Se ha dicho que el personaje de James Bond se basa en Porfirio Rubirosa. Esto es falso. En primer lugar, porque ha quedado documentado que Ian Flemming, su creador, se basó en sus propias experiencias y en las de una docena de conocidos. En segundo lugar, porque Porfirio Rubirosa comparte algunos rasgos con el agente 007 y esto por mera coincidencia. Identificar a Bond con Rubirosa no se basa en ningún hecho histórico. Es la mera expresión de la proyección de un pueblo que, como el dominicano, anda escaso de héroes.
De su creador, James Bond heredó el rango de comandante y la profesión de espía. En efecto, durante la Segunda Guerra Mundial, Flemming alcanzó el rango de comandante. Fue ayudante del almirante John Godfrey, director de la División de Inteligencia Naval británica. Estuvo a cargo de la planificación de las operaciones de la Trigésima Unidad de Asalto. Este comando operó durante la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo era la obtención de información del enemigo.
Por otro lado, Ian Flemming dotó a Bond de la experiencia de una docena de hombres que conoció durante su carrera militar. Entre estos había pilotos, navegantes, exploradores, paracaidistas, boxeadores y, por supuesto, espías.
Dejando de lado el aspecto militar, el agente 007 heredó de su creador su gusto por los cigarrillos, los casinos, sus perfumes favoritos y sus amantes. Flemming completó su imagen de mujeriego, de amante del lujo de los carros y de los placeres con la experiencia de su amigo Wilfred Dunderdale. Este miembro del Servicio de Inteligencia Secreto, equivalente británico de la CIA , cenaba regularmente en el Maxim’s de París, manejaba un Rolls-Royce blindado y se vestía con trajes hechos a la medida y gemelos Cartier.
Rubirosa pudo haber llevado una vida algo excitante. Pero no tanto como para servir de modelo a James Bond. Comparada con la de Bond, la vida de Rubirosa fue una vida mediocre. Fue militar, no por méritos sino por un capricho de Trujillo. No tuvo formación militar y nunca vio acción en una batalla. Durante la Segunda Guerra Mundial, Rubirosa fue herido en un atentado que tuvo lugar en las cercanías de la iglesia San Agustín, en París. En realidad, el mismo, llevado a cabo por la Resistencia, iba destinada a Danielle Darrieux, su esposa de entonces. Danielle Darrieux, colaboró con los nazis. Es cierto que fue prisionero de los nazis, pero no existen pruebas de que fuera espía. Fue detenido en su calidad de diplomático dominicano, cuando Trujillo declaró la guerra a Hitler. Durante la Segunda Guerra Mundial se limitó a explotar la desgracia de los judíos, vendiéndoles pasaportes dominicanos a precio de oro.
Rubirosa no participó en ninguna operación especial. Tal vez en el asesinato de Sergio Bencosme, antitrujillista exilado en Nueva York. Pero esto no lo convierte en espía, sino en un vulgar esbirro. Es cierto que, como Bond, Rubirosa fue mujeriego, epicúreo y mundano. Pero esto, repito, no es más que una coincidencia.
Rubirosa corrió en carreras de carro, pero su participación fue mediocre. Buscó tesoros en el mar, y no consiguió absolutamente nada. Y una vez cancelado por Balaguer, no pudo encontrar otro “trabajo”. A diferencia de Bond, Rubirosa finalmente fracasó.
Los pueblos necesitan muchas veces héroes, modelos con los que identificarse. Los dominicanos no son una excepción. Y a falta de héroes verdaderos, se identifican con falsos héroes, e incluso con antihéroes. Es por eso por lo que muchos dominicanos juraban que Balaguer, “enano en la poesía, gigante en la crueldad”, en palabras de Manuel del Cabral, ganaría el Premio Nóbel de Literatura. Es por eso por lo que muchos dominicanos juraban que Leonel quien, como Trump, lograría la paz en el Medio Oriente, obtendría Premio Nóbel de la Paz. Es por eso por lo que una botella, un ladrón, un chulo – condición que reconocía cuando, acompañado de su guitarra, cantaba borracho – es tomado como un héroe por muchos dominicanos.
Más de medio siglo después de la muerte de Rubirosa, los chulos, las botellas y los ladrones siguen triunfando en Quisqueya. Pero, a diferencia de Rubirosa, estos siguen triunfando y parece que sus bellaquerías no tendrán fin. Y estos no son espías: son funcionarios del gobierno.
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