Periódico Hoy.
La gran lección del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 fue la Guerra de Abril de 1965. Esta acción militar, única en América Latina y el Caribe, tuvo como propósito central restablecer el Gobierno destituido del profesor Juan Bosch. Con esta guerra, propiciada por fuerzas militares, por sectores de la población y por el partido que ganó las elecciones de diciembre de 1962, el Partido Revolucionario Dominicano, la República Dominicana dio una gran lección política al resto de la región y a quienes desde aquí y desde Estados Unidos entendían que podían pasar por encima de la voluntad expresada por los pueblos en las urnas electorales. El 30 de mayo de 1961 fue ajusticiado el tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina. Este hecho levantó las esclusas clausuradas durante más de 30 años por un régimen de oprobio, para que las fuerzas democráticas de la nación, las que habían nacido aquí y las que florecieron en el exterior en una larga lucha contra el trujillismo, empezaran a colocar los cimientos de una sociedad abierta. El desborde del pueblo fue único. Las algarabías libertarias y los proyectos democráticos impulsados por partidos y organizaciones de lo que hoy llamamos la sociedad civil no se hicieron esperar. Todos queríamos una nación democrática y abierta al progreso. Los primeros comicios verdaderamente libres fueron convocados y acogidos con alto interés por los partidos políticos, a pesar de los obstáculos puestos por las fuerzas retardatarias del trujillismo. Los demócratas en el poder en Estados Unidos apoyaron el entusiasmo de los dominicanos y las elecciones fueron celebradas y ganadas por el PRD y el profesor Juan Bosch. Este hizo honor a su palabra y propició una administración democrática e hizo posible una Constitución de la República que todavía es considerada un referente en América Latina y el Caribe. Pero la geopolítica norteamericana en la región deseaba un Gobierno menos abierto, menos democrático y cerradamente anticubano. Pronto aparecieron los guiños a los grupos locales conservadores y empezó la conspiración que terminó con el golpe de Estado de 1963.
El espíritu democrático del pueblo dominicano hizo posible una lucha tenaz contra el experimento de facto y el 24 de abril de 1965 sonaron las campanas que convocaron el estallido social y militar que llevó a miles de dominicanos a empuñar las armas en reclamo de la restauración de la Constitución violada el 25 de septiembre de 1963. Desde entonces la República Dominicana construye su democracia sin golpes de Estado.
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