Tomado del blog www.elgritocontenido.blogspot.com
TESTIMONIO DE DESPOJOS DE TIERRAS
Decidimos publicar este comentario de un lector porque es un testimonio personal de los despojos de las tierras de campesinos que ejercieron los Trujillos durante los 31 años de la dictadura para su propio enriquecimiento. Lo que nos convence de que éste es un testimonio auténtico son los últimos tres párrafos que demuestran que esta persona, Enrique Marti, no es un anti-trujillista ideológico o militante, es decir, ni comprometido ni dedicado a oponerse al neo-trujillismo, sino que aprovechó la oportunidad para describir y criticar específicamente los hechos violentos con que Trujillo se apropió de las tierras de su familia (padres, tíos, primos, etc.), matando a muchos de ellos para que no hablaran y colgándolos de árboles al lado del camino para escarmentar a los demás. De hecho, Enrique Martí, hasta parece aprobar de la dictadura en algunos aspectos (educación) y, aparentemente, tampoco le guarda rencor a la familia Trujillo.
Para facilitar la lectura, le corregimos la ausencia de acentos donde pudimos (Blogger no siempre acepta los acentos) y algunos errores de puntuación. Los subrayados son nuestros.
Nota: También puede ver la última parte del siguiente video en YouTube con entrevistas de ancianos a quienes les quitaron tierras (les recomendamos ver todo el video si pueden): Víctimas de la Era de Trujillo: Archivo General de la Nación, https://www.youtube.com/watch?v=Igmrn0sThec
A continuación, el comentario bajo el artículo A la sombra de mi abuelo (libro de Aida Trujillo), artículo escrito por Lara Valerio, el 19 de julio, 2008 en el portal Bono Cimarron.
http://bonoc.wordpress.com/…/07/19/a-la-sombra-de-mi-abuelo/
http://bonoc.wordpress.com/…/07/19/a-la-sombra-de-mi-abuelo/
Comentario de Enrique Martí:
“Amigos, quiero contarles una historia. Sin preámbulo esta inicia así: En un pueblo pequeño del entonces Distrito Nacional de los años 1955, 1956, vivía un grupos de campesinos agrupados por familias que tenían allí ya mas de 5 generaciones, en forma muy tranquila, olvidados de los problemas foráneos, políticos religiosos o de cualquier índole que escapara al ámbito familiar. Estos grupos de familias eran en cierta forma prósperos, pues tenían negocios y comercios de bienes del campo que trasladaban a la capital entre los que se encontraba un queso de fabricación casera muy famoso en la capital de aquella época. El lugar era a la sazón un lugar paradisiaco y fértil, una hermosura de las que solo Dios sabe hacer. En un lugar tan feliz solo podía vivir gente feliz. No quiero hacerles la historia muy larga y voy a resumir que un día lo que pudo haber sido su bendición no fue más que su maldición, pues un día paso Trujillo por ese paraíso y sin reparar en las personas que allí vivían se le antojo que eso él lo quería y que ahí iba a criar sus mejores vacas y con la leche de estas se haría el mejor queso. Mi padre en esa época contaba con unos 12 años y aunque había acompañado a su padre en algunos viajes a la capital navegando en canoa por el rio Ozama, que era la forma mas usual de llevar las mercancías hasta allí, nunca en su vida había visto una “gró” como se le llamaba el tractor por esos lares, mas aun jamás pensó que uno de esos aparatos le desbarataría su casa, que sus primos con los que jugaba tendrían que irse, ya sea a Gonzalo, Villa Mella, Sabana, Yamasa, La Bomba, o cualquier lugar donde no los mataran porque todas sus tierras pasarían a ser parte de la “finca” y que algunos de sus tios desaparecieran, que otros aparecieran ahorcados en cualquier mata de china a la orilla de camino donde se vea para que los demás escarmienten y no hablaran cosas que no se podían hablar. En fin esta es otra historia más de las que nos cuentan las atrocidades que se cometen en un régimen donde lo que impera no es precisamente el estado de derecho. Ya a mi edad de adolescente me enteré que mi padre nunca quiso salir de las cercanías de “la finca” y que a esa edad dejó que su familia se vaya sin él, supuestamente por una cría de cerdos y gallinas que tenia ( yo personalmente creo que el tenia unas razones mas profundas que esas para quedarse a riesgo de que un día los guardias del jefe lo encontraran y el fuera otro que amaneciera colgado de una mata de china), ya en mi juventud empecé a entender porque mi padre siempre me llevaba, desde que tengo uso de razón, a los montes y me decía este árbol de mango esta aquí desde los tiempos de tus abuelos, eran cientos pero este se salvo, o aquí donde ves estos pastos había un cacaotal, o la familia que vivía aquí donde tu vez este claro era de esta o de aquella forma etc. Empecé a entender porque cuando había algún convite con algunos de sus compadres y todos hablaban de las bondades y maldades de Trujillo el nunca daba su opinión. Siempre me llevaba donde unas señoras mayores y ahí hablaban de sus añoranzas, de las muchachas (refiriéndose a su madre y sus tías que eran famosas bailarinas de esos lugares) esas señoras aprovechaban que mi padre me dejara a solas con ellas para hablarme entre otras cosas de la seriedad de mi padre, de la bondad de mi padre, de que ellas son sus madres desde que su familia se fuera, de que en su vida entera solo se había emborrachado 2 veces una fue cuando se entero de que mataron a Trujillo y la otra fue cuando yo nací, que él siempre las ayudabas. Empecé a entender su apego y amor a la tierra. Empecé a entender porque el siempre estaba feliz, en mi presencia.
"Yo heredé de mi padre, valores, ética de trabajo, pobreza y una historia tronchada por una persona que se antojó de unas tierras que jamás volvió visitar, un antojo que dividió familias, cambió la vida de la generación de mi padre, sus hermanos, sus primos y sus vecinos, cambio la vida mía, la de mis hermanos y mis primos, cambio la vida de mis hijos, los hijos de mis hermanos y los hijos de mis primos y quien sabe cuántas vidas mas y…Sabe qué?… esa persona jamás volvió a ver esas tierras ni le importó, nunca supo la cantidad de gente que se secó colgada en una “mata de china” ni la que desapareció.
"Señora Aida Trujillo la felicito por el premio que se ganó, usted escribió su libro concursó y ganó. Creo que es verdad lo que usted dice de lo tarde que vino a enterarse de los aspectos feos de sus familiares, porque en épocas anteriores el hermetismo estaba arraigado mucho más en las familias y en la sociedad que al día de hoy, además eso mismo me pasó con la historia de mi familia. Esa historia usted no la sabía pero ya la sabe y créame cuando le digo que hay muchas que aun no se han contado. No haga como hizo Trujillo con mis antepasados que por un antojo los masacró.
"Señora Aida Trujillo en unos de esos convites de los compadres de mi padre mientras recogíamos mazorca de maíz un señor que defendía a su abuelo como un hombre bueno decía que Trujillo no podía ser malo porque él lo vio cuando era pequeño en los inicios de sus primeros gobiernos, se presento, de sorpresa, en la escuelita donde él y sus compañeros estaban y los saludos a uno por uno y les decía que aprendan mucho y que sean serios por que su país los necesitaba y que a él lo miro a los ojos y el supo que Trujillo no era un hombre malo.
"Señora Aida Trujillo esta historia es mía y es personal, tiene que ver con mis ascendiente y tiene que ver con mi generación, le debo respeto a mis antepasados igual que usted le debe a los suyos, yo no soy más dominicano que usted. Usted no tiene la más minina culpa de lo que haya hecho su padre ni mucho menos su abuelo. Así como yo heredé de mi padre valores, ética de trabajo y pobreza, las cuales acepto todas: las malas y las buenas. Acepte usted las que heredó, que son riquezas, la mirada buena de su abuelo y un pueblo herido que jamás olvidará lo que fue la era de Trujillo, porque eso sería una afrenta a nuestros antepasados y nuestra generación."
PUBLICADO POR ENRIQUE MARTI | 24/06/2009, 7:50 PM
Nota: También ver otros ejemplos de despojos violentos: la familia del Castillo (BREVES), la familia de Juancito Rodríguez (BREVES y ATROPELLOS), los Perozo (CRIMENES I), y otros casos en BREVES.
Como hemos dicho en otras secciones, nunca sabremos del alcance de los asesinatos y masacres en las zonas rurales, donde vivia el 70% de la población, casi siempre para quitarles la tierra o el ganado o sencillamente para sembrar el terror. Por el aislamiento y por la naturaleza cohibida y sumisa de los campesinos de la época, quienes sencillamente soportaban resignadamente los abusos y sólo trataban de sobrevivir diariamente, hoy son contados los testimonios y éstos en su mayoria son narrados por testigos foráneos que por casualidad presenciaron el hecho, tal como el siguiente ejemplo:
Entrenó un brioso corcel y pocos días más tarde salió con su tío de paseo al conuco. Dicho episodio lo narra de la siguiente manera: “Salimos temprano en la mañana a recorrer los tres kilómetros de distancia a que se encontraban. Al pasar por dentro del cañaveral, siendo época de zafra, había parcelas de caña cortadas y otras por cortar, de repente, salió un hombre corriendo tratando de alcanzar una zona con las cañas paradas. Detrás venían unos guardias con fusiles, tirándole tiros. Casi llegando al cañaveral lo alcanzaron las balas y cayó herido de muerte… Al otro día un sargento y dos rasos de a caballo, pasaron por la casa a saludar. Al irse, mi tío me advirtió que no podía contarle a nadie lo visto por nosotros. Aquella imagen del hombre corriendo y los disparos me siguen acompañando aún”.
Extracto del libro
La aventura de vivir
Dr. Eliseo Rondón Sanchez
SD, Amigos del Hogar, 2004
La aventura de vivir
Dr. Eliseo Rondón Sanchez
SD, Amigos del Hogar, 2004
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