miércoles, 7 de junio de 2017

Manuel Noriega, espejo de los dictadores latinoamericanos

PARÍS.- Manuel Antonio Noriega, uno de los más corrompidos y brutales dictadores que haya padecido América latina, acaba de fallecer de un cáncer en el cerebro en la ciudad de Panamá, donde estaba preso desde 2011, luego de haber cumplido diecisiete años de prisión en Estados Unidos y cinco en Francia, por crímenes contra los derechos humanos, colaboración con el narcotráfico, robos, torturas, lavado de dinero sucio y una larga lista de delitos más. Aunque pagó en parte su negro prontuario, es posible que sus hijas hereden una buena cantidad de millones esparcidos en cuentas secretas por el ancho mundo que la justicia de tres países no ha conseguido recuperar.

Todo es oscuro y turbio en la vida del célebre "cara de piña" -así apodado por las marcas de viruela de su rostro-, empezando por su nacimiento. Es seguro que nació en un barrio pobre de Panamá y que tenía orígenes colombianos, pero la fecha es incierta, pues él mismo la adulteró varias veces por razones misteriosas, de modo que podría haber tenido 83 u 85 años a la hora de su muerte.

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