De Dictadores y Aspirantes.
Por Luis Domenianni*
LA
COLUMNA INTERNACIONAL. Pocos, muy pocos son los gobiernos de los casi
doscientos países independientes del mundo que pueden ser rotulados como
dictaduras. La casi totalidad de los regímenes imperantes adhiere a las
formas democráticas. Parte de ellos a las formas, no así a la esencia.
El totalitarismo, tal como se lo
conocía hace unas décadas, es solo una rémora del pasado, en particular,
tras la caída del muro de Berlín en 1989.
Fue la derrota del comunismo,
verificada con la disolución de la Unión Soviética, el elemento que
impulsó la “democratización” en todas las latitudes del planeta con
escasísimas excepciones.
El consecuente final de la “guerra
fría” determinó la desaparición no solo del denominado totalitarismo de
izquierda encarnado por los países de la órbita soviética, sino que
arrastró a su contraparte de derecha, a todas luces ya innecesaria
–según la particular visión de la política exterior de los Estados
Unidos- para contener el “peligro comunista”.
La década de los noventa presenció,
pues, una democratización “urbi et orbi” que, por momentos, alentó
esperanzas, a la vez que deparó sorpresas y hasta farsas.
La terminología política está en deuda
para definir esas farsas democráticas que pululan actualmente por el
mundo. Para ellas, no cabe el nombre de dictaduras pues periódicamente
los pueblos votan. A su vez, tampoco cierra la definición de
democracias, pues el estado de derecho, a través de distintas
metodologías, es violado casi sistemáticamente.
Algunos teóricos hablan, para estas
últimas, de democracias plebiscitarias. Sintetizan a través de una
relación sin intermediarios –los partidos políticos- entre líderes y
masas. Según ellos, los pueblos votan, pero una vez el voto emitido, el
líder electo gobierna a voluntad, sin contrapesos en los restantes
poderes del Estado, sin los límites que la ley impone.
Es la práctica del “cheque en blanco”.
El líder gobernante no tiene otro límite que su voluntad. Hace y deshace
como le viene en gana. Amaña o condiciona elecciones. Legisla, si lo
considera necesario, por encima de los parlamentos. Incumple sentencias
judiciales cuando las considera como no favorables. Intenta acomodar las
constituciones a su conveniencia. Desconoce las atribuciones de los
gobiernos regionales cuando no le son afectos.
En síntesis, en nombre de la democracia destruye la democracia.
Dictaduras
Tal como fue señalado al principio de la columna, restan algunas rémoras de totalitarismo dispersas por el mundo.
Sin dudas, Corea del Norte lidera esta
triste nómina. Las características de su gobierno son las de un régimen
staliniano. Ningún tipo de elecciones, ningún tipo de libertades,
encarcelamiento, torturas y despariciones para los opositores. Un país
encerrado en si mismo, elemento que facilita al gobierno su extremo
despotismo.
Pero el gobierno de Corea del Norte
posee un elemento que la distingue de las restantes dictaduras
sobrevivientes. Es su característica hereditaria. Se trata de un
gobierno comunista cuyos gobernantes, desde su formación en 1946, fueron
el abuelo, el padre y el hijo: los Kim. Por supuesto, todos ellos
inmersos en un culto a la personalidad que va desde títulos oficiales
como “el bien amado” hasta estatuas con sus figuras que invaden plazas,
paseos y calles.
Un escalón más abajo se ubica la Cuba
de los Castro. Allí, la dictadura es doble: Partido Comunista y hermanos
Castro. Pero, a diferencia de Corea del Norte, existen ciertas reglas
de juego, el país es relativamente más abierto que Corea del Norte
–salvo para los propios cubanos- y exhibe algunos logros innegables en
materia de educación y salud pública. Los dos Castro han gobernado Cuba
desde 1959.
Por último, dentro de las dictaduras
lisas y llanas, se ubican China, Vietnam y Laos. Los tres lograron
despojarse del totalitarismo unipersonal y “evolucionaron” hacia una
dictadura de partido –comunista, claro-, es decir colectiva. Pero, su
rasgo más característico consiste en su conversión a la economía de
mercado, aunque tutelada por el Estado. En tal sentido, cada día se
asemejan más a las viejas dictaduras de derecha: características más o
menos liberales en economía, totalitarismo en política.
Los dueños de los votos
Un escalón más debajo de las dictaduras
se ubica una especie de “democracias tuteladas”. Las formas de la
democracia subsisten, el fondo para nada.
En todos estos casos, la manipulación
electoral, los impedimentos para la presentación de candidatos
alternativos y el fraude consagran a “líderes” que muestran resultados
superiores al 90 por ciento de votos favorables. Obviamente, ante
semejantes resultados –en los que nadie cree a nivel internacional- la
voluntad del gobernante se sitúa por encima de las limitaciones
constitucionales y legales.
Así, se producen re-reelecciones
indefinidas, la libertad de expresión queda reducida al mínimo, las
oposiciones son perseguidas, la corrupción de los funcionarios reina por
doquier y la división de poderes es una entelequia.
La reciente “primavera árabe” redujo
significativamente la lista de los “dueños de los votos” en el mundo.
Junto a la caída de Muamar Khadafi –dictador directo por 42 años- en
Libia, hay que contabilizar las salidas de Zine Ben Ali -24 años de
poder- en Tunisia, Hosni Mubarak -30 años de poder- en Egipto y Ali
Saleh -22 años de poder- en Yemen.
No obstante, es posible establecer una
lista de diez “dueños de los votos” sobrevivientes. Cuatro de ellos
gobiernan países que formaban parte de la Unión Soviética. Otros tantos
pertenecen al Africa Negra. Los restantes dos son árabes.
Entres los primeros figuran Islam
Karimov de Uzbekistán, único presidente del país desde su independencia
en 1991 y ganador de la última “elección” con el 88,1 por ciento de los
votos. Ilham Aliev de Azerbaiyan solo gobierna desde 2003 pero sucede a
su padre Heydar quien también gobernó al país desde su independencia en
1991, fue reelecto en 2008 con el 88,7 por ciento. Nursultan Nazarbaiev
quién gobierna, también desde 1991, Kazajstán, fue “reelecto” en 2011
con el 95,5 por ciento. Por último, Gurbanguly Berdibuhamedow de
Turkmenistan quién gobierna desde 2007 y fue reelecto este año con el
97,1 por ciento. Berdibuhamedow sucede al “presidente vitalicio”, tal
era su título, Saparmirat Nyyazow conocido por sus extravagancias en el
culto de la personalidad, tales como rebautizar la avenida principal de
la capital Ahsgabad, con el nombre de… su mamá.
Los árabes son Abdelaziz Bouteflika
quién gobierna Argelia desde 1999 y fue reelecto en 2009 con el 90,2 por
ciento y el genocida Bachar el-Assad de Siria con 12 años en el poder
–reelecto en 2007 con el 97,6 por ciento, que también sucedió a su padre
Hafez que gobernó desde 1970 hasta el 2000 cuando falleció.
Los africanos son Paul Nkurunziza de
Burundi, reelecto con el 91,6 por ciento, Paul Kagame de Rwanda,
reelecto con el 93 por ciento, Teodoro Obiang de Guinea Ecuatorial
reelecto por quinta vez en 2009 con el 95,4 por ciento y el campéon
mundial del plebiscito, Ismail Guelleh de Djibouti, reelecto en 2005 con
el “envidiable” score de 100 por ciento.
Los aspirantes
Una categoría por debajo se ubican
quienes no utilizan el fraude o la manipulación de manera tan grosera,
sino que lo hacen de forma un poco –solo un poco- más solapada.
Cambian fechas, modalidades y leyes
electorales según su conveniencia, dificultan la labor de la oposición,
cooptan sectores y oponentes, crean y sostienen medios de comunicación
“militantes”, persiguen e intentan amordazar a los medios no
oficialistas y demás yerbas del manual del autoritarismo.
En esta categoría se inscriben algunos
de nuestros conocidos gobernantes de las Américas, pero también gran
parte de los africanos y hasta europeos como Aleksander Lukashenko de
Bielorrusia –desde 1994- y, en distinta medida, Vladimir Putin de Rusia
desde 1999 con la interrupción del período 2008-2012 cuando fue… primer
ministro.
Algunos son ya longevos en el ejercicio
del poder total, tales como Blaise Camporé de Burkina Faso -25 años-,
Denis Sassou Nguesso de Congo -15 años-, Idriss Débi de Chad -22 años-
Issayas Afewerki de Eritrea -21 años-, Mswati III de Swazilandia -26
años-, Omar el-Béshir de Sudán -23 años-, Paul Biya de Camerún -30
años-, Robert Mugabe de Zimbabwe -32 años- o Yoweri Museweni de Uganda
-26 años-, todos ellos africanos.
Por último quedan sus admiradores o
amigos o defensores de esta parte del mundo, quienes emplean las mismas
tácticas, aunque con un grado más de disimulo. Daniel Ortega de
Nicaragua, reelecto en 2011 con el 62,4 por ciento. Rafael Correa de
Ecuador, reelecto en 2009 con el 52 por ciento. Evo Morales, reelecto en
2009 con el 64 por ciento y Cristina Kirchner, reelecta en el 2011 con
el 54 por ciento.
Para el final, el espejo –en líneas
generales- en que los últimos cuatro se reflejan y quién mantiene los
lazos con el resto de los autoritarios del mundo, el venezolano Hugo
Chávez, en el poder desde 1999.
Venezuela vota. Las encuestas lo dan ganador a Chávez por escaso margen.
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