Cuarenta años después del golpe militar, en 1973, como una especie de catarsis colectiva, la televisión chilena exhibe hace días programas dedicados a revisar el golpe de Estado, pero también, por primera vez, la cruda represión de opositores en la lucha por la recuperación de la democracia.
Un careo entre un militar retirado y un adulto cuyos padres fueron asesinados, o una mujer que lanza un desgarrador "¿Hasta cuándo?" tras confirmar que su esposo fue degollado: la televisión chilena ha mostrado con crudeza los crímenes de la dictadura de Augusto Pinochet.
Nunca antes tampoco este tipo de programas habían tenido tanto impacto en una sociedad que parece haber dejado atrás los tabúes para reflexionar sobre uno de los capítulos más trágicos de su historia.
Transcurridas dos décadas de democracia, las masivas manifestaciones de estudiantes que estallaron en 2011 exigiendo el fin del sistema educativo heredado de la dictadura de Pinochet, despertaron la memoria colectiva tras remecer a una sociedad que no se atrevía a revisar su pasado.
"De cierto modo esto es una suerte de estela que han dejado las movilizaciones que partieron en 2011 con los estudiantes y toda esta suerte de liberación de los chilenos respecto a tabúes que hacía que no hubiera reflexión ni debate sobre cuestiones traumáticas de la historia reciente", explica el sociólogo Eugenio Tironi.
"En esta conmemoración, el protagonismo lo tienen los jóvenes que no habían nacido para el golpe y no vivieron la transición" a la democracia, agrega el sociólogo.
Las imágenes prohibidas
El programa "Chile, las imágenes Prohibidas" de Chilevisión, conducido por el popular actor Benjamín Vicuña, abrió los fuegos. Allí los chilenos pudieron ver en televisión abierta inéditas imágenes como los gritos de dolor de Estela Ortiz, esposa de Manuel Parada, cuando le confirman que su marido es uno de los tres comunistas degollados en 1986.
"¿Hasta cuándo siguen matando a nuestro pueblo? ¿Hasta cuándo permitimos tanta matanza, tanto crimen, tanta tortura, ¡hasta cuando!?", grita Ortiz en las afueras del Servicio Médico Legal, antes de desvanecerse.
El programa mostró también el balazo en la cabeza que recibió una manifestante en medio de una protesta en el centro de Santiago a mediados de los 80 y las violentas protestas que rodearon la visita a Chile del papa Juan Pablo II, en 1987, en el ocaso del régimen que se saldó con más de 3.200 muertos y 38.000 desaparecidos.
En sus tres ediciones el programa lideró la audiencia en horario estelar, imponiéndose a exitosas series y siendo lo más comentado en las redes sociales.
"Una televisión que arriesgue es posible y puede tener éxito. Siempre nos quieren hacer creer que la gente no está interesada en la cultura y no es cierto", dice la directora del Observatorio de Medios, Manuela Gumucio.
Gumucio explica el impacto debido al poder que tienen las imágenes por sobre las palabras.
"La encarnación de todo esto que siempre se habló pero de lo que no había imágenes, le da un peso emocional muy diferente", agrega.
A diferencia de lo que pasó hace una década, cuando se conmemoraron los 30 años del Golpe, hoy el examen es sin eufemismos.
"En los 30 años (del Golpe) fue muy débil todo esto; todavía había un gran pacto tácito para no reabrir la caja de pandora", afirma Gumucio.
Inédito cara a cara
Televisión Nacional de Chile se atrevió a confrontar al exjefe del Ejército y exdirector del Servicio Electoral, Juan Emilio Cheyre, con Ernesto Lejdermar, el niño de dos años que entregó a un convento en 1973 luego de que sus padres fueran asesinados por la dictadura de Pinochet.
Fue un tenso cara a cara entre una víctima y un militar que, si bien no tuvo participación en la muerte de sus padres, no ha entregado mayores antecedentes sobre el doble asesinato.
"No tengo espíritu de revancha. No le deseo a Cheyre ni a ningún genocida lo que pasé yo", dijo Lejderman, sin cruzar miradas con el militar, que al día siguiente renunció al Servicio Electoral, como prueba de que ahora la sociedad chilena exige un nivel ético superior.
Pero ¿Qué motivó a Lejderman y a Cheyre a aceptar este tenso debate público?
"Algo movió a ambos protagonistas, tanto del acusador como del acusado, a sentir la necesidad de hacer un debate televisivo que permitiera continuar o decantar el proceso de fijación de posiciones opuestas, que ya había tenido un largo episodio en los tribunales", afirma el director del Magister en comunicaciones de la Universidad de Santiago, Héctor Vera.
"Y el tribunal medial operó con rapidez: Cheyre debió renunciar a la presidencia del Servicio Electoral", agrega Vera, en una columna de opinión en el diario electrónico El Dínamo.
El impacto no acaba: este miércoles, la asociación de magistrados del Poder Judicial de Chile pidió perdón por las omisiones cometidas durante la dictadura e instó a la Corte Suprema a asumir su responsabilidad por no dar curso a 5.000 recursos de amparo presentados en favor de las víctimas.
"Ha llegado la hora de pedir perdón a las víctimas, sus deudos y la sociedad chilena", dijo la agrupación de jueces en una inédita declaración.
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