Excelente editorial del Diario libre.
La democracia es el más incómodo de los sistemas políticos para vivir.
Hay que aguantar las opiniones más diversas y disparatadas; hay que
escuchar a todo el mundo; dar cabida a todos los intereses creados y no
se le pueden violar los derechos a nadie.
En una dictadura es más fácil vivir si usted no se mete con nadie y aplaude cada vez que lo manden.
Pero
vivir en dictadura es incómodo y peligroso, porque a todos nos gusta,
de vez en cuando, decir lo que nos venga en gana y que se nos escuche.
Por
eso, la libertad de expresión, aun de las cosas más incómodas y
enojosas, es preferible al silencio impuesto de las dictaduras.
Pero
mucha gente quisiera limitar esa libertad, que es llamada un "derecho
sombrilla" porque cubre a todas las demás. Gracias a la libertad de
expresión se conocen muchas verdades ocultas y se pueden denunciar los
abusos y perversidades que ocurren en el gobierno y la sociedad. Sin
libertad de expresión no puede funcionar la democracia.
Esas
personas, que han sido elegidas a posiciones gubernamentales gracias a
nuestra imperfecta democracia, quieren coartar las mismas libertades que
las llevaron a la posición en que se encuentran. Algo anda mal.
Prefiero
la libertad de expresión, con todo y su libertinaje, al silencio
sepulcral de las dictaduras. Prefiero aguantar a un necio, que escuchar
todo el día la cantaleta del dictador. Prefiero a un diputado que puede
expresar todos los disparates que quiera, a un país sin palabra.
atejada@diariolibre.com
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