Por Luis Garcias
Ahora le tocó a un periodista, armándose una alaraca; pero hace tiempo que la Liga de Beisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM) viene aplicando un reglamento medieval que colide con la Constitución y cercena la libertad de expresión y difusión del pensamiento.
El periodista y locutor Franklin Mirabal, quien labora para el equipo Tigres del Licey, fue suspendido por dos juegos como narrador y condenado al pago de RD$25 mil, debido a su afirmación de que sería un “un colapso total” la clasificación del equipo los Toros del Este a la serie final del torneo de béisbol invernal.
El afectado la apeló, al considerar que con ello “se generaría un procedente negativo” en lo referente a la libertad de expresión.
La LIDOM se amparó en el Reglamento para el Torneo 2019-2020, que en el artículo 54, entre otras cosas, prohíbe: “d) Publicar o transmitir contenidos que pongan en tela de juicio la imparcialidad de un árbitro, su capacidad profesional o denigren su persona; f) publicar o transmitir comentarios críticos a decisiones de la Liga y sus órganos internos; g) formular o difundir comentarios injuriosos, difamatorios o que de algún modo dañen la moral y la reputación de funcionarios de la Liga o de sus asociados, directivos, personal técnico, dependientes o relacionados”.
Merecidas críticas se han producido en contra de la medida, a todas luces dictatorial y medieval, que viola el derecho que tienen las personas a expresarse libremente en una nación que, como la República Dominicana, se asume democrática.
Indudablemente que se trata de una cuestión grave que amerita de la condena de los sectores democráticos.
La sanción y multa a Mirabal no ha sido la única impuesta por la LIDOM en este torneo.
La sanción y multa a Mirabal no ha sido la única impuesta por la LIDOM en este torneo.
El cinco de este mes, sancionó con 25 mil pesos al dirigente de los Toros, Lino Rivera, por el comportamiento asumido al protestar una jugada de revisión.
Mientras que otros castigados fueron los jugadores aguiluchos Yunesky Maya, Rangel Ravelo y Jonathan Villar, debido a comentarios que emitieron cuestionando una jugada. Consistió en el pago de RD$50,000 a cada uno.
El referido órgano llega tan lejos que se ha convertido en una especie de tribunal que conoce, casi de manera sumaria, ya que se pronuncia en horas, los delitos de difamación e injuria, a pesar de que esa cuestión está reservada a las salas penales del país, en procesos abiertos y contradictorios.
En la práctica, sus actuaciones se enmarcan en la época de la dictadura encabezada por Rafael Leonidas Trujillo.
Llama a la atención, sin embargo, que la entidad no solo se defiende, sino que tiene un aliado en la crónica deportiva de Santo Domingo, aunque existen contadas excepciones que se oponen a esa práctica antidemocracia.
Decir que la pelota es un negocio privado no es válido, porque hasta juegan en estadios públicos. Además, el Estado regula los negocios privados que ofrecen servicios públicos.
Justo los periodistas no deben olvidar el poema escrito por el alemán Martin Niemöller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Justo los periodistas no deben olvidar el poema escrito por el alemán Martin Niemöller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
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