Después de interpretar “Trujillo, mi padre en mis memorias“, de Angelita Trujillo -hija del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina-, y haberlo comentado capítulo por capítulo, sentimos la imperiosa necesidad de leer “A la sombra de mi abuelo” (Premio Nacional de Novela 2008), de Aída Trujillo- nieta del tirano e hija de Ramfis, su primogénito-, dada la insistencia de la primera en querer convertir en verdades las burdas mentiras que aparecen en su obra.
Debíamos confrontar sus argumentos con opiniones de un familiar suyo y parece que del cielo cayeron las palabras de su sobrina Aída: “esto no es un ensayo de historia, es mi propia historia y, por lo tanto, la de parte de mi familia. Es un relato novelado, tal y como yo lo he vivido. Hechos reales, que me han costado años y lágrimas averiguar, se compaginan con vivencias mías, muchas reales, algunas increíbles… “.
De “A la sombra de mi abuelo” (Aída Trujillo, 2da Edición, 2009, Editorial Norma, S.A./Editora Búho, C. por A.) son las cinco citas que transcribimos a continuación y que contrastan sustancialmente con las fábulas que consigna Angelita Trujillo.
Acerca de “Juan Bosch”, Pág. 56:
“Por aquellos años, la década de los cincuenta, un hombre de letras, español y exiliado, se instaló en Ciudad Trujillo (Jesús de Galíndez era el español y Ciudad Trujillo el nombre para la época de Santo Domingo, la capital de la República Dominicana; NH). Debido a su talento y cultura, llegó, incluso, a deslumbrar al Jefe, quien amaba cualquier expresión de sabiduría. Tanto sabía apreciarla el mandatario que hasta sentía admiración por algunos de sus enemigos declarados, como el profesor Juan Bosch. Aquello era algo que Aída escuchó más de una vez en boca de Tantana, su madre y que, de niña, no acertaba a comprender del todo”.
Acerca de la “justa, democrática, bondadosa y desprendida gestión de Trujillo”, Págs. 329-334:
” …No puedo ser tu juez, aunque esté en desacuerdo con el modo en que actuaste como gobernante. Las últimas vivencias a tu lado, las memorias que entonces cobijé en mi mente como oro en paño, ¡son tan distintas a lo que descubrí más tarde! Aquel a quien yo conocía y amaba tanto era un abuelo tierno y un mandatario justo, no el hombre despiadado y cruel del que la historia habla… Con el tiempo tuve que admitir que todo un pueblo no puede estar equivocado… Es verdad que tu apellido en algunas ocasiones me ha abierto algunas puertas aunque, en otras, me las haya cerrado. Gracias a toda esa sangre y sufrimientos derramados por ti, conocí la buena vida… Gracias a ti no conocí hasta muy tarde lo duro que es ganarse la vida. Sin embargo, la culpabilidad que he sentido en forma intuitiva durante tantos años, ha sido una carga demasiada pesada para mí. ¡Las cosas, para comprenderlas, hay que vivirlas! Ahora, después de tanto sufrir rebuscando en lo más recóndito de mi subconsciente, sé el porqué de mi rechazo al dinero, al poder, a la prosperidad. Ahora sé por qué, en mi fuero interno, los sentía como algo sucio, perjudicial… Empecé a darme cuenta de… unos pensamientos que repulsan el bienestar económico por estar íntimamente relacionados con el abuso y el crimen…“.
Sobre la “religiosidad de la familia Trujillo”, Pág. 59:
“La religión era algo que se practicaba en su casa pero de una manera muy liviana. Sí, se asistía de vez en cuando a misa y había sacerdotes amigos que visitaban a la familia… ”.
Sobre la “amorosa relación de Trujillo y Angelita”, Pág. 60:
“Rafael (Leónidas Trujillo Molina, NH) sentía, además, un grande y sincero cariño por su nuera que le trataba con el respeto y la dulzura que, según él, un padre merecía (Tantana Ricart era la nuera de Trujillo, esposa de Ramfis y madre de Aída, NH). No como su hija, Angelita, que era también muy bonita pero no se le parecía en nada. Ella era una joven que siempre iba a lo suyo y Tantana, contrariamente, tenía un carácter altruista y amoroso”.
Acerca del “gran amor que Trujillo sentía por María Martínez” (madre de Angelita), Pág. 62:
“Habían transcurrido ya muchos años desde que doña María había exigido a su esposo (Trujillo, NH) el dormir en habitaciones separadas. Cuando se enteró de que él tenía una amante a la que realmente amaba no pudo perdonarle. Ella pensaba que una cosa era una “cana al aire” y otra entregar su amor a otra persona… La vida no había sido fácil para María Martínez hasta que se encontró a Trujillo. Pero, un tiempo después de que contrajeran matrimonio, los cónyuges tampoco se habían entendido, creándose entre ellos una distancia insalvable. La relación se convirtió en una conveniencia político-social en la que ninguno de los dos era feliz. Ella, como la mayoría de las mujeres de la época, optó por la castidad y se volcó en todo lo que su esposo, como político, le exigía a la ‘Primera Dama’ del país”.
Aída Trujillo, sobrina de Angelita, es quien ratifica lo que hemos escrito en los siete comentarios que realizamos a “Trujillo, mi padre en mis memorias“. En su libro, “A la sombra de mi abuelo“, Aída reniega de los métodos sangrientos de su abuelo, pero a la misma vez se encarga de desmentir a su tía en la “composición” que realizara acerca de su padre.
«Una cosa es ser escritora y otra ser nieta de Trujillo. Yo no nací con el sello de escritora, pero he nacido con un sello que es el de ser nieta de Trujillo, dice la autora al ser cuestionada por la prensa. Lo de ser escritora sí me lo he buscado yo; lo otro no. El propósito al escribir el libro ha sido… (desahogar, NH) toda mi pena por haber descubierto esas facetas ocultas para mí sobre lo que fue mi abuelo, a quien yo consideraba lo mejor, y que era Trujillo. Nunca descubrí al que fue el gobernante, al dictador, al político, al tirano, como lo quiera calificar cada uno. Aquello fue muy doloroso, empecé a escribir un diario íntimo que se fue expandiendo y terminó siendo ese libro llamado ‘A la sombra de mi abuelo’. En todo el libro hay pinceladas de ficción en donde lo real se mezcla. Nunca lo he considerado un libro histórico, ni siquiera un testimonio, sino una mezcla entre la historia que yo me sé, que yo he buscado durante todo este tiempo, lo que he indagado, lo que me han contado, tanto trujillistas como anti-trujillistas, y la inspiración que me ha venido del arte, que es una inspiración divina, con lo cual yo sí lo catalogaría como novela.
«Yo no quiero para nada rehabilitar la figura de Rafael Leónidas Trujillo, el dictador en República Dominicana. Lo único que he querido y pretendido es que se viera esa parte de él que es desconocida, que es la parte interna de la familia. Me ha costado mucho separar al político del abuelo, pero yo al abuelo lo quiero mucho, y no quiero que por yo haber escrito este libro se quiera decir que yo pienso que Trujillo haya sido un maravilloso gobernante, y que fue un ángel de la guarda para República Dominicana. Lo que le puedo decir es que yo, Aída, no formaría parte de esa labor de rehabilitar a Trujillo, el político, como alguien maravilloso.»
Para Aída Trujillo, su abuelo y quien gobernó con mano dura por más de treinta años la República Dominicana eran dos personas completamente diferentes. Según ella, su abuelo fue una persona tierna y amorosa durante los siete años que pudo estar a su lado; Trujillo fue el dictador que con mano dura doblegó la integridad del pueblo dominicano. Se expresa de la forma siguiente, que redactamos tal y como recordamos de una entrevista: “Nunca he pretendido justificar a nadie. Crecí pensando que mi abuelo era lo más amoroso y tierno del mundo; a medida que fui creciendo me atreví a indagar y pude darle la cara al dictador“. Lo que sigue a continuación es una transcripción fiel de sus expresiones: “El valor que tiene la vida humana no tiene precio. Nunca entenderé, ni aprobaré en absoluto, los crímenes que cometieron mi abuelo, Rafael Leónidas Trujillo Molina y mi padre (sic), Ramfis. ¡Pero tampoco apoyaré los que cometió el Dr. Balaguer!“.
Por los estudios en los que se sumergió analizando los hechos ocurridos durante la dictadura y los doce años del Dr. Joaquín Balaguer llegó a la conclusión de que ambas gestiones fueron muy similares en lo que concierne a represión y criminalidad. “Aunque el Dr. Balaguer se presentaba como un demócrata, cometió acciones iguales o peores a los crímenes que cometió mi abuelo. No pocos historiadores fueron los que me descubrieron el hecho de que Joaquín Balaguer asesinó, impunemente, a muchas personas. Que existió también, bajo su aspecto apacible y culto, un mandato de terror y violencia“.
En su relato novelado (parte autobiográfico y parte ficción, ambos bien delimitados), Aída se consume tratando de encontrar una solución a la dicotomía entre el abuelo amoroso y el político déspota y criminal que gobernó “SU GENTE“; así, con mayúsculas, tal y como queda asentado en la página 339 de su libro.
“En varias ocasiones he pedido perdón, a través de la prensa y otros medios de comunicación, a las posibles víctimas, directas o indirectas, tanto de mi abuelo como de mi padre. Y vuelvo a pedirlo humildemente y con el mayor respeto aquí si, con mis declaraciones, he ofendido a alguna de ellas“. De esta manera se expresa Aída Trujillo, único ente viviente con ese apellido que ha sido capaz de reconocer, públicamente, los desmanes que cometieron tanto Rafael L. Trujillo, su abuelo, como Ramfis Trujillo, su padre; además, ha sido la única persona de ese núcleo familiar que ha tenido el coraje de pedir perdón al pueblo dominicano. Su obra fue criticada en la República Dominicana sin que se hubiese leído. Al principio, fue vilipendiada por historiadores y críticos que asumieron que, por su apellido, se encaminaba a ofender la memoria del pueblo dominicano y de aquellos que ofrendaron sus vidas en el ajusticiamiento que brindó al país sus primeros aires de libertad en más de tres décadas.
Aída, “bailaora” y profesora de flamenco, como ella misma lo dice en su obra, vivió en Madrid hasta el pasado año cuando decidió radicarse definitivamente en la República Dominicana. Actualmente se encuentra escribiendo una novela sobre su padre, Ramfis Trujillo, y expresa que su mayor interés es tener una vida normal en el país, “sin opulencias, porque no las tengo, que incluya tomar guaguas y otros vehículos del transporte público“.
Aída Trujillo se encarga de elevar la figura del profesor Juan Bosch al señalar en su obra que el tirano “sentía admiración por algunos de sus enemigos declarados, como el profesor Juan Bosch. Aquello era algo que Aída escuchó más de una vez en boca de Tantana, su madre…“. Sus declaraciones son una estocada al pretendido intento de su tía por reivindicar el nombre del tirano. Con la elaboración de esta obra se hace merecedora de respeto, admiración y cariño. Quien escribe le profesa abiertamente tales sentimientos.
Notas:
1.- Los comentarios han sido editados para Acento. Para leerlos en versión ampliada acceda a nuestra página de Internet.
2.- La novela de Aída Trujillo -“A la sombra de mi abuelo”- ha sido escrita en tercera persona.
Comentarios anteriores:
.- Al capítulo 1 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
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.- Al capítulo 3 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
.- Al capítulo 4 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
.- Al capítulo 5 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
.- Al capítulo 6 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
.- Al capítulo 7 Acento ¤ Foro de Nemen Hazim
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
15 de julio de 2010 (Revisado para Acento el 31 de marzo de 2018)
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