SEAN BIENVENIDOS.
ESTE BLOG NACE PARA CONOCER LOS MALES DE LA DEMOCRACIA,PROMOVER UN REGIMEN DE DERECHO DONDE TODOS SEAMOS IGUALES ANTE LA LEY, CONOCER LAS HISTORIAS DE LAS DICTADURAS DEL MUNDO. TAMBIEN PARA QUE ANALICEN Y JUZGUEN, LA VIDA Y OBRA DEL DICTADOR RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO MOLINA, QUIEN GOBERNARA LA REPUBLICA DOMINICANA DESDE 1930 HASTA 1961.
BIENVENIDOS
PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA .
HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES
OPINIONES DE ARTICULISTAS ,CIENTISTAS SOCIALES E HISTORIADORES NACIONALES E INTERS. SOBRE TRUJILLO
Como era de esperarse, se convirtió en viral el video en el que miembros de la seguridad del presidente Danilo Medina, reforzada significativamente luego del cacerolazo con el que hace unos días fue recibido por sus vecinos, arrebatan y destruyen el cartel que llevaba una señora que acompañada de su hija adolescente regresaba de protestar en la Plaza de la Bandera. De nada valieron las explicaciones de madre e hija de que el cartel, donde habían escrito la estrofa de una canción, no decía nada malo contra el mandatario ni violaba ninguna ley. Tampoco les sirvió el argumento de que vivimos en una democracia, donde los ciudadanos tienen derecho a protestar sin ser molestados ni reprimidos. Y lo peor vino después, cuando fueron seguidas de manera intimidatoria hasta su casa. La intransigencia y el celo excesivo de los miembros de la seguridad del mandatario volvieron a ponerse de manifiesto, como muestra otro video que ayer también se hizo viral, cuando le impidieron el paso a un grupo de ciclistas vestidos de negro, uno de ellos portando un cartel, que regresaban de la Plaza de la Bandera. A ellos tampoco les sirvió la explicación de que en el letrero solo había escrito un inofensivo poema, que ninguno de los agentes quiso leer, ciegos y sordos a cualquier razonamiento que no fuera cumplir a rajatablas y sin miramientos las órdenes recibidas. Pero sea quien sea que haya impartido esas órdenes le ha hecho un enorme daño al gobierno, que hace el ridículo cuando convierte una pancarta en un arma peligrosa, y a una adolescente de 14 años y su mamá en una amenaza para la seguridad del Presidente de la República y su gobierno. Por eso es tan importante que hagamos nuestra la pregunta que, en medio de su impotencia, repetía una y otra vez la adolescente mientras los miembros de la escolta presidencial destruían el cartel con el que debutó como ciudadana con derecho a la protesta: ¿Y qué clase de democracia es esta?
Fue rechazada este lunes la candidatura presidencial del Partido Nacional Voluntad Ciudadana (PNVC), que postulaba a Ramfis Domínguez Truillo.
Esta decisión se produce, tras una reunión del pleno de la Junta Central Electoral (JCE), en la que se conocieron este y otros asuntos.
Le decisión fue adoptada con la resolución 18-2020, a la que ha tenido acceso este diario, y con ella se le pone fin a largos meses de espera sobre si el nieto del dictador Rafael Trujillo podía presentarse formalmente en las elecciones presidenciales del próximo mes de mayo.
"Rechazar, por las razones anteriormente expuestas, la candidatura a la Presidencia de la República presentada por el Partido Nacional Voluntad Ciudadana (PNVC) del señor Luis José Ramfis Rafael Domínguez Trujillo, para el periodo constitucional comprendido entre el 16 de agosto del año 2020 y el 16 de agosto de 2024", indica la decisión adoptada hoy por el pleno de la institución electoral.
El segundo articulo de la decisión dispone que la presente resolución sea notificada al PNVC y publicada en la tablilla de publicaciones de la JCE.
Yo tendría unos 7 u 8 años cuando pasó el evento, pero, lo sucedido se quedó para siempre grabado en mi ser, y, lo recuerdo como si hubiese pasado hoy mismo.
Era la época de Trujillo y yo vivía en mi pueblo, hoy el Municipio de El Valle, de la Provincia Hato Mayor y, en aquel entonces, llamado Villa Trujillo.
Mi padre adoptivo, Manuel Fernández Valdéz, quien a raíz de la separación de mi padre biológico, Octavio César Fragoso y mi madre, Thelma de la Cruz, e influenciado por mi querida tía-madre, Doña Felín, se hizo cargo de mi desde mis primeros meses de vida, había llegado de España huyendo de la dictadura de Francisco Franco.
Papá Manolo, como yo le decía, llegó a República Dominicana junto a un grupo de españoles de los que Trujillo trajo al país “para mejorar nuestra raza”, pero de una manera muy distinta a todos los demás.
Les cuento. Mi amado padre, fue herido en una de las batallas contra el régimen franquista, tomado prisionero, juzgado y sentenciado a muerte.
Me contó, que tuvo la suerte de que el militar al que le encargaron matarlo resultó ser su compadre y éste, en lugar de asesinarlo, se las arregló para introducirlo en uno de los barcos que llegaron a nuestra bendecida tierra.
Como resultado de esa herida, él no pudo tener hijos con mi tía-madre y, yo, tuve la dicha de ser ese hijo, que no pudo darle a mi tía.
Don Manolo, como todos les decían, llegó a ser uno de los comerciantes más prósperos de la zona y, Trujillo, conocedor de su historia, lo nombró Presidente del Partido Dominicano, pero, en la clandestinidad, él era también el Presidente del 1J4, o Movimiento Revolucionario 14 de Junio, un levantamiento guerrillero de izquierda que luchaba en contra de la dictadura y que lideraba Manolo Tavares Justo lo cual, como todos comprenderán, llegó a ser del conocimiento del régimen pues, nada era oculto para Trujillo.
Para los que no conocen la historia, les diré que: “El Partido Dominicano fue fundado por Rafael Leonidas Trujillo el 16 de agosto de 1931 , al año de su llegada al poder”. Busquénlo
Pues bien, lo que marcó mi vida para siempre, fue el momento en que, ya ajusticiado el dictador y, como consecuencia de las investigaciones que se estaban haciendo para buscar a quienes les habían dado muerte, llegaron a mi casa, allá, en Villa Trujillo, en un “cepillo” negro (un carro Volkswagen, de los que usaban los denominados “calieses”), tres personas buscando a mi papá.
Minutos antes de la llegada de esos matones del régimen, Luisito, un chofer de Sabana de la Mar, que en ese entonces viajaba a la capital llevando pasajeros en su carro, arriesgando su propia vida, se había llevado a Papá Manolo a esconderlo en algún lugar del país.
Gracias a Dios, Luisito, estaba en Hato Mayor, en el lugar oportuno, en el momento oportuno, cuando los calieses estaban indagando donde era que vivía Manolo el Español por lo que, conocedor de la situación y, sabiendo que eso podría significar la muerte de mi padre, dejó los pasajeros que traía para la Capital y se devolvió para mi pueblo a buscar a mi Papá Manolo.
Imagínense como fueron los minutos que pasaron antes de la llegada de esos tres personajes a mi casa a buscar a mi amado padre para investigarlo por la muerte del sátrapa.
Cierro mis ojos y me veo acostado en el piso de la sala de mi casa jugando con mi avioncito, siendo observado por uno de esos individuos que, desde el exterior, miraba por una ventana hacia dentro de la casa, mientras los otros dos cuestionaban a mi tia-madre, sobre el paradero de mi Papá Manolo, quien, es casi seguro salvó su vida gracias a ese amigo de Sabana de la Mar que se atrevió a buscarlo y esconderlo.
Mi historia viene al caso por el supuesto peligro que corre nuestra Democracia, según el decir de muchos dominicanos y dominicanas que, lamentablemente, se han dejado influenciar por los políticos de turno que están fuera del poder.
La realidad es, que, después de la muerte de Trujillo, la Democracia Dominicana, nunca había estado tan fortalecida como en los últimos tiempos de nuestra historia reciente.
Si solo miramos nuestros últimos 42 años e iniciamos en el 1978, veremos que hemos tenido 7 Presidentes, todos libérrimamente electos por la ciudadanía y, de la manera más democrática que nuestras circunstancias nos han permitido.
De esos siete Presidentes, tres fueron del PRD, (hoy PRM), uno del PRSC y dos del PLD.
Si bien es cierto que, durante los casi últimos 20 años hemos sido gobernados por un solo partido y sus aliados, eso, bajo ningún concepto significa, que nuestra Democracia esté en juego y que corra el más mínimo peligro.
Cada uno de esos siete Presidentes que hemos tenido en los últimos 42 años a los que me refiero, han sido el resultado del voto popular.
Quizás con fallas o errores en la Junta Central Electoral que les ha tocado en su elección; posiblemente con el desamor de los que no han ganado, pero nunca poniendo en juego nuestra Democracia.
Lo sucedido en las fallidas elecciones del 16 de este mes, no ha sido lo mejor para el país, pero, cuando las aguas se aclaren, surjan las causas reales del error o se determine, si los hubo, quienes fueron los verdaderos culpables de lo que pasó, la Democracia (hay que mencionarla muchas veces) Dominicana, saldrá fortalecida, seguiremos siendo el País ejemplo de la Región y continuaremos por senderos de paz y de progreso.
Si usted, que me honra con su lectura, no está de acuerdo con el Gobierno del Lic. Danilo Medina y no quiere que el PLD nos siga gobernando más allá de agosto de este año 2020, mi consejo sincero es que, este 15 de marzo vaya temprano a votar, se asegure de que todos sus relacionados voten en contra del PLD y haga lo mismo el domingo 17 de mayo.
Ahora bien, mi querido lector, no se permita usted, ni deje que nadie lo haga, que se juegue con el futuro del país.
Los que quieren que se elimine la Junta Central Electoral y que el país caiga en el caos y el desorden, son los que realmente quieren destruir nuestra Nación.
Dios nos libre de que otro niño dominicano tenga que vivir lo que yo viví. Esa es la razón por la que, le ruego, le suplico y le imploro que: No juguemos con la Democracia Dominicana.
La Fundación Hijos de la Resistencia sometió ante la Junta Central Electoral una instancia con la finalidad de que sea rechazada la inscripción de la candidatura presidencial del señor Luis José Ramfis Rafael Domínguez Trujillo, solicitada ante la Junta Central Electoral (JCE) por el Partido Nacional Voluntad Ciudadana.
La inscripción de Domínguez Trujillo se produjo con miras a las elecciones presidenciales del próximo mes de mayo y sería conocida por el Pleno de la JCE el próximo 24 de febrero.
La Fundación es representada por los abogados Cristóbal Rodríguez Gómez, Santiago Rodríguez Tejada, Laura Acosta Lora y Nassef Perdomo Cordero.
Entre sus argumentos para presentar la instancia señalan que Domínguez Trujillo nació en territorio norteamericano, adquiriendo tiempo después la nacionalidad dominicana, por lo que posee la doble nacionalidad, lo aseguran ha hecho público en varias ocasiones.
Señalan que de acuerdo a las legislaciones vigentes en el país, para optar por la candidatura a la Presidencia de la República, Ramfis Domínguez debería renunciar a la nacionalidad norteamericana.
En el escrito justificativo, dicen que Domínguez Trujillo ha ofrecido varias explicaciones del por qué tiene derecho a optar por la candidatura, sin que hasta el momento haya presentado la principal razón que lo inhabilita a aspirar, que es la renuncia a la nacionalidad norteamericana. Su acta de nacimiento fue transcrita el 18 de mayo de 2016 por ante la Oficialía del Estado Civil de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional.
“De conformidad con lo anterior, como condición para la renuncia a la nacionalidad norteamericana, se hace indispensable que el ciudadano estadounidense que decida renunciar a la misma debe, en primer término, ostentar antes otra nacionalidad. Como ya hemos visto, de conformidad con la documentación que reposa en la JCE, el señor Domínguez Trujillo realizó la transcripción de su acta de nacimiento norteamericana en el 2016, es decir, hace apenas tres años, con la cual se hace imposible que pudiera haber renunciado a la nacionalidad norteamericana 10 años antes de las elecciones de 2020, como exige la Constitución de la República”, detalla la instancia.
El pasado 28 de octubre el Partido Nacional de Veteranos y Civiles (PNVC) proclamó a Ramfis Domínguez como su candidato presidencial para las elecciones de mayo próximo.
La información tomó por sorpresa a la Fundación Hijos de la Resistencia, al reiterar que el señor Domínguez Trujillo se encuentra inhabilitado para ser candidato presidencial, por las razones antes explicadas.
Los abogados explican que el PNVC tomó la decisión de proclamar al señor Domínguez Trujillo, desconociendo así sus deberes y obligaciones como organización política.
Si bien el 30 de mayo de 1961 traza la línea divisoria entre el pasado y el presente de la vida democrática del país, a 50 años de caída la dictadura Trujillista en el sistema electoral dominicano todavía existen rasgos que se asemejan a los perfiles de esa era.
Los fraudes electorales, reformas constitucionales acomodaticias, falta de controles en las campañas, y uso y abuso de los recursos del Estado, han sido una constante durante todos estos años.
Modelo trujillista. Como en todo el aparato jurídico, el sistema electoral durante la Era de Trujillo se ceñía a preceptos de la democracia, pero solo en papel, pues en verdad durante esa época no hubo elecciones sino el cumplimiento de una formalidad, afirma el historiador Frank Moya Pons.
De ahí que, las características del sistema electoral dominicano durante la tiranía podrían resumirse diciendo que no había un sistema pluripartidista, Trujillo era el único candidato o designaba quién debía serlo, no se contaban los votos, y en principio el sufragio solo lo ejercían los hombres.
Siete elecciones, un presidente. Trujillo se postuló por primera vez y obtuvo la Presidencia de la República el 16 de mayo de 1930.
Entre ese año y el 1961 se organizaron en el país siete elecciones con las mismas características. Trujillo se repostuló y ganó los comicios de los años 1934, 1938, 1942 y 1947, y su hermano Héctor Bienvenido Trujillo, las de 1952 y 1957.
Partidos. Para esa época existían los partidos Dominicano (PD) Republicano Liberal (PRL) Coalición Patriótica de Ciudadanos (CPC), Obrero Independiente (POI), Nacionalista (PN) y Unión Nacional (PUN), que le sirvieron de plataforma para sus ascensos al poder.
Voto de la mujer. En 1940 Trujillo modificó la Constitución y eliminó el cargo de vicepresidente e instituyó el voto de la mujer.
Actualidad. Hoy día en República Dominicana existe un sistema electoral pluripartidista que se ha ido adaptando a las conveniencias de los principales actores políticos, lo que hace que las diferencias con la Tiranía sean inevitables, aunque no del todo democráticas, en opinión de Moya Pons.
Ley electoral. En el año 1962, tras la renuncia forzada de Joaquín Balaguer, quien heredó el Gobierno de Trujillo, la Junta Civico-Militar que asumió, presidida por Rafael Filiberto Bonnelly, promulgó el 5 de mayo la Ley Electoral número 5884 y designó una Junta Central Electoral (JCE) presidida por Emilio de los Santos.
Primeras elecciones y método votación. Las primeras elecciones democráticas se celebraron el 20 de diciembre de 1962 con la participación de 11 partidos políticos reconocidos por la JCE.
El sufragio se ejercía entonces con la cédula personal de identidad, y para evitar la doble votación, el documento era perforado y se marcaba con un sello que decía votó con la fecha de las elecciones.
Al elector se le entintaba el dedo índice y se le rasuraba el antebrazo. Ese método se utilizó hasta el 1971 cuando se promulgó la Ley 55 que creó el Registro Electoral.
Otras reformas. En el período 1963-65 se produjo el derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Bosch, y como consecuencia de ese hecho, la guerra civil de abril.
Durante su mandato de apenas siete meses Bosch promulgó una Constitución liberal, pero que no incluyó reformas al sistema electoral existente.
Vuelta de Balaguer. En 1966 se celebraron elecciones presidenciales y Balaguer, quien asumió el poder, reformó nuevamente la Constitución y tampoco incluyó novedad en el sistema de comicios, sino que insertó el artículo 55 mediante el cual se otorgó poderes excepcionales al presidente de la República.
Dos elecciones. El 16 de mayo de 1968 se realizaron elecciones Municipales, y debido a denuncias y comprobación de fraude, el 18 de julio se celebraron elecciones complementarias.
Uso del padrón. Fue en las elecciones presidenciales de 1974 cuando se utilizó por primera vez el registro o padrón electoral. El proceso se torno lento y tedioso por la aglomeración de votantes en las mesas electorales, y debido a que miles de ciudadanos no estaban en el registro, después del mediodía la JCE permitió votar a todo el mundo y en cualquier mesa.
Inclusión voto observado. La desconfianza que todavía a 13 años del ajusticimiento de Trujillo generaba el sistema, motivó que para las elecciones de 1978 fue necesaria una misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), y la implementación del voto observado para los ciudadanos que no figuraban en el padrón.
Despolitización. En el período 1978-1982, durante los gobiernos de Antonio Guzmán y Jacobo Majluta, se avanzó a un ordenamiento del Estado Dominicano eliminando todo residuo de interrupción del orden democrático con elecciones cada 4 años, y se inició un proceso de “despolitización” de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
En el siguiente período constitucional (1982-86) que correspondió a Salvador Jorge Blanco, también del PRD, no figuran aportes de su gobierno al sistema electoral dominicano.
Balaguer volvió a gobernar durante el período 86-90, y ninguno de los textos consultados tampoco registran avances en el sistema.
El despegue. Fue la crisis post electoral de 1994 la que forzó la reforma constitucional de mayor alcance que se había hecho, y la que dio forma al modelo de sistema electoral dominicano.
Contenido. Esa reforma redujo de 4 a 2 años el período constitucional de Balaguer, prohibió la reelección, y estableció la doble vuelta electoral en caso de que en los comicios ningún partido obtuviera el 50 + 1 de las votaciones.
Otras novedades. Para las elecciones del 16 de mayo de 1996 se restauró el período presidencial de 4 años. En 1997 se promulgó la nueva la Ley Electoral número 275-97, se implementó la Cuota femenina de un 25%, el voto en el exterior, financiamiento de los partidos, y la conformación de las circunscripciones electorales para la distribución de escaños en la Cámara de Diputados.
Restablecen reelección. El el período 2000-2004 se modificó la Carta Magna para restablecer la reelección consecutiva y en caso de perder no poder volver a postularse jamás. También se separaron, con dos años de por medio, la celebración de las elecciones presidenciales, de las congresionales y municipales.
También se modificó la Ley Electoral 02-03 y dividió la JCE en tres instancias: un Pleno, una Cámara Administrativa y otra Contenciosa, y sus miembros fueron aumentados de 5 a 9. Se suprimieron las tandas para votar por sexo,
Ley de partidos. En el periodo 2004-2008 se promulgó la Ley de Partidos 286-04 que fue anulada por inconstitucional, y se modificó el artículo 50 de la Ley Electoral, sobre la distribución del financiamiento a los partidos políticos.
Separan elecciones. La reforma constitucional del 2010 estableció la reelección mediando un período, extendió a 6 años el período de los legisladores y de los miembros de la JCE hasta unificar las elecciones presidenciales de las congresionales y municipales en el 2016; incrementó de 178 a 183 la matrícula de la Cámara de Diputados con la creación de 5 diputados Nacionales y 7 de Ultramar.
Eliminó las dos cámaras de la JCE, redujo a 5 sus miembros, y creó Tribunal Superior Electoral.
Elecciones libres
En las últimas cinco décadas el país ha tenido sólo 5 presidentes electos constitucionalmente en 12 elecciones. Los de mayor permanencia en el poder han sido Joaquín Balaguer (1966-70, 1970-74, 1974-78, 1986-90 y 1990-96), y Leonel Fernández (1996-2000, 2000-04, 20004-08, y 2008-12). Los demás un solo período.
En el vídeo que se encuentra en el articulo, se habla del pago de la deuda. Es bueno leer lo que dice el ex administrador del Banco de Reservas Arturo Martinez Moya sobre esto, en realidad fue un cambio de acreedor, tomo la misma cantidad en el Banco de Reservas y esta nunca la pagó.
Excelente analisis en el editorial del Periodico El Día El liderazgo político y social ha coincidido en hacer un llamado a preservar la estabilidad social y a actuar con comedimiento ante la innegable crisis política e institucional generada por la suspensión de las elecciones municipales del domingo pasado. EL DÍA se suma de manera militante a ese llamado, más eso no implica mirar hacia un lado o meter la cabeza en un agujero. La inesperada suspensión de las elecciones tuvo su origen en situaciones que no debieron producirse y que fueron solo posibles por intervención directa de manos humanas o por negligencia inexcusable. Todo esfuerzo por enderezar el entuerto debe partir de una investigación seria y documentada sobre lo ocurrido e identificar a los responsables de todo. El problema institucional es que esa investigación no pueden generarlas los investigados ni ninguno de los sospechosos. Sería absurdo pretender que esa investigación la haga la propia Junta Central Electoral, pero igual lo sería si lo hiciera un Ministerio Público supeditado a un Poder Ejecutivo que impulsa candidatos y que pretende que el partido oficialista permanezca en el poder. Lo mismo se diría si se le entregara la investigación a la oposición o a sus grupos satélites. Esa investigación debe ser realizada por entes externos y bajo la conducción de una comisión de notables que garantice se llegue al fondo del asunto. Ni la Junta, ni el Ministerio Público, ni la oposición tienen la suficiente validación frente a la población para una indagatoria como ésta, que además de aspectos criminales, arrastra un fuerte componente político. Se ha convocado nuevamente a elecciones, pero sin saber toda la verdad de lo ocurrido el pasado domingo no habrá confianza en el organizador ni en los resultados. Hacemos un llamado a conducirnos con madurez y prudencia, pero también queremos la verdad y que se aplique el régimen de consecuencias.
«¿Papá, es verdad que mataste a cientos de personas?» Ésta no es ciertamente una pregunta con la que muchos hijos e hijas sientan la necesidad de interpelar a sus padres. Pero para un grupo de mujeres en Argentina, se ha vuelto ineludible y urgente.
Sus padres han sido acusados y, en muchos casos, condenados por algunos de los peores crímenes cometidos en la historia reciente de Argentina: fueron policías y militares represores durante el último régimen militar.
Desde 1976 y por casi siete años, las juntas militares que tuvieron el control del país persiguieron a sus oponentes políticos – comunistas, socialistas, estudiantes, artistas, líderes sindicales… todo aquel a quien consideraran una amenaza- y secuestraron, torturaron y dieron muerte a miles de ciudadanos.
Esta es la historia de dos hijas de aquellos hombres que, tras cuatro décadas, alzan públicamente la voz contra sus padres.
Analía Kalinec. 40 años. Ojos claros, grandes y silenciosos. Se presenta: «Soy maestra, psicóloga, mamá de dos… y también la hija de un genocida».
«Mi papá nació en 1952, en el marco de una familia de clase media que tuvo vicisitudes económicas. Él abandona sus estudios en tercer año del secundario y decide ingresar a la Policía Federal allá por el 73, muy jovencito.
Yo nací en dictadura y siempre supe que mi papá era policía, no nos hacíamos la pregunta de a qué se dedicaba o qué hacía. En casa era un papá muy presente, pero yo nunca le preguntaba nada. Una ‘familia tipo’, que nos juntábamos a comer asado, íbamos al club de la policía o íbamos con mi papá a pescar… Él era el padre proveedor, muy querido, muy respetado dentro de casa. Éramos cuatro hermanas y vivíamos en nuestra burbuja. Después nos fuimos casando y teniendo hijos, como se esperaba de nosotras. Yo fui la que más tardó de las cuatro y me casé con apenas 22 años… ¡imagínate!
Así la vida. Hasta el año 2005.
Último día de agosto. Estaba en casa cuando recibí una llamada de teléfono. Era mi mamá. ‘Mirá, no te asustes, papá está preso. Pero quedate tranquila, va a salir’.
Hasta esa llamada, yo nunca había vinculado a mi papá con la dictadura, ni remotamente… Ni remotamente.»
Eduardo Emilio Kalinec, comisario, fue puesto en prisión preventiva. Había testigos que lo mencionaban. Acusaciones de delitos graves: 181 víctimas, cargos de secuestro, tortura y asesinato. Él tranquilizó a su familia diciendo que se trataba de una operación política en su contra.
«Al otro día de esa llamada lo vamos a visitar a mi papá a la cárcel. Y nos dice que no tenemos que creer nada, que se van a decir muchas mentiras pero que él no tiene nada de qué arrepentirse. Que él salió a pelear una guerra y que esto ahora está pasando porque los ‘zurdos revanchistas’, como los llamó, han llegado al poder [en alusión al gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner].
Yo no entendía nada, para mí la dictadura era algo del pasado. Yo era totalmente ajena a lo que pasaba en el país. Trabajaba en una escuela privada, me juntaba los fines de semana con mis hermanas, nos movíamos entre familias de policías compañeros de mi papá y ese era mi círculo. No tenía forma de acceder a un montón de información y tampoco me interesaba, digamos. Mis papás además buscaban mantener un estado de asepsia, ‘nosotros no nos metemos en política, somos apolíticos’.
Tanques y soldados frente a la Casa Rosada de Buenos Aires, el 24 de marzo de 1976. Un golpe militar derrocó a la entonces presidenta Isabel Perón.
Y bueno, cuando mi papá queda preso yo empiezo con mucha dificultad a tratar de poner todo en contexto. Los primeros tres años fueron de negación absoluta. De entender la dictadura, de entender la lucha de las Madres y de las Abuelas [de Plaza de Mayo] y empatizar con ellas, pero decir que mi papá no tenía nada que ver con eso. Que era un error, que estaba bien los juicios pero que con mi papá se habían equivocado.
Hasta que, en el año 2008, elevan la causa a juicio oral. ¿Juicio oral, hay méritos para que vaya a juicio oral? Ahí ya empiezo a pensar que lo que mi papá me decía no era tan así…»
Kalinec fue uno de 15 imputados en el primer juicio del llamado Circuito ABO – un acrónimo de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo, que operaron de manera sucesiva entre 1976 y 1979. Tanto los represores a cargo como muchos de los detenidos fueron transferidos de un centro a otro.
«Leí la causa, que hasta ese momento no la había leído. Era leer a toda velocidad y decir ‘que no aparezca su nombre, por favor que no aparezca su nombre’. Y no querer omitir ningún renglón como para estar segura de que no me lo había salteado, y que de repente aparezca… Kalinec. Recuerdo patente ese momento…
Leí los testimonios, las descripciones de lo que había sido un campo de concentración. Crear todo ese mapa en mi cabeza y ubicar a mi papá dentro de ese mapa se me hacía intolerable y dificultoso».
Eduardo Kalinec, un policía joven pero temible bajo el alias Doctor K.
Para los sobrevivientes que dieron testimonio, el padre de Analía era «el Doctor K«. Un alias, como tenían muchos integrantes de los grupos de tareas para esconder su verdadera identidad.
«Yo sabía que le decían Doctor K porque él mismo me lo había dicho, aunque después siempre lo negó. Una vez le pregunté por qué y él me ‘mandó fruta’, me dijo que le decían doctor porque siempre fue muy correcto y parecía un abogado. A mi marido le dio otra explicación, le dijo que era por un limpiador que había en esa época, de marca Doctor K: él era el que hacía la limpieza. Terrible. Y después (encontré) otro dato que no es menor: él era el doctor y a la sala de tortura le decían quirófano.
Entonces voy a buscar respuestas al único lugar que yo tenía, que era mi propia familia. Y ahí me encuentro con un papá que quiere justificar lo injustificable y, cuando yo lo increpo y le digo ‘cómo que no hiciste nada, si están todos estos testimonios en la causa’, me termina confirmando lo que a mí tanto miedo me daba.
Me confirma su participación de modo personal.
Era parte de las patotas que salían a secuestrar y llevaban a las personas a los centros clandestinos. Él ahora tiene 67 años, en la dictadura era un hombre de 24 o 25. Era de los que ejecutaban las órdenes, no de los que las daban. Y así y todo, en algunas frases textuales los sobrevivientes dicen que lo conocían como alguien muy cruel dentro de los campos de concentración. Había algunos represores a los que les tenían más miedo que a otros. Y mi papá era de los que metían miedo».
Cuando la junta militar tomó control del país, las fuerzas de seguridad persiguieron a quienes consideraron «subversivos». Miles fueron detenidos y llevados a prisiones clandestinas.
El «quirófano» y la picana: voces de los sobrevivientes
Decenas de testigos, en distintas instancias judiciales, señalaron a Eduardo Kalinec como partícipe en interrogatorios y sesiones de tortura en los centros clandestinos.
Ocho de ellos, en el juicio por el Circuito ABO que llevó a su condena perpetua. Lo describieron como un joven de cabello oscuro, «morrudo», retacón, con cuello grueso, voz aguda.
«Bastante temido dentro» y «muy cruel» con los detenidos, según los relatos.
Ana María Careaga tenía 16 años y un embarazo de tres meses cuando se la llevaron. El Doctor K le pegaba patadas cada vez que la veía en la antesala del baño. En una ocasión le reprochó a los gritos el no haber dicho que estaba embarazada. «¿Querés que te abra de piernas y te haga abortar?»
Miguel D’Agostino lo identificó como uno de tres hombres que lo sometieron a cinco días de interrogatorio con picana eléctrica en el «quirófano».
El ex centro clandestino El Olimpo, donde estaba basado Kalinec. Funcionó durante 17 meses y se estima que por allí pasaron unos 500 secuestrados.
Delia Barrera también fue víctima de tortura durante los 92 días que estuvo detenida en El Atlético. Corría 1977 y ella tenía 22 años.
«Tengo el tabique (antifaz) puesto y siento muchas voces alrededor. Y una voz dice ‘comiencen’ y ahí comenzaron a pegarme, a golpearme. De ahí me llevan arrastrada de los pelos hasta lo que ellos llaman quirófano. Eran tres salas, uno escuchaba mientras torturaban a otros al lado», relató Barrera a BBC Mundo.
«Me obligan a desnudarme. Me atan a una cama metálica, me abren las piernas, me atan un cable en el dedo pulgar del pie izquierdo y me hacen escuchar un ruido: shhhhh. Y me dicen ‘¿Lo conoces? Bueno, ahora lo vas a conocer’. Y ahí empiezan con las descargas de la picana.
Me culpaban de haber puesto bombas en el departamento de Policía, que yo nunca hice. Me pedían nombres de compañeros de militancia. Y la tortura duraba y duraba…»
Centro de detención El Olimpo, una esquina de ventanas tapiadas en el barrio porteño de Flores.
Tras una sesión de tortura se cruzó con Kalinec.
«Me habían golpeado mucho y me llevan a la enfermería, me interroga un represor al que llamaban Doctor K, así que yo pensé ‘ah, un médico’. Me dijo que tenía las costillas fisuradas, pero que no me iba a vendar porque podía ahorcarme con las vendas. Pero yo logré espiarlo, tenía el tabique medio levantado y nunca me olvidé de esa cara de Kalinec. En el juicio estaba peinado con raya y gomina, pero los bigotes los tenía. Cuando los jueces me preguntan si yo reconozco a alguien, les digo ‘ahí está, Doctor K, Kalinec’. No me podía olvidar de Kalinec».
Delia fue liberada y vivió para contarlo, con secuelas físicas y mentales. Cicatrices por la picana, una costilla mal soldada, reiterados intentos de suicidio.
Otros no corrieron la misma suerte. Entre ellos, su esposo Hugo Alberto Scutari. No lo ha vuelto a ver desde que compartieron celda por unas semanas en El Atlético. Hoy es uno de los detenidos-desaparecidos del régimen: aunque el número exacto es objeto de disputa, los organismos de derechos humanos calculan que fueron unos 30.000.
La mayoría de los presos que pasaron por el Circuito ABO continúan desaparecidos.
Las cartas
Analía confrontó a su padre con la evidencia que le proveyó la causa judicial.
«Después de una conversación en la cárcel, donde él se puso muy incómodo y nervioso, yo sentí una especie de liberación. Volví a casa y escribí Carta abierta a un represor. En mi familia siempre fuimos de escribirnos cartas. Y pongo el nombre ‘represor’ con todo. Yo ahora lo digo totalmente naturalizado, pero había que poner esa palabra… Y como no se lo podía decir en la cara, lo escribí.
Ese día en la cárcel fue, sin que yo lo supiera, la última vez que vi a mi papá.
No me imaginé ni remotamente la dimensión que iba a tomar esa rebelión mía de atreverme a dudar de él. Después aparece todo el reproche de mi mamá y mis hermanas: ‘¡Cómo le vas a decir eso justo en este momento que más nos necesita, tenemos que estar unidos y vos le venís con eso!’ Mis hermanas, que son también policías, siempre se pusieron del lado de mi papá. Hoy no tengo trato con ellas.
Eduardo Emilio Kalinec, durante el juicio. Fue condenado a prisión perpetua.
En ese momento también empecé, más allá de las cartas, a hacer un registro narrativo personal pensando en mis hijos y en cómo explicarles que de repente se habían quedado sin abuelos, sin primos, sin tías.
Y la cosa empezó medio verborrágica, hablando con ellos con toda la verdad. Al punto que un día me llaman del jardín de infantes y me dicen ‘Mirá, necesitamos una entrevista con vos, porque Gino (hijo mayor, entonces de 4 años) le contó a sus compañeritos que su abuelito estaba preso porque había matado a muchas personas’. Y los compañeritos empezaron a preguntar si tenía ametralladoras, si tenía tanques… Y la maestra casi se cae ahí redonda.
Es un trabajo constante el de reconciliar esa imagen del Doctor K con la del padre querido. Dentro de lo que es el mundo intrafamiliar, yo lo recuerdo haciéndonos cosquillas, abrazándonos…
Y en un primer momento fue más fuerte la disociación. Yo me acuerdo que decía ‘bueno, por un lado está mi papá y por otro lado está el genocida’. Y elaborándolo en terapia, termino reconociendo que no, que es siempre la misma persona, una única persona con una parte que mantiene oculta pero que forma parte de él y a mí ya no me engaña».
Kalinec fue sentenciado a prisión perpetua en diciembre de 2010 por homicidio calificado, tormentos y privación ilegítima de la libertad agravada por haber sido cometida por funcionario público. Él niega los cargos.
De los casi 3.300 investigados por delitos de lesa humanidad desde que se reabrieron los juicios, en 2007, 962 personas han sido condenadas en 238 causas, según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Todavía hay más de 350 causas en trámite.
Primer juicio del circuito ABO, con lectura de sentencia en diciembre de 2010. 15 imputados en el primer juicio del circuito ABO. (En la foto, Kalinec mira sus notas en segunda fila, segundo desde la izquierda).
Secreto del policía infiltrado
Pero no todos los ex integrantes de las fuerzas de seguridad llegan al banquillo. El padre de Paula (*) es uno de ellos.
«Nací en Buenos Aires, en 1980, cuando la dictadura estaba en pleno apogeo.
Desde que me di cuenta de que lo que sabía que había ocurrido en la dictadura había sido responsabilidad de mi padre, que él había trabajado para ellos, me acompaña este sentimiento de vergüenza y de culpa, como si yo fuera una cómplice. Porque… sé todo esto y no hay nada que pueda hacer. Soy custodia de un secreto que yo no quiero guardar.
Recién a los 14 años Paula supo que su padre trabajaba para los servicios de inteligencia.
En mi caso, mi padre nunca fue llevado a la Justicia. ¿Cómo estoy segura de que es culpable? Bueno, ¡porque él me lo dijo! Sé que fue parte de la represión porque me lo dijo. Mi papá trabajaba para los servicios de inteligencia, probablemente como espía.
Cuando tenía 14 años, mi papá nos llevó a mi hermano y a mí a un café y nos contó que era policía. Nosotros no teníamos ni idea. Nos dijo que él había participado en la ‘guerra contra la subversión’, así la llamó. Y que estaba orgulloso, se sentía héroe. Yo en ese momento no entendí. Me tomó tiempo, sabés, como dos meses tardé en digerirlo.
Soldados catean a un civil en Buenos Aires, 1977.
Solía infiltrar distintos grupos, de estudiantes o trabajadores sociales o cualquiera que a los militares no les gustara. Y ‘marcaba’ a los militantes, les pasaba los nombres a sus superiores.
Era muy joven, de veintipico, y por las fotos que había en casa no parecía un policía. Tenía el pelo largo y usaba camisas sueltas, como cualquier tipo normal de los años 70. Lo que yo sabía es que era abogado. Nosotros no socializábamos con otros policías, en casa se escuchaba música ‘prohibida’ como (Joan Manuel) Serrat… Si vos veías a mi papá no decías ‘ah, un policía’. En mi casa nunca jamás vimos un uniforme. Nunca.
Cuando él nos cuenta todo, yo lo confronto. Le digo ‘no importa si ellos hicieron algo o no. ¡No vas y los secuestrás y los torturás! ¡No los matás porque sean, según vos, subversivos! Es básico, no lo hace nadie y mucho menos debería hacerlo el Estado’.
Tuve esta conversación con él muchas veces. ‘Ellos eran terroristas’, repetía. ¿Y qué? Pongamos que lo fueron: vos tenés que moverte en el marco de la ley. ‘No entendés, se venía la amenaza comunista’, me retrucaba. ‘No me importa, papá. No es razón para matar, torturar, violar, desaparecer y robar niños‘. De ninguna manera».
Pasaron diez años desde que Paula se enteró del secreto familiar hasta que cortó lazos con su padre.
«La familia es la familia… Así que tuve que seguir viéndolo, después durante un tiempo no lo vi porque estaba muy enojada. Y así, con idas y vueltas, en parte porque mi mamá me insistía, ‘es tu padre, cómo no lo vas a ver’. Pero cuando murió mi mamá me sentí más libre y decidí que ya, punto final. Corté el vínculo. De eso hace ya 15 años.
Paula de niña, con su padre: «Si lo veías no decías ‘ah, un policía’. Nunca lo vi de uniforme».
No hubo vuelta atrás. Él es una persona horrenda y yo no quiero a alguien así en mi vida. Siempre me repitió que había hecho lo que había que hacer, que había actuado correctamente, que los crímenes habían sido necesarios. Ah, y no los llamaba crímenes, claro. Los llamaba ‘acciones’.
Así que en un punto no me importa si ha sido condenado o no, yo sé lo que hizo porque él se jacta de ello. Fue partícipe necesario de esa maquinaria de violencia que hasta hoy defiende.
Las Madres de Plaza de Mayo marchan contra las leyes de punto final y obediencia debida, en 1986. La derogación de estas leyes permitió que se abrieran los juicios contra responsables de violaciones a los DD.HH. durante el régimen militar.
No tengo recuerdos lindos, de todas maneras. Llevo 15 años en terapia y volvemos sobre este tema un montón: ¿cómo es posible que no tenga ningún recuerdo? Sé que hay fotos donde somos familia feliz, pero yo no tengo registro. Si tengo que pensar un recuerdo bueno… Dejame pensar… tenía uno… Bueno, podría decir que mi papá dibujaba muy bien. Una vez me dibujó una Cenicienta muy linda. Eso, que era buen dibujante.
Por lo demás, me inspiraba miedo. Tenía un aura atemorizante, digamos (risas). Sabía cómo infundir terror. Hace un tiempo me reuní con amigos de la infancia, estábamos recordando esa época y una de mis amigas me confesó: ‘Tu papá me daba mucho miedo’. Y yo pensé ‘sí, tal cual, yo también le tenía miedo’.
No era violento, en el sentido de que no nos sometía a la violencia física. Pero era una pesadilla psicológica».
Analía (en el centro), junto a otros familiares, decidieron formar la organización Historias Desobedientes.
Historias desobedientes
Paula y Analía se encontraron. Hace no mucho. Las ayudaron las redes sociales. Decidieron que querían hablar, tomar la calle, ir contra el mandato familiar y repudiar a sus padres a la vista de todos.
Analía: Empezamos a ver que había otras hijas e hijos de genocidas que vivían callando su repudio. Nos encontramos. Fue una cuestión espontánea, de decir ‘tenemos que hacer algo, esto es intolerable’. Y preguntarnos cómo nos presentamos…
Decidimos salir desde este lugar de familiares de genocidas que repudiamos los crímenes y que abrazamos las banderas de memoria, verdad y justicia. Decidimos llamarnos Historias Desobedientes. Hicimos una bandera y salimos a marchar a la plaza. La primera vez éramos cuatro, todas mujeres, con una energía y una alegría…
Paula: Cuando me enteré, fue un despertar, ‘¡dios, yo sabía que no podía ser la única!’. Siento que en el grupo me entienden como nadie más puede entenderme. Imaginate, sé quién es mi padre desde los 14 años y nunca lo había hablado con nadie.
La primera vez que lo conté fue a mi psicóloga, pero después mantuve el secreto por 23 años hasta que me encontré con ellas (hace menos de dos). Es una locura… tengo 39 y viví 23 años en silencio.
Publicaron un libro de escritura colectiva, llamado «Escritos desobedientes». Aquí, Paula en la presentación.
Analía: Sí, sí. Tenemos una necesidad de expresión muy fuerte. Estamos sacando manifiestos a cada rato, sacamos un libro colectivo, un proyecto de ley que intenta cambiar la legislación argentina que al día de hoy impide que un hijo testifique en contra de sus padres.
Queremos conseguir que eso no aplique en casos de delitos de lesa humanidad y podamos hablar si es que sabemos cosas que puedan aportar a las causas.
Bruno, de 12 años y el menor de los dos hijos de Analía, la acompaña en su militancia.
Paula: Cuando cargas un secreto por tanto tiempo, hablar te ayuda a lidiar con la vergüenza, un sentimiento que compartimos muchos en el colectivo. Vergüenza porque sabés lo que sabés, porque tenés que callar, porque te da miedo lo que la gente vaya a pensar.
Por eso es importante ‘salir del clóset’. Y salir colectivamente es mucho más potente. Porque nosotros podemos interpelar a estos represores desde un lugar que nadie puede: el lugar de hijos o hijas. Sabemos que no se arrepienten, sabemos que guardan secretos en un pacto de silencio inquebrantable por el que ninguno ha contado lo que hicieron en la dictadura.
Analía: Yo sigo esperando que mi papá hable. Yo sé que tiene información sensible. Acerca de los desaparecidos, acerca eventualmente de algún bebé que fue robado en cautiverio y entregado a familias de apropiadores.
A diferencia de otros represores que están seniles, mi papá está lúcido, tiene una memoria prodigiosa. Y saber el daño que sigue generando con su silencio cómplice y criminal a mí me lastima mucho.
¿Fin del amor?
La presencia de los «desobedientes» en las manifestaciones por los derechos humanos en las calles de Buenos Aires aún toma a muchos por sorpresa. Son un actor nuevo y no todos saben del colectivo que los reúne.
Los miran con sorpresa, con desconcierto. Los aplauden al paso, les elogian la valentía.
Marcha del día de la memoria,. Cientos de agrupaciones se toman las calles cada año para exigir «Nunca más».
Pero su presencia también incomoda a algunos sobrevivientes y familiares de víctimas. (Varios, de hecho, se negaron a participar de este reportaje.)
«Yo soy una persona muy dura ante algunas cosas. Los hijos desobedientes tuvieron oportunidades para salir a denunciar a sus padres y no lo hicieron. ¿Por qué no salieron antes?», reclama Delia Barrera, sobreviviente.
«Porque cuando vos hablás y decís ‘mi papá es esto’ y después decís que lo querés, yo escucho y pienso ‘bueno, vamos mal’. No podés querer a un represor genocida. Decime que no lo querés y ya es otra cosa».
¿Es posible dejar de amar al padre que una vez se quiso?
«Mirá, yo me lo pregunto todo el tiempo», confiesa Analía Kalinec.
Barrera dio testimonio en varios juicios. «Para mí, contar lo que pasó es una misión de vida».
«Primero, porque fue una relación de mucho afecto mutuo que duró mi infancia, mi adolescencia y parte de mi adultez. Pero después me tocó replanteármelo todo. ¿Qué fue, cariño siempre y cuando yo hiciera todo lo que mi papá quería? ¿Qué tanto amor puede haber ahí , si cuando yo empiezo a disentir con él o a hacerle cuestionamientos él ya me quiere desheredar?
«Yo me niego a renunciar a ese papá que quise tanto. Yo sé que hay una parte mía que lo quiere conservar y no quiero ser tan mala conmigo misma de renunciar a eso.
«En el colectivo muchas veces pensamos en esto, nos planteamos que nosotras no podemos querer a nuestros padres. ¿Quién puede decidir querer o no querer? ¿Cómo se borra el afecto? ¿Cómo se borran los recuerdos? Así que por ahora convivimos con esas contradicciones»
Liliana Furió (izq.) es la hija de un militar condenado, actualmente con demencia senil y en prisión domiciliaria. Con Analía fundaron el colectivo Historia Desobedientes.
(Sin) epílogo
Aunque hace muchos años que las hijas cortaron vínculos con sus respectivos padres, hace muy poco que rompieron públicamente el silencio. La historia -personal, social- sigue escribiéndose.
En 2019, Kalinec inició una demanda desde la prisión para que Analía sea excluida de la herencia de su madre, fallecida en 2015. Y lo hizo «por causales de indignidad»: considera que su hija lo ha difamado y no debe beneficiarse del dinero de la familia, tal como consigna en un escrito que también firman sus dos hermanas menores.
En la contestación de la demanda, Analía indicó que aceptará lo que quiere su padre si él antes admite su culpa y aporta datos sobre el destino de sus víctimas.
«Es cínico esto que está pasando, pero a mí me parece que lo interesante de este juicio contra mí es que, después de 12 años sin vernos, ese diálogo que mi papá me niega ahora se vuelve una conversación mediante escritos y abogados, donde él tiene que leer lo que yo tengo para decirle y donde le sigo exigiendo que diga lo que sabe», apunta la hija.
Muchos los aplauden cuando marchan para pedir justicia. Para otros, son una presencia incómoda.
A Paula ya no le queda esa opción. Recibió una llamada de su hermano hace poco. Le avisaba que su padre había tenido un accidente cerebrovascular. Lo operaron, pero nunca recuperó la conciencia.
«Yo no fui a verlo al hospital. Tampoco fui al funeral», dice Paula, al teléfono con BBC Mundo cuando le dieron la noticia.
«Decidí no ir porque pensé que sería irrespetuoso para quienes sí tenían una relación con él. Y también porque honestamente una parte de mí ya había hecho el duelo de mi padre en mi vida».
«Pero vivo o muerto él, yo como hija me sigo sintiendo responsable de hablar, de decir que condeno sus actos. Quizá ayude a que otros se animen a hablar, más allá del vínculo de sangre que tengan con el perpetrador. Nada de esto cambia con la muerte de mi papá».
(*) Paula solicitó que no publicáramos su apellido, para resguardar la identidad de otros miembros de su familia.
-La autora, Valeria Perasso, es Corresponsal de Asuntos Sociales, BBC World Service