y estabilidad de la sociedad.
El buen desarrollo de las elecciones municipales a efectuarse en febrero próximo y las congresuales y presidenciales a desarrollarse en mayo, depende de todos los correctivos y aclaraciones que haga la JCE sobre las pasadas primarias. ¿Es así o estoy en un error?
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