domingo, 15 de junio de 2025

sábado, 14 de junio de 2025

Desbrozando el 30M. El informe secreto que anticipó el fin de Trujillo

Por Jose del Castillo. Del Diario Libre
A pocas semanas del ajusticiamiento de Rafael Trujillo (mayo de 1961), el cónsul estadounidense Henry Dearborn envió un informe clave al Departamento de Estado (22/03/61) analizando la oposición al régimen. (FUENTE EXTERNA) Ante la inminencia del ajusticiamiento de Trujillo, planeado para mayo por los conjurados, el Cónsul Henry Dearborn documentaba al Departamento de Estado el 22/03/61 sobre las cuestiones relativas a "la oposición a Trujillo" y "la naturaleza de la opción norteamericana en la República Dominicana hoy". A 64 años del 30M libertario, conviene conocer este ilustrativo reporte. En 2001, en el 40 aniversario de la hazaña, Dearborn regresó y concurrió al Monumento a los Héroes junto a Lorenzo Berry (Wimpy). En 2013, centenario, falleció este diplomático clave en la fragua del tiranicidio. Sobre la oposición a la dictadura señalaba: "No existe una oposición unitaria bien organizada a Trujillo. Por otro lado, según nuestras mejores fuentes, entre el 80 % y el 90 % de los dominicanos alfabetizados son antitrujillistas y desearían una forma de gobierno representativa prooccidental, que no interfiriera en los asuntos de sus vecinos y respetara los derechos humanos fundamentales. La principal fuerza unificadora de los dominicanos antitrujillistas es su odio al dictador. Si bien la mayoría de los dominicanos antitrujillistas ni siquiera consideran accionar contra el Generalísimo, debido a la combinación de su altamente organizada maquinaria represiva y la larga experiencia de dominación a través del miedo, con una escasa capacidad y reconocida docilidad, existen pequeños núcleos de dominicanos que planean derrocarlo. La ausencia de una oposición amplia y bien definida es una condición defensiva, ya que, en el pasado, siempre que un grupo conspirativo se hacía grande o bien definido, era apresado y reprimido sin piedad. Generalmente se lo descubría mediante tortura e inutilizaba con el asesinato de los elementos más valientes. Estas circunstancias han llevado a los núcleos de los que hablo a considerar la liquidación como la única manera de lograr sus fines. El asesinato político es repugnante y repulsivo, pero todo debe juzgarse en su propio contexto. Estados Unidos usó la bomba atómica sobre Hiroshima, lo cual fue horrible y repulsivo, a menos que uno se detenga a considerar que, a la larga, se usó para salvar miles de vidas. No se puede considerar a los dominicanos que apoyan el asesinato de Trujillo como moralmente insolventes o criminales. Algunos de ellos son, de hecho, y esto es aleccionador, las personas con las que nos identificaríamos si nos tocara el infortunio de ser dominicanos. Los núcleos afines a EE. UU. tienen destellos de valentía, son pro-estadounidenses, suscriben los principios de la OEA y son la esperanza de la República Dominicana. Probablemente existan otros núcleos en contra de Trujillo, además de los que nos han informado. El Consulado cree que los comunistas han estado trabajando aquí al menos desde agosto, a través del Generalísimo y Radio Caribe, para lograr los fines de Moscú. El Consulado no puede probarlo. Como tantos dictadores, Trujillo no ve el peligro para su propia forma de vida al manipular a estos elementos. Cree que los está utilizando, pero en realidad está siendo utilizado. Es muy posible que a estas alturas ya no le importe, mientras sean antiestadounidenses y anticatólicos. Cuales sean los núcleos liderados por comunistas, el Consulado no cree que estén en condiciones de tomar el control del país." El 4/06/60, arribaron desde Cuba Máximo López Molina y Andrés Ramos Peguero, del Movimiento Popular Dominicano, instalándose en la Ave. Trujillo Valdez 12, iniciando inscripciones y la difusión de mensajes antitrujillistas con altoparlantes. El 23/07/60, Radio Caribe inició sus transmisiones, enfilando cañones contra la Iglesia, Betancourt y Muñoz Marín, los EE. UU. y la OEA, y el uso de noticias de la agencia soviética TASS. "El campesino aún no ha despertado políticamente. Será el peón de cualquier elemento que tome el poder. Las personas con educación, control sobre la vida económica y las profesiones (médicos, abogados, ingenieros) están mayormente de nuestro lado. El ejército es una incógnita a pesar de nuestros esfuerzos por auscultar sus pensamientos más íntimos. El Consulado sospecha que no podemos discernir sus pensamientos porque no tienen más remedio que mantenerse alejados de los problemas y vivir lo mejor posible. Nos informan que algunos militares se sumarían rápidamente si se desatara un brote antitrujillista, pero no podemos comprobarlo con testimonio directo. Probablemente sea cierto si se hiciera evidente que una revolución tiene posibilidades. Los militares están acostumbrados a seguir a un líder y el Consulado cree que seguirán haciéndolo. La gran pregunta es: "¿Qué líder?". Si el Jefe desapareciera, podrían optar por Balaguer; lo más probable es que formarían una junta, pero alguien surgiría como líder, probablemente un civil. Parece razonable sospechar que, dadas las condiciones actuales, quienes tienen cerebro e influencia triunfarían. Quienes son nuestros amigos prácticamente tienen el monopolio de esos recursos. Esto no significa que lo harán todo a nuestra manera." Un Dearborn precavido aventura un curso de actuación de cara al futuro inmediato tras descojonar a Trujillo: "Hay muchos cambios por hacer y no habrá una sola determinación sobre cómo hacerlos. Como es de esperar, la prueba del ensayo y el error será el principal método de avance, y ni siquiera Estados Unidos puede conocer todas las respuestas sobre lo que es bueno para la República Dominicana en sus propias circunstancias particulares. La paciencia y la comprensión serán fundamentales." Avizorando el porvenir, se plantea cuál sería "la naturaleza de nuestra elección. El Consulado duda que haya caos tras la caída de Trujillo, pero esto depende en cierta medida de lo que se entienda por caos. Probablemente habrá derramamiento de sangre y muchas dificultades de ajuste, tanto económicas como políticas. Cuanto de esto ocurra dependerá en gran medida de los dominicanos, pero también en parte de Estados Unidos y la OEA. La OEA debe estar preparada para brindar ayuda con prontitud si se le solicita, y Estados Unidos debe estar preparado de inmediato para actuar como agente de la OEA. Desde agosto de 1960, Trujillo, consciente o inconscientemente, ha estado acomodando a la República Dominicana ante los extremistas de izquierda. Los informes del Consulado lo han señalado clara y repetidamente, y fue en gran parte la base de nuestro argumento a favor de sanciones efectivas contra las exportaciones de Trujillo en agosto pasado. Nuestro argumento ha sido que cuanto más tiempo Trujillo siga dominando la República Dominicana, más susceptible se vuelve el país a los extremistas de izquierda y que, por lo tanto, el derrocamiento de Trujillo en un futuro próximo beneficiaría a Estados Unidos. La situación no nos es tan favorable como lo fue en agosto pasado debido al relajamiento que se ha producido entretanto. Sin embargo, nos es más favorable que en diciembre pasado, y creo que, si Trujillo fuera derrocado hoy, saldríamos de la situación mejor que nunca. Esto se debe a que, desde principios de enero, gozamos de una alta estima por parte de los disidentes. Si tuviéramos la libertad de elegir nuestra alternativa, nuestra decisión no sería sencilla. Como suele ocurrir en las relaciones internacionales, sería una elección entre dos alternativas difíciles. Si Estados Unidos decidiera que Trujillo es malo, pero que, por conveniencia momentánea, debiera colaborar con él manteniendo distancia, el prestigio y la influencia de Estados Unidos en la República Dominicana desaparecerían con Trujillo, y, en cualquier caso, no podría durar mucho. Por otro lado, si se sabe que Estados Unidos está utilizando su influencia para establecer un gobierno representativo en la República Dominicana que suscriba los principios de la OEA, se tendrían buenas posibilidades de mantener una posición influyente en el gobierno que suceda al Generalísimo. Sin embargo, que nadie piense que la transición de una dictadura de treinta y un años se logrará con algo que se aproxime en naturaleza a un simple cambio administrativo de personal y al tipo de deliberaciones políticas que podríamos encontrar como ejemplo en una reunión del National Security Council." En la víspera del mes decisorio de mayo, advertido el Departamento de Estado del designio magnicida, el 28/04/61 instruyó a Dearborn. "En caso de inestabilidad política repentina o derrocamiento violento del régimen de Trujillo, el representante de mayor rango de EE. UU. en la República Dominicana deberá, hasta nuevas instrucciones, guiarse por los siguientes principios: (1) EE. UU. no puede permitirse ni permitirá la imposición externa en la RD de un régimen procomunista o procastrista como sucesor del actual Gobierno de la RD; (2) EE. UU. espera firmemente que cualquier gobierno sucesor sea ampliamente aceptado por el pueblo de la RD, se oriente hacia EE. UU. y se comprometa con prontitud a establecer la democracia y a convocar elecciones libres. (3) La influencia de EE. UU. en la RD debe ejercerse para lograr los objetivos antes mencionados. (4) En el momento de reemplazo del actual Gobierno de RD o cambio significativo en el control actual usted debe, en cualquier ocasión apropiada, transmitir la clara impresión de que el reconocimiento y/o asistencia de los EE. UU. a la RD necesariamente estaría influenciado y determinado por el grado de disociación del gobierno con el personal inaceptable, las políticas y prácticas del régimen de Trujillo y por la claridad de su dedicación a los principios enumerados en el punto 2 anterior. (5) En las circunstancias descritas antes, cuando se presente la oportunidad, deberá fomentar la formación de una coalición realista con elementos civiles y militares capaces de mantener el poder como gobierno provisional, favorable a Estados Unidos y dispuesto a colaborar con él. (6) Si un gobierno provisional que, a su juicio, cumple los criterios anteriores, solicita asistencia armada estadounidense ante una amenaza real o prevista del exterior, deberá presentar dicha solicitud junto con su recomendación lo antes posible, sugerir que podría solicitar asistencia a otros gobiernos democráticos como Venezuela y Colombia e informar a la OEA." Finalmente, "mantenga al Departamento informado."

El holocausto de la expedición revolucionaria del 14 de junio El holocausto de la expedición revolucionaria del 14 de junio

Por Emilia Pereyra Articulo del 2021 Diario Libre Hace 62 años la sociedad dominicana, mandada por el dictador Rafael Leónidas Trujillo, se sacudió con la llegada de la expedición del 14 de junio del 1959, un costoso fracaso militar que determinó el inicio del derrumbe de la larga tiranía. La legión, que partió de Cuba, con el respaldo del gobierno de Fidel Castro, fue diezmada por la maquinaria represiva de Trujillo. Sin embargo, el acontecimiento debilitó política, social y económicamente a la dictadura y acicateó las conspiraciones internas que culminaron con el ajusticiamiento del sátrapa el 30 de mayo de 1961. Causó horror la eliminación de la mayoría de guerrilleros, pues entre ellos se hallaban intelectuales, profesionales, algunos obreros y otros pocos campesinos, unidos por el propósito de deponer a la tiranía y crear un clima de libertades públicas en la República Dominicana, sometida durante 31 años por el opresor. “En junio de 1959, con apoyo cubano, llegaron a tierra dominicana tres expediciones para luchar contra el tirano Trujillo. Una de ellas fue trasladada en un avión que aterrizó en Constanza el 14 de junio. Otra llegó en una embarcación por Estero Hondo y la última por Maimón. Ambas expediciones marítimas llegaron el 20 de junio. Las fuerzas de la dictadura abortaron el intento...”, recapituló el historiador cubano José Abreu Cardet en el artículo “1959: De las expediciones, los dictadores y los héroes”, publicado en la revista Clío. “Fue precisamente esa victoria moral y política de La Raza Inmortal? como también se conoce a los mártires del 14 de junio el detonante que sacudió la conciencia dormida de muchos dominicanos, que se encontraba sumida en una pesadilla que había comenzado en aquella lejana mañana del 23 de febrero de 1930 cuando en Santiago de los Caballeros se iniciaron los primeros pasos efectivos que dio Trujillo para asaltar el poder con el derrocamiento del gobierno constitucional del ya anciano presidente Horacio Vásquez...”, argumentó el historiador dominicano Juan Daniel Balcácer, en su libro Trujillo el tiranicidio de 1961. El arribo de la expedición La esperada legión, de cuya organización los servicios de espionaje trujillista tenían muchos detalles, finalmente llegó el domingo 14 de junio de 1959. Entonces, un avión D-49, con insignias de la Aviación Militar Dominicana, aterrizó en el aeropuerto de Constanza con 54 expedicionarios procedentes de Cuba, dirigidos por Enrique Jiménez Moya. A continuación se produjo un enfrentamiento con una patrulla y murieron un oficial y varios soldados. Los expedicionarios se dividieron en dos grupos: uno con 34 hombres al mando del dominicano Enrique Jiménez Moya; otro de 20 miembros,comandado por el cubano Delio Gómez Ochoa. De acuerdo con el relato del fenecido historiador Emilio Cordero Michel, Jiménez Moya enrumbó con su grupo hacia El Río y Tireo, al norte, franjas muy pobladas, mientras los demás se fueron hacia la zona de Los Botados, en dirección sureste, donde la densidad poblacional era bajísima y había escasas fuentes de suministros alimenticios. El 15 de junio la aviación trujillista bombardeó las montañas de Constanza, y el régimen desplegó unos 3,000 soldados, camiones y armamentos en el área. Los guerrilleros no lograron avanzar. Primero cayó la columna dirigida por Jiménez Moya, fallecido en combate, junto a varios de sus compañeros. Los demás fueron apresados. La aviación y la marina continuaron la vigilancia y el 20 de junio la lancha Carmen Elsa llegó a Maimón, con 96 guerrilleros, comandada por José Horacio Rodríguez y finalmente capitaneada por José Messón. También La Tínima fondeó en Estero Hondo con unos 48 expedicionarios. Ambas embarcaciones recibieron una intensa embestida y la mayoría de los guerrilleros falleció. Los sobrevivientes fueron apresados en playas y arrecifes. Una escuadrilla ametralló y bombardeó el poblado y la playa de Sosúa, según el Despacho Semanal No. 50 del embajador de EE.UU, Joseph Farland, del 31 de julio de 1959. Las operaciones represivas fueron dirigidas por el jefe del Estado Mayor Conjunto, Rafael Leónidas (Ramfis) Trujillo Martínez “El flamante jefe del Estado Mayor Conjunto reclamó a su padre su precio, que estimó en diez millones de dólares, actitud ésta que provocó grandes conflictos entre padre e hijo y que arrastró a varios miembros del gabinete y a otros familiares y relacionados con el vástago mayor del jefe de Estado”, contó Virgilio Álvarez Pina, antiguo colaborador del dictador en su libro Memorias de don Cucho. Martirios y muertes En la expedición participaron 220 hombres, entre los que se encontraban 148 dominicanos. El resto estaba conformado por extranjeros, entre los que se hallaban 22 cubanos, 13 venezolanos, seis puertorriqueños, dos norteamericanos, dos españoles y un guatemalteco. “De los 198 expedicionarios llegados el 14 y el 20 de junio, el 29% murió en labores bélicas; el 16% fue apresado, estando herido y fue rematado en el lugar y un poco más de la décima parte (15%) fue apresado ileso y fusilado en el lugar de la rendición. Casi la mitad (40%) llegó ilesa a la Base Aérea de San Isidro luego de ser apresada y un poco más de la tercera parte, un 36%, fue triturada en las cámaras de tortura. Los que resistieron fueron finalmente masacrados en el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) ante pelotones de ejecución. Quedaron solamente seis expedicionarios con vida, equivalentes al 3% y, un total, el 97% murió heroicamente”, contó Cordero Michel. Sobrevivieron los dominicanos Poncio Pou Saleta, Mayovanex Vargas y Francisco Medardo Germán y los cubanos Delio Gómez Ochoa, veterano de Sierra Maestra, y Pablito Mirabal, un adolescente. Resistió Gonzalo Almonte Pacheco, desaparecido luego por esbirros de la dictadura. De acuerdo con Cordero Michel, el equipo bélico utilizado por Trujillo tenía cuatro compañías de morteros de 120 mm., cuatro baterías de artillería y varios pelotones de tanques y carros de asalto, todos los pilotos con sus respectivos aviones (menos seis que se accidentaron y dos que murieron) y tres buques de la Marina de Guerra. Los gastos militares del régimen fueron asombrosos, explicó el historiador, porque se consumieron cantidades fabulosas de material bélico, y el propio Ramfis evaluó los gastos y las pérdidas en 50 millones de dólares. Hubo que reponer las pérdidas materiales de inmediato, porque el tirano esperaba nuevas expediciones de exiliados.de los expedicionarios murió heroicamente tratando de combatir la dictadura.

viernes, 23 de mayo de 2025

¿Fue Trujillo un enfermo mental?




 

Maricécili Mora / Profesora de Psicología / marimora68@gmail.com
La figura del dictador Rafael Leonidas Trujillo ha fascinado a cientistas sociales, psiquiatras, historiadores y ciudadanos de todas las generaciones. Para bien y para mal, este tirano sanguinario, implacable con sus enemigos, represor y megalómano, no sólo marco la vida de los dominicanos durante los 31 años que duró su Era (1930-1961), sino también a las generaciones posteriores y a la cultura política del dominicano de nuestros días.

La pregunta acerca de las características psicológicas de Trujillo ha sido formulada  por muchos especialistas de la conducta. Igual atención han tenido otros personajes políticos perversos, como Hitler, Pol Pot o Stalin. Llueven diversas opiniones acerca del diagnóstico de este personaje, desde considerarlo un psicópata a señalar que padecía un trastorno antisocial de personalidad, como así lo afirma el psiquiatra José Miguel Gómez en su  libro “Trujillo visto por un psiquiatra”.

Rafael Leónidas Trujillo Molina compartía casi todos los síntomas que resultan necesarios para poder afirmar que alguien sufre un trastorno narcisista de personalidad.

De entrada hay que advertir que la discusión no persigue eximir de culpas y responsabilidades a quien ordenó el asesinato de cientos de personas y mantuvo bajo su bota autoritaria y despiadada a toda la sociedad dominicana, sino acercarnos a los mecanismos psíquicos que sirvieron de base a su comportamiento violento, desalmado y corrupto, no sólo por curiosidad científica sino también porque las secuelas postraumáticas sufridas por el pueblo dominicano ameritan conocer en manos de quién estuvo sometido, dejando huellas que aún pesan en el comportamiento colectivo constituyendo un trauma sociopolítico de grandes dimensiones.

Pero vayamos por partes. No existen evidencias de que Trujillo padeciera algún tipo de psicosis, puesto que no mostró desconexión con la realidad, aunque en sus últimos años diera claras señales de no interpretarla adecuadamente. A pesar de la presión internacional que experimentó en los últimos años de su dictadura, y a la cada vez más numerosa oposición interna, seguía considerando indestructible su régimen. Salvo el delirio de grandeza, no había en Trujillo ninguna otra muestra de características psicóticas. Descartado ese diagnóstico, es plausible, en cambio, asumir graves trastornos en su personalidad.

Trujillo - fuente Biography

La complejidad de sus rasgos patológicos hace difícil el identificar un único trastorno. Trujillo tenía rasgos paranoicos, como así evidencia su desconfianza generalizada y el sofisticado aparato represivo que organizó para vigilar no sólo la vida pública de los ciudadanos, sino los más escatológicos detalles íntimos. Tenía fuertes rasgos narcisistas que se manifestaron en un exagerado sentido de  su importancia que llegó a la megalomanía. También se aprecian fuertes tendencias antisociales que le hacían sentir placer trasgrediendo reglas morales y delinquiendo desde muy joven, hasta convertirse en el hombre más rico del país; los aspectos  histriónicos de su personalidad lo recubrían de una teatralidad carnavalesca, que se ponía en evidencia en su vestir y en la puesta en escena de una farsa constante tanto en su modo de gobernar como en el de comportarse. Sus tendencias  obsesivo-compulsivas lo hacían ser pulcro en extremo, predecible en sus rutinas y necio en su afán de perfección.

Cuando se habla de un trastorno de personalidad se hace referencia a modos de pensar, actuar y sentir que por su generalización, persistencia e impacto en la vida del sujeto, adquieren rango de patología, por cuanto alteran las relaciones personales y todos los modos de interacción con el exterior y con la sociedad. Es la gravedad y la persistencia lo que establece la idea de que Trujillo no tenía rasgos alterados de personalidad, sino un trastorno de personalidad. ¿Pero de qué tipo?

A nuestro modo de ver, pese a que coexisten todos esos rasgos citados, prevalece el narcisismo por encima de todos, si es que nos ajustamos a los criterios diagnósticos que el Manual de desórdenes mentales de la Sociedad Americana de Psiquiatría establece. En ese sentido, Rafael Leónidas Trujillo Molina compartía casi todos los síntomas que resultan necesarios para poder afirmar que alguien sufre un trastorno narcisista de personalidad. El primero de estos síntomas es el exagerado sentido de importancia. Creía que era especial y único, y por supuesto superior a los demás. En segundo lugar, estaba poseído por la fantasía de éxito ilimitado, que lo llevó a extender los tentáculos de su dictadura fuera de las fronteras dominicanas. Era un explotador, no sólo porque exigía el pago del 10 % del salario de todos los empleados públicos para el Partido Dominicano, sino porque usaba a las personas como pañuelos desechables y asumía al Estado como una prolongación más de su poder omnímodo. No poseía capacidad de empatía, lo que facilitaba su crueldad desalmada. La envidia era uno de sus rasgos más frecuentes, lo que le hacía arrebatar fortunas, tierras, hijas, esposas y desterrar, humillar o asesinar a aquellos que fueran capaces de hacerle sombra. Su sadismo hizo gala en el sofisticado y aterrador sistema de tortura, en la forma totalitaria de ejercer el dominio de los demás, y en el chantaje permanente que supuso el Foro Público. Por último, destaca su agresividad e irritabilidad proverbial, motivo de muchos de sus desaciertos políticos.

Aunque eran fuertes sus tendencias antisociales, hay un aspecto que cuestiona el diagnóstico de personalidad antisocial, y era la capacidad que tenía Trujillo de planificar el futuro y ajustarse a las normas cuando le era propicio. Lejos de dejarse llevar por esa tendencia autodestructiva que caracteriza a los antisociales, Trujillo fue capaz, durante la mayor parte de su  vida y de su gobierno, de ajustar su comportamiento a la conveniencia y, por tanto, a la racionalidad, lo  que le granjeó el apoyo de los norteamericanos durante la ocupación de 1916-24, en la que hizo una brillante carrera militar, hasta poco antes de eclipsarse su Era. Por último, Trujillo hizo gala de una gran responsabilidad en los aspectos que consideraba importantes, como el rendimiento en el trabajo, el cuidado de su familia y de sus bienes.

Fuera antisocial o narcisista, lo que más cuenta es la mordida profunda que su actuar público y privado dejo en la psiquis colectiva del pueblo dominicano, porque siendo patológico su perfil es esperable que las consecuencias de sus huellas en la colectividad dominicana también lo sean. No hay que olvidar que una de las secuelas más frecuentes de un sujeto narcisista es impactar negativamente en la autoestima de quienes se someten a su poder, un rasgo que todavía perdura en el pueblo dominicano.

Es plausible también pensar que la tendencia a la desconfianza, que llevo a Zaglul a afirmar que éramos un pueblo paranoico, esté impregnada de ese terror totalitario que sometió a tres generaciones. Pero no menos importante es el arraigo de la idea  de este país sólo se “arregla” mediante el ejercicio del autoritarismo. Naturalmente, un dictador, por más que haya marcado a un pueblo durante 31 años, no basta para explicar la complejidad de la psicología del dominicano, pero puede ayudarnos a entender parte de las razones que han conformado una cultura política que viendo en la democracia el mejor sistema, añora y espera a un padre protector  que también sepa tener la mano dura cuando se trata de “meternos en cintura”.

 

La autora es Psicóloga Clínica y de la Salud, con 20 años de experiencia profesional en España. Es especialista en Medicina Psicosomática y Trastornos de la Alimentación.