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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Fidel: sus tiempos y su impacto en la historia

César Pérez - 30 de noviembre
Fidel Castro ha sido la figura política y militar de mayor impacto América Latina y el Caribe, trascendiendo esta región y proyectando su imagen e ideas en todo el mundo. Fidel inspira en algunos una adhesión ardiente propia del fanatismo religioso y en otros un rechazo primitivo, abyecto y grotesco como el expresado por un puñado de cubanos en Miami festejando su muerte. Naturalmente, a pocas horas de haberse producido su deceso, los juicios que de él se expresen tienden a carecer de la objetividad que permita establecer un balance más equilibrado de su papel en la historia y de su legado. Una perspectiva de análisis partiendo de los momentos que lo forjaron como líder militar y como conductor político, permitiría una mejor aproximación a esa objetividad.
En tal sentido, es necesario tener presente el contexto de los momentos en que se forjó la figura política de Fidel. Sus primeros años de vida política discurren durante las luchas contra las dictaduras de Machado y Batista, apoyadas por EE UU, sustentadas en el gansterismo, la corrupción, la discriminación social y étnica, y la práctica de la prostitución más generalizada en todo el mundo. Su liderazgo estudiantil lo condujo a postularse como diputado, al tiempo que preparaba la acción militar que culminó con el asalto al Cuartel Moncada, cuyo fracaso lo llevo a la cárcel y posteriormente al exilio. De allí regresó con un contingente militar que lo llevó a las montañas cubana de donde descendió victorioso como primer jefe militar.
Su carisma e inigualable talento le permitió organizar y conducir la heroica resistencia a la invasión norteamericana en Playa Girón, consolidándose como Comandante en Jefe de una Cuba transformada en una suerte de fortaleza asediada que como tal, difícilmente podía ser gobernada en los marcos de la formalidad de la democracia. Esas victorias imprimieron a Cuba un profundo sentimiento de identidad nacional antimperialista que se proyectó en toda la región y el mundo. Además, mantuvo su política de solidaridad con otros países, apoyando las mejores causas por la igualdad, entre las que se destaca su aporte militar para dar fin al apartheid en Sudáfrica. Esas acciones son, posiblemente, el mayor y más preciado legado del Fidel Comandante.
El Fidel político, voluntarista, terco y autoritario impulsó el objetivo de la zafra de los 10 millones de toneladas en 1968, utilizando la casi totalidad de las fuerzas productivas en una aventura que al fracasar sumergió la economía cubana en la quiebra e incapacidad de producir los bienes y servicios esenciales para la población. Esa acción, más la dependencia de la ex Unión Soviética, lastraron irremediablemente una revolución que, de esperanza y modelo se convirtió en anti modelo. Los logros en las esferas de la salud, la educación y el deporte son incuestionables, pero son altamente insuficientes ante la situación global de una economía prácticamente colapsada, cuasi mono productora y frente a un sistema político basado en el pensamiento único, del líder y partido únicos; un modelo de sociedad fuera de época.
Ningún movimiento político, religioso o de cualquier índole que se plantee la transformación de una particular sociedad o el mundo, puede prescindir de la promesa de un futuro promisorio que compensaría los enormes sacrificios que supone a asumir esa empresa transformadora. La inexistencia en Cuba de bienes y servicios elementales para la vida cotidiana que acogota la vida de la generalidad de los cubanos, determina que una significativa parte de su población, sobre todo los jóvenes y los profesionales, no perciba el final de su sacrificio por Cuba y por gran parte del mundo. La permanencia del sacrificio, de las privaciones extremas no puede ser atribuidas únicamente al asedio y bloqueo del imperialismo norteamericano, sino también, fundamentalmente, a las erradas opciones económicas de la dirección cubana y en particular de Fidel, que determinaron la existencia de una economía que ha sido incapaz de satisfacer esas necesidades.
La inexistencia de bienes y servicios elementales en Cuba, tiene mucho que ver con la incapacidad esa revolución de detener la fuga masiva de gran parte del mejor capital social que produce, de evitar la hemorragia emigratoria que ha hecho que casi una quinta parte de la población cubana viva fuera del país y que hoy, el camino que trilla su dirección política es el camino del modelo chino de “socialismo”, un capitalismo de estado explotador que intenta producir bienes y servicios mediante un sistema opresivo, sostenido por una burocracia político/ militar, que sucedió a Mao, que conduce ese país hacia un modelo de económico que produce riqueza pero que desconoce los más elementales derechos políticos, sociales y culturales de sus ciudadanos.
En tal sentido, al hacer un balance del legado de Fidel es necesario ir más allá de la simple condena o de la exaltación meramente apologética, si la discusión se mantiene en esos estrechos límites se incurriría en un absurdo reduccionismo que nada tiene que ver con la dimensión de su figura, de las enseñanzas que pueden extraerse de su significado en la historia, de sus ideas, sus valores relativos a la justicia, a su firme posición sobre la igualdad y la solidaridad de los pueblos; de sus yerros (que nos conciernen a muchos), de las tareas que dejó inconclusas, fundamentalmente sobre el futuro de un proceso en franco retroceso y sin certidumbre sobre su inserción en un mundo nuevo, donde la política se ha impuesto a lo militar.
Pasado un cierto tiempo de su desaparición física, el inevitable debate sobre estas y otras cuestiones permitirá situar su figura en su justa dimensión. Sin fanatismo de ningún signo.

Cuba, ¿qué será?









El éxito de un sistema social no es un hombre, ni una mujer, ni un símbolo, por más llamativos que sean. Es la capacidad de acomodar toda una sociedad en sus problemas, sus triunfos, su diversidad. Ningún país escapa a este dilema, ningún gobierno es inmune a estos desafíos, ninguna sociedad puede obviar la complejidad.
Se puede alabar a Fidel Castro por haber desafiado por décadas el imperialismo yanqui. Por haber impulsado la educación y la salud como derechos generalizados en Cuba. Por su persistencia en los objetivos asumidos. Por la solidaridad con causas comunes en diversas partes del mundo. Y la lista es más larga.
Se puede criticar a Fidel por la feroz oposición a los disidentes. Por su excentricismo con largos monólogos discursivos. Por no haber impulsado un proceso productivo capaz de generar fuentes de trabajo para que los cubanos no terminaran casi todos siendo empleados del gobierno. Y la lista es más larga.
Pero de ahora en adelante, Fidel será una figura de la historia, aunque el paso a los libros de historia en la siquis cubana tome más tiempo.
La historia no tiene que absolverlo porque todo lo que hizo, bueno o malo, lo hizo con absoluta conciencia y claridad de objetivos. Sus éxitos y fracasos son producto de lo que cada quien quiera ver, y según se enfatice un aspecto u otro entre sus múltiples acciones a través de una larga vida. La absolución no es para él. Es para quienes sientan ambivalencia hacia su récord político, controversial como es. Fue un político implacable, como sucede con todos los políticos que transcienden en la historia, porque la política es una lucha de poder feroz hecha mitología, con buenos y malos, opresores y oprimidos, victimarios y víctimas.
Murió el cuerpo de Fidel, pero queda el cuerpo vivo de la sociedad cubana. Probablemente no sucederá nada transcendental de momento. Fidel se alejó del poder en la ancianidad para que el régimen siguiera después de su muerte. Raúl Castro lo custodiará. Eso permite que esta primera transición no se sienta como transición sino como continuidad.
Pero al igual que Fidel, Raúl no es eterno. Y por más que se haya preparado una casta política para dirigir el país, Fidel Castro fue un caudillo, que sólo podía traspasar temporalmente el poder a su hermano. Después de Raúl no hay herederos políticos seguros, y negociar la repartición del poder en las máximas alturas será muy complejo.
Cómo resolver eventualmente la sucesión presidencial es algo para lo cual no hay aprendizaje en Cuba. Extirpar el caudillismo no es tarea fácil ni rápida. Fidel ha sido la marca de la Revolución; Raúl la extiende pero no la eterniza.
Una sociedad sin disidencia y oposición es hueca, no importa cuánto se prolongue en el tiempo ni cuánto se haya eliminado el analfabetismo. La libertad de expresión y organización es un derecho humano. No es el único, pero tampoco es una trivialidad ni un mal invento burgués. Justificar la represión por el desafío constante del imperialismo puede movilizar a unos y tranquilizar a otros, pero no adquiere categoría de principio.
Hacia adelante, el gran desafío de Cuba es cómo preservar las conquistas sociales de la Revolución, y a la vez, enmendar las tantas heridas que ha dejado este proceso. Al momento no hay buenas referencias a seguir. La revolución rusa, china, y nicaragüense muestran una alta concentración de poder en la cúpula política, sea personalista o partidista, y un híbrido con economía capitalista de híper-explotación.
Qué será de Cuba sigue siendo una incógnita.

¿Qué pondrías en el epitafio de Fidel?


por MiamiDiario el 29/11/2016 a las 11:10 horas
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El escritor y profesor T.L. Riggs de Historia y Estudios Religiosos en la Universidad de Yale, Carlos Eire, ha escrito un artículo en el diario The Washington Post, criticando el mito de Fidel Castro .
El intelectual considera a Castro "uno de los dictadores más brutales de la historia moderna" y le sorprende que algunos puedan lamentar su muerte e incluso elogiarlo sin recordar "el dolor y sufrimiento que causó", según sus palabras.
En su artículo, Eire propone algunos hechos de la vida de Fidel Castro que en su opinión debieran tallarse en su lápida y escribirse en sus necrológicas:

1. Convirtió a Cuba en una colonia de la Unión Soviética y casi causó un holocausto nuclear.
2. Patrocinó el terrorismo donde pudo y se alió con muchos de los peores dictadores de la tierra.
3. Fue responsable de tantas ejecuciones y desapariciones en Cuba que es difícil calcular un número preciso.
4. No toleró discrepancia alguna y construyó campos de concentración, que llenó al máximo, a un ritmo sin precedentes. Encarceló un porcentaje mayor de su propio pueblo que la mayoría de los demás dictadores modernos, entre ellos, Stalin.
5. Aprobó y promovió la práctica de la tortura y de los asesinatos extrajudiciales.
6. Obligó al exilio a casi un 20% de sus compatriotas, muchos de los cuales hallaron la muerte en el mar, sin ser vistos ni contados, mientras se escapaban de él en burdas naves.
7. Reclamó toda propiedad para sí mismo y para sus secuaces, cortó la producción de alimentos y empobreció a la vasta mayoría de su pueblo.
8. Prohibió la empresa privada y los sindicatos, eliminó la amplia clase media cubana y convirtió a los cubanos en esclavos del Estado.
9. Persiguió a los homosexuales e intentó erradicar la religión.
10. Censuró todos los medios de expresión y comunicación.
11. Estableció un sistema escolar fraudulento que proporcionó adoctrinamiento en lugar de educación y creó un sistema sanitario de dos niveles, con asistencia médica inferior para la mayoría de los cubanos, y superior para sí mismo y su oligarquía. Después, sostuvo que todas sus medidas represivas eran absolutamente necesarias para asegurar la supervivencia de esos proyectos de bienestar social ostensiblemente "gratuitos."
12. Convirtió a Cuba en un laberinto de ruinas y estableció una sociedad de apartheid, en que millones de visitantes extranjeros gozaron de derechos y privilegios vedados a su pueblo.
13. Nunca se disculpó por sus crímenes ni fue procesado por ellos.

Fidel el bueno y Fidel el malo

Roberto Silva Bijit

Aunque cueste reconocerlo, todos los dictadores tienen un lado bueno y una lado malo. Todos son un aporte y todos son un desastre. Siempre comienzan bien y terminan mal. Siempre dividen. Siempre son amados y odiados. A todos les gusta mucho el dinero. A todos les importa poco la vida de los que aparecen como sus opositores.

Casi todos los dictadores son iguales: malos y buenos a la vez.

La muerte de Fidel causa en Chile una situación ridícula respecto de los siempre desorientados políticos. Los de izquierda -los mismos que atacaron a Pinochet por dictador y por derechos humanos- ahora están expresando sus alabanzas ante la muerte de Fidel Castro, que durante casi 60 años fue un dictador que no respetó los derechos humanos.

Los de derecha -atacan a Fidel por dictador y por no respetar los derechos humanos- pero son los mismos que defendieron a Pinochet y se hicieron los lesos con los abusos en derechos humanos y los robos millonarios.

Lo que está claro es que Castro y Pinochet fueron dictadores y dejaron a su paso una desgracia en los pueblos que los debieron soportar.

Sin embargo, los dictadores siempre tienen cosas buenas que la historia debe respetar.

Pinochet, o mejor dicho las Fuerzas Armadas que él representaba- salvaron a Chile de una crisis institucional muy profunda, donde los políticos perdieron toda capacidad de darle gobernabilidad al país, llevándonos a un caos absoluto. Además el régimen militar le dio a Chile un sistema económico de libre mercado que tiene 30 años de vigencia.

Castro salvó al país del dictador Batista, que tenía aplastado al pueblo cubano, dándole en los inicios de la revolución una insospechada libertad. Después Fidel les dio salud y educación gratis. Y su gran revolución, aunque sea con la plata de otros países, consiste en haberse hecho cargo de los pobres y asegurarse que nadie pasara hambre, para que ningún cubano tuviera que acostarse sin haber comido. Para eso creó libretas de racionamiento y almacenes desde donde retirar comida, que están vigentes hasta el día de hoy.

El gran tema de la revolución cubana es que sacrificó la libertad en beneficio de la igualdad. Y cuesta vivir en un lugar donde nos emparejan a todos por abajo, dándonos igualdad y privándonos de la iniciativa propia que significa la libertad.

Los dos grandes temas de la teoría política: igualdad y libertad, conviviendo en crisis en la Cuba de hoy. Habrá quienes piensen que el Estado debe darnos mucho y estarán eternamente agradecidos de la ayuda, y habrá otros, que esperan que el Estado solo otorgue las oportunidades para que cada uno escoja su destino y el tamaño de sus alas.

El otro mérito que le dan a Fidel es haber abierto en la mente de millones de habitantes de este planeta un espacio para las utopías, un lugar para los imposibles, un terreno para levantar los sueños. El y su socio, Ché Guevara, representan el sentido de las utopías, sin las cuales los seres caminan más desesperanzados por la vida.

En todo caso, eso que nadie llore de hambre en las noches de Cuba, no deja de asombrarme y lo entiendo como uno de los mayores logros de su revolución de seis décadas.

Fernando Andrade: Limitar redes sociales es comportamiento de dictadores

Dictadores
El cerco informativo que se ha implementado en el país, propinó la importancia que hoy tienen la redes sociales para los venezolanos, porque a través de ellas se realizan las denuncias que los medios no pueden mostrar, “es por ello que ahora Conatel quiere regular las redes sociales, porque no les basta con bloquear la verdad que deberían transmitir los medios” así lo considera el líder socialcristiano del Táchira Fernando Andrade.
Nota de Prensa
Agrega que “poco a poco hemos visto cómo el Gobierno se ha comportado como el propio modelo dictatorial, iniciando con la regulación de los contenidos de los medios de comunicación, luego el cierre de medios por el supuesto vencimiento de concesiones que no quisieron renovar simplemente por informar la verdad de las irregularidades cometidas en el país, la limitación de la adquisición de divisas para la compra de material para medios impresos y ahora pretenden regular las cuentas de los usuarios en las redes, señores eso se llama censura”.
Andrade quien tiene aspiraciones a la Gobernación del Táchira le parece irracional cercenar la libertad de expresión de los ciudadanos venezolanos, por cuanto es un deber que está bien claro en la Constitución de la República así como el derecho a recibir información “la Constitución que el mismo gobierno aprobó y que tanto defienden, suficiente ha sido la amenaza a los medios para ahora limitar las redes sociales, un comportamiento que solo gobiernos dictatoriales han establecido en la historia universal de esta última década”.
Asegura Andrade que el Gobierno Nacional habla de democracia, “pero quiere censurar las redes sociales, quieren abusar en la interpretación de la ley de responsabilidad social en radio, televisión y medios electrónicos, por eso quieren elevar a la Asamblea Nacional una posible reforma para efectuar una consulta pública, que para eso sí les sirve la AN y seguramente eso sí será declarado admisible por el TSJ”.
El llamado que este Alcalde opositor del Táchira hace es para que la sociedad venezolana no permita que sus derechos sean vulnerados. “Si la AN invita a una consulta pública para tratar de regular el uso de redes sociales, todos los ciudadanos tenemos la facultad de ir y dar nuestra opinión sobre el tema, no dejemos que los espacios sean ocupados solo por quienes quieren seguir ocultando la verdad de lo que ocurre en nuestro país”.

Fidel fue uno de los dictadores más brutales en América; Vicente Fox

Image

En entrevista con la periodista Yuriria Sierra para Reporte 98.5, Fox señaló que luego de que Castro acabo con la dictadura de Fulgencio Batista, y de que llegó al poder, nomás permaneció en su silla… "Vendió sueño, vendió utopía a todo el pueblo de Cuba, dos generaciones aisladas dentro de esa isla”, precisó.
Indicó que "los amigos de Cuba no merecían cincuenta años en la isla sin poder salir, sin democracia, sin libertades, sin desarrollo”.
Fox comparó a Castro con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, al asegurar que empleó el mismo procedimiento para llegar al poder.
"Me recuerda muchísimo, me trae a la mente a Donald Trump; exactamente el mismo procedimiento: Engañar, embelesar al votante, sacarle el voto a base promesas que nunca va a cumplir, ser falso profeta, usar demagogia y populismo, ese fue el estilo de Latinoamérica, que desafortunadamente hoy hace presente en los Estados Unidos”.

Hay dictadores y dictadores

Hace unos tres años, El País realizó una amplia entrevista a la socialista Elena Valenciano. Durante el encuentro, la periodista le lanzó la siguiente pregunta:
-- ¿Por qué debe dimitir Ana Mato, que no está imputada, y no debe dimitir José Blanco, que está imputado?
La respuesta de la entonces vicesecretaria general del PSOE fue la siguiente:
-- Hay imputaciones e imputaciones. Y una cosa es ser diputado y otra es estar en el Gobierno. La de Mato es una responsabilidad política.
La cosa tiene su miga porque esconde, me temo, ese razonamiento que demasiadas veces parece intuirse en las reacciones de algunos: las cosas no son como son, sino dependiendo del color del cristal con el que se mire.
Es algo muy relacionado con ese tema del momento: la posverdad. Por ese caminito, ancho y carretero, se alcanzan cimas muy peligrosas. Según me convenga, quizás pueda concluir que esto no es un robo sino una apropiación legítima de bienes ajenos. Total, la realidad apenas importa: hay hurtos y hurtos. Simple y puro subjetivismo. De locos.
Me ha venido a la cabeza todo esto al constatar la reacción de algunos medios de comunicación a la muerte de Fidel Castro. Por Twitter circula un montaje con dos portadas del diario El País. En la primera, publicada el pasado domingo 27 de noviembre, se abría a seis columnas con este encabezado:
-- “Muere Fidel Castro, símbolo del sueño revolucionario”.
La otra fue publicada el 11 de diciembre de 2006, cuando murió Augusto Pinochet, y abría a cuatro columnas así:
-- “Muere Pinochet sin responder a sus crímenes ante la justicia”.
Si uno busca un poco más, encontrará casos parecidos. Como El Periódico de Cataluña. Titular del pasado domingo: “Fidel es historia”. Titular de hace diez años: “Murió el tirano”.
Va a ser cierto lo que dice Elena Valenciano, aplicado al caso: que hay dictadores y dictadores.
Más en twitter: @javierfumero
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4 COMENTARIOS

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Ascendente Descendente
  • #4
    POETA30.11.2016 - 11:53H
    Para Gasparsius hay dos tipos de presunción de inocencia, la de los suyos que se mantiene en el tiempo hasta que son condenados en el juicio divino, y la de los de derechas que, sencillamente no tienen derecho a la presunción. En fin, ya vale de chorradas Gasparsius. Otra cosa dudo mucho que seas capaz de recordar, digo recordar, no buscar, la portada de ABC cuando murió Franco.
  • #3
    nomelocreo30.11.2016 - 07:29H
    Ya se sabe, si es de izquierdas, es bueno. Los de izquierdas que presumen de sensibilidad y de ética, cuando se trata de los suyos, tienen manga ancha. Y sí, Pepiño iba a las gasolineras en vez de tratar los temas en el despacho porque es lo normal, lo lógico y lo sensato....siendo de izquierdas. Pero si fuera de derecha sería corrupción.
  • #2
    el embudo30.11.2016 - 06:44H
    ¿Castro no era tirano y Franco si?. Tenemos una izquierda de lo mas decente... así nos va y peor que nos irá.
  • #1
    Gasparsius30.11.2016 - 06:21H
    Ha elegido usted mal ejemplo, pues de José Blanco, ya sabemos por qué no debía dimitir, si usted se acuerda un poco la cosa se archivó al no haber nada, de Ana Mato todavía tendremos que esperar a la sentencia, pero quizá el tiempo le de la razón a Valenciano, o quizá no. Respecto a lo de los dictadores y las portadas, pues sí, aunque quizá la reacción sea de muchos medios, seguramente podamos comparar los titulares de El Pais como también los del ABC, en este caso incluyendo la muerte de Franco

Opinión Los santos dictadores

El fin de los dictadores del siglo XX

El fin de los dictadores del siglo XX
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

29 de Noviembre de 2016
En mi casa, absolutamente republicana, cada año nuevo, mi padre, Emilio, siempre hacia el brindis de rigor: “Este año muere Franco”. Y el maldito Franconunca moría, hasta su agonía fue interminable. Mi padre, que había sido comunista en su juventud, pero que siempre fue un hombre liberal y de izquierda, admiraba a Fidel Castro. Para él era exactamente la antítesis de Franco. En parte era verdad, sin embargo, lo que entonces (eran los años 70) no sabíamos ni mi padre ni nosotros era que la relación política de Castro con Franco era razonablemente buena y mucho menos que Castro terminaría convirtiéndose en un personaje que generara con su pueblo una diáspora, una fractura tan profunda como la que generó Franco en España.
 Es verdad, los dictadores, lo recordaba ayer Leo Zuckermann, se digan de izquierda o de derecha, no dejan, por su identificación ideológica, de serlo. Pero sin perder esa condición, las historias de los grandes dictadores de derecha y de izquierda del siglo XX (y Fidel Castro era uno de ellos) no son iguales ni concluyen de la misma forma, aunque su legado inevitablemente tiene que ser destruido junto con ellos.
Hitler y Mussolini terminaron, el primero, suicidándose en su búnker de Berlín con la ciudad tomada por las tropas soviéticas; el otro, fusilado, colgado en una plaza de Milán junto con una de sus amantes. Los dos dejaron patrias y sociedades destruidas, divididas. Claro que, hasta el día de hoy, hay quienes siguen añorando a esos personajes brutales, crueles, que terminan fascinando a los historiadores por su vanalidad, por la oscuridad de la que surgieron y a la que regresaron con su muerte.
Fueron más inteligentes Stalin o Mao. El gran constructor de la Unión Soviética, el principal triunfador de la Segunda Guerra Mundial, fue un dictador brutal. No fue ni remotamente el principal de los líderes de la revolución rusa, pero los destruyó a todos: el propio Lenin murió muy pronto como para controlar su sucesión de la que pronto se apoderó el más gris y duro de los miembros del buró político. En pocos años acabó con TrostkyBujarinKamenev, con todos los dirigentes representativos, con los líderes militares del ejército rojo, con cualquiera que pudiera disputarle el poder. Millones murieron en los campos de concentración, en los Gulags. La Segunda Guerra fue ganada por el heroísmo del pueblo soviético y sus grandes generales que llevó a muchos de esos triunfadores como Zhukov a pagar con el ostracismo y la degradación su popularidad. Otros lo pagaron con la vida. Stalin murió solo en su recámara: ninguno de sus allegados se atrevía a entrar en la habitación sin su autorización, tanto era el miedo que generaba entre los suyos. Cuando finalmente se decidieron a entrar, Stalin estaba muerto.
Mao, a diferencia de Stalin, fue un líder militar y político. La larga marcha, la política de alianzas que suscribió y la visión para tomar todo el territorio chino ante la derrota japonesa le permitió convertirse en un dirigente tan autoritario como indiscutible y temido.
Ni China ni tampoco la antigua Rusia convertida en Unión Soviética habían disfrutado de algo similar a la democracia. Tanto Stalin como Mao fueron herederos de la cultura de los zares y los emperadores. Los experimentos sociales que realizaron fueron positivos en algunos pocos casos, pero solían terminar con consecuencias terribles. Pero Occidente los cobijó durante décadas a ambos.
Resulta inexplicable que mientras la revolución cultural estaba acabando con la vida de millones, hundía al pueblo chino en la hambruna, en un movimiento antiintelectual brutal, en París, en México, en muchas partes del mundo, la intelectualidad del 68 levantara el libro rojo de Mao y la revolución cultural como bandera libertaria.
 Lo cierto es que Mao como Stalin murieron y tuvieron extraordinarios entierros, dignos de zares y emperadores e inmediatamente después sus sucesores se deshicieron de ellos, de sus políticas y en muchos casos (con en China) hasta de los suyos.
Fidel era distinto. Era el único de todos ellos que había surgido y se había formado en Occidente. Chávez o ahora Maduro u Ortega fueron, son, caricaturas de Castro, como Kim Il-sung y sus descendientes o el tétrico Pol Pot lo han sido de Mao o Enver Hoxha y Ceaucescu de Stalin. Hay una diferencia adicional: a Fidel lo sucede Raúl Castro, su hermano incondicional pese a sus diferencias políticas que casi nunca se han exhibido en público.
El régimen de Fidel se transformará en otra cosa, como muy parcialmente ha venido ocurriendo, aunque Raúl tratará de evitar que el legado de su hermano desaparezca. Pero Raúl tiene 85 años y tendrán que tener sucesores de otra generación, de otra época, quizás el principal de ellos sea Miguel Díaz-Canel, un ingeniero eléctrico de 56 años. Raúl está pensando para Cuba, más que en China, en un Vietnam, con una economía relativamente abierta y un partido único. Pero quién sabe cuál puede ser el destino de una Cuba a 90 millas de Miami, con un exilio con muchos más recursos que el propio gobierno y con un pueblo que ansía conocer algo nuevo, respirar un aire de libertad que perdió hace ya medio siglo.

Los dictadores que ama la izquierda

¡Qué lamentable espectáculo de homenaje al dictador Castro en la gran mayoría de los medios de comunicación del planeta en las últimas horas! Y qué instructivo, al mismo tiempo. Útil para mostrar la persistencia en el siglo XXI del gran problema ideológico y moral de la izquierda en el siglo XX. En el XX, fueron incapaces de aceptar la igual naturaleza totalitaria del comunismo y de los fascismos. En el XXI, su amor a los dictadores comunistas pervive con una fuerza asombrosa.
Lo ilustró brillantemente Jean-François Revel en el año 2000: "Los negacionistas pronazis no son más que un puñado, los negacionistas procomunistas son legión" (La grande parade). Y lo siguen siendo dieciséis años después. Baste repasar los tratamientos informativos de la muerte del dictador cubano en los medios de comunicación del planeta. La portada del domingo de este periódico, la esperable en cualquier país democrático, con un gran titular, "Muere el tirano de Cuba", y un subtítulo, "Fidel Castro falleció ayer a los noventa años tras más de medio siglo de opresión a su pueblo", era excepcional por su rareza. La inmensa mayoría de los medios de izquierdas, y bastantes de derechas, con honrosas excepciones como la del diario francés Le Monde, hablaban del "revolucionario", del "comandante", del "icono" y algunos como el diario argentino Clarín hasta de "El último líder del siglo XX". Como si hubiera muerto algún gran benefactor de la humanidad y no uno de los grandes dictadores del XX y del XXI, responsable de decenas de miles de asesinatos y encarcelamientos y de más de un millón y medio de exiliados. Ha habido, eso sí, un progre, John Carlin, el mismo que exigió al futbolista James su apoyo al acuerdo con los narcoterroristas de las FARC, que ha dado la razón a Donald Trump en su calificativo de "brutal dictador" a Castro… para añadir, a continuación, que se podría aplicar la misma descripción a… ¡Ronald Reagan!
Negacionismo procomunista en estado puro, pero en el siglo XXI. Tanto es así que los medios de la izquierda han planteado su condición de dictador como objeto de debate, como una opinión más que un hecho. Costaba o era más bien imposible encontrar los datos sobre sus crímenes y su historial represivo. Negacionismo y legitimación de una dictadura, y con el habitual intento de ridiculización y desprestigio de los exiliados cubanos de Miami que celebraban la muerte del tirano. Con la manipulación semántica de referirse a ellos como "los opuestos a la revolución", no los perseguidos por un dictador, sino los reaccionarios.
En medio de ese nauseabundo homenaje al dictador comunista, los líderes de la extrema izquierda, con Podemos al frente, le expresaban reconocimiento y admiración mientras también apoyaban a los procesados de Alsasua por ataque a la Guardia Civil. Y este es el partido, protestan tantos y tantos, que no podemos considerar como de extrema izquierda. Ni cuestionar sus convicciones democráticas, por mucho que amen las dictaduras comunistas.
La lamentable guinda del impúdico homenaje, la de Barack Obama, con aquello de que Castro "alteró de innumerables formas la trayectoria de personas, familias y la nación cubana" para eludir, ocultar y negar los crímenes del tirano. O que a fusilar, encarcelar y perseguir a los opositores políticos se le llama "alterar" en la presidencia de la mayor democracia del mundo. "La historia le juzgará", añadió, porque ni él y la izquierda mundial desean hacerlo. Quizá fuera un dictador, pero era de los suyos.
Edurne UriarteEdurne Uriarte

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