Con la llegada de la dictadura de Rafael Leonidas
Trujillo, la administración pública en nuestro país lo que hizo fue
decrecer a unos niveles inimaginables. Trujillo fue telegrafista,
pesador de caña en una industria azucarera, luego guarda campestre en el
ingenio de Boca Chica, de ahí ingresó a la Guardia Nacional Dominicana
en donde tuvo varios ascensos, hasta llegar a convertirse en el jefe.
Con el correr de los años esa institución pasó a llamarse Policía Nacional Dominicana y su jefe continuó siendo Trujillo, después se le llamó Ejército Nacional y él terminó alcanzando el rango de General de Brigada.
Dentro de los planes del dictador estaba el de hacerle creer a Horacio Báez que él era un horacista desde la cabeza hasta los pies. Pero llegado el momento, atacó hasta obtener el poder político, asumiendo la presidencia de la República el 16 de agosto de 1930.
Lo conocido como la Era de Trujillo, de 1930 a 1961, fue una época saturada de sangre, muertes, desaparición, prisión y cuantas perversidades puede llegar a pensar un ser humano. Trujillo nunca tuvo límites; todo cuanto él observaba, si llegaba a interesarle, pues rápido pasaba a ser de su propiedad. Nadie tuvo más poder económico, político o social que el sátrapa. Él hacia crecer al Estado dominicano a su imagen y semejanza.
Trujillo era portador de una mentalidad corrupta y criminal. Dentro de su agenda nunca estuvo el fortalecimiento y desarrollo de la administración pública. Todo lo contrario, se convirtió en jefe político, jefe militar, y dueño de las empresas importantes del país.
Es más, hasta creó el Partido Dominicano y, como si fuera poco, obligó a todos los empleados públicos, excepto a los militares, a que le entregaran el diez por ciento de sus sueldos al partido.
Para nada le interesó mostrarle al mundo los adelantos de la administración pública. Por eso en el 1951, mediante la ley 2680 decidió suprimir la Comisión Nacional de Servicio Civil.
Gracias a Dios que el 30 de mayo de 1961 llegó a su fin tan desgraciada dictadura.
Con el correr de los años esa institución pasó a llamarse Policía Nacional Dominicana y su jefe continuó siendo Trujillo, después se le llamó Ejército Nacional y él terminó alcanzando el rango de General de Brigada.
Dentro de los planes del dictador estaba el de hacerle creer a Horacio Báez que él era un horacista desde la cabeza hasta los pies. Pero llegado el momento, atacó hasta obtener el poder político, asumiendo la presidencia de la República el 16 de agosto de 1930.
Lo conocido como la Era de Trujillo, de 1930 a 1961, fue una época saturada de sangre, muertes, desaparición, prisión y cuantas perversidades puede llegar a pensar un ser humano. Trujillo nunca tuvo límites; todo cuanto él observaba, si llegaba a interesarle, pues rápido pasaba a ser de su propiedad. Nadie tuvo más poder económico, político o social que el sátrapa. Él hacia crecer al Estado dominicano a su imagen y semejanza.
Trujillo era portador de una mentalidad corrupta y criminal. Dentro de su agenda nunca estuvo el fortalecimiento y desarrollo de la administración pública. Todo lo contrario, se convirtió en jefe político, jefe militar, y dueño de las empresas importantes del país.
Es más, hasta creó el Partido Dominicano y, como si fuera poco, obligó a todos los empleados públicos, excepto a los militares, a que le entregaran el diez por ciento de sus sueldos al partido.
Para nada le interesó mostrarle al mundo los adelantos de la administración pública. Por eso en el 1951, mediante la ley 2680 decidió suprimir la Comisión Nacional de Servicio Civil.
Gracias a Dios que el 30 de mayo de 1961 llegó a su fin tan desgraciada dictadura.
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