“El tiranicidio es algo perfectamente legítimo. Los asesinos de Trujillo no fueron verdaderamente asesinos, sino ajusticiadores”. Mario Vargas Llosa
Juan Marcos Colmenares
Mario Vargas Llosa, escritor, periodista y político peruano, premios Rómulo Gallegos 1967 y Nobel de Literatura 2010, en su novela La fiesta del chivo hace un recuento histórico sobre la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (Padre de la Patria Nueva), quien durante 31 años (1930-1961) se adueñó y gobernó con mano de hierro la República Dominicana. Un régimen militarista, unipersonal, autocrático y autoritario, corrupto y corruptor; que controló todas las instituciones, degradó la moralidad, pervirtió los valores y que se caracterizó por el culto a su persona, la represión y el asesinato de los opositores.
En Venezuela, el régimen chavista-madurista nos ha retrotraído a la Era de Trujillo, donde los medios de comunicación fueron comprados y extorsionados; al igual que pasó aquí con estaciones de radio, Globovisión, El Universal, y con la prensa escrita chantajeada con el suministro de papel periódico. En la columna “El Foro Público” del diario dominicano El Caribe se trazaban pautas, se lanzaban consignas, se atacaba y calumniaba a los antitrujillistas; como lo hacen Diosdado Cabello, Mario Silva y José Vicente Rangel en sus programas de televisión.
En República Dominicana el régimen de Trujillo organizó a los Caliés, bandas armadas dedicadas a reprimir y asesinar a los opositores; acá hacen lo mismo los colectivos paramilitares chavistas. Allá se persiguió, encarceló y asesinó a dirigentes de la oposición, al igual que aquí se persigue a los líderes de los partidos, que han sido inhabilitados, reducidos a prisión como presos políticos o convertidos en exilados, obligados a salir para resguardar sus vidas y sus familias. Allá existieron cárceles como La Victoria y La 40, centros de tortura del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), como aquí lo son El Helicoide y La Tumba, cárceles y centros de tortura del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional).
Las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) participaron activamente en la lucha contra el régimen de Trujillo y por eso fueron secuestradas y asesinadas a golpes por órdenes del tirano. Como heroínas se convirtieron en símbolos de la lucha de la humildad ante Trujillo, el tirano asesino. Aquí en Venezuela, en la masacre de El Junquito más de 500 efectivos con transportes blindados y lanzacohetes arrasaron la vivienda donde se encontraban Oscar Pérez y sus 6 compañeros. Los ejecutaron extrajudicialmente con disparos en la cabeza, después de haberse rendidos. Maduro y sus esbirros tendrán que pagar por estos asesinatos cuando rescatemos la democracia.
La comunidad internacional tuvo una importante actuación contra la tiranía de Trujillo, cuando la OEA le impuso sanciones diplomáticas y económicas por su participación en el atentado contra Rómulo Betancourt. Esa decisión fue adoptada por unanimidad de los países miembros en la VI Conferencias de Cancilleres y produjo en la República Dominicana un estado generalizado de desabastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos de vehículos y aviones, escasez de gasolina, lubricantes y combustibles, lo que deterioró gravemente la calidad de vida de los dominicanos.
Actualmente la comunidad internacional también se ha activado a favor de Venezuela. La OEA, el Grupo de Lima, la Unión Europea y países como Estados Unidos y Canadá se han manifestado a favor de sanciones financieras y por la reinstauración de la democracia. Washington aplicó sanciones que prohíben a sus ciudadanos e instituciones participar en la compra de activos de deuda y activos del Estado venezolano, que ha dificultado al régimen el acceso al sistema financiero de Estados Unidos.
Trujillo se enriqueció a costa de su país, estimuló el nepotismo, la corrupción administrativa y los privilegios familiares. Colocó a su esposa, hermanos, hijos, sobrinos y cuñados en ministerios, embajadas, consulados, bancos y compañías de seguros; como generales del Ejército y de la Guardia Nacional. Creó monopolios administrados por su familia y convirtió a República Dominicana en una gigantesca hacienda de su propiedad. En la Venezuela de Chávez y Maduro solo han buscado hacerse ricos ellos, sus familias y sus secuaces. Familiares han copado los cargos de jueces y fiscales, la administración de Pdvsa y la Tesorería Nacional, embajadas y consulados, el Banco Central y los bancos del Estado. Se han apropiado de las divisas y dólares preferenciales administrados por los organismos de control cambiario Cadivi, Cencoex y Simadi. Reciben comisiones, controlan el contrabando de oro y hasta el tráfico de drogas, con sus narcosobrinos. Pero existen muchas más semejanzas entre ambos casos, como el enfrentamiento con la Iglesia Católica, el lavado de dinero, el desfalco de industrias básicas, el depósito de millones de dólares en bancos de paraísos fiscales, las comisiones por obras no construidas, los sobornos a funcionarios públicos, etcétera.
A modo de conclusión quiero referirme a una opinión de Moisés Naim, cuando se pregunta ¿cómo muere una dictadura?: “Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiranías dependen de ellos. A veces los militares están exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender su patria, y no al régimen. Al final, lo único que cuenta es si los militares están dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad”.
El régimen del tirano asesino Rafael Leonidas Trujillo finalizó con su ejecución por un grupo de militares y civiles, que arriesgaron su vida para liberar al pueblo dominicano de ese maldito cáncer.
Abogado
@JMColmenares
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