Por Ramón Colombo. 22 de agosto de 2014 - 12:09 am -

Ramón Colombo
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.
En el Palacio Nacional, Juan Bolívar Díaz recordó lo que nadie debería “olvidar”: “El arrojo de los periodistas que mantuvieron la libertad de información y opinión fue determinante para que la nación no cayera definitivamente en otra dictadura. En aquellos años (los 12 de Balaguer) no había libertad sindical, ni de manifestaciones políticas, ni elecciones plurales. Con cientos de asesinatos y presos políticos y miles de exiliados; con unas fuerzas armadas y policiales politizadas y un férreo control del Congreso y la justicia, sólo una relativa libertad de ejercicio periodístico fue la diferencia con la dictadura absoluta”.
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