La personalidad es un patrón de pensamientos, sentimientos y conducta que presenta una persona y que persiste a lo largo de toda su vida, a través de diferentes situaciones. Cuando un candidato se presenta con nosotros, nos muestra una imagen. Esa imagen, la mayoría de las veces, no es un reflejo de su verdadera persona, honesta, abierta y presente, sino que ha sido moldeada por asesores. Este modelado, muchas veces se hace en función de ganar adeptos.
El desarrollo humano parece haber sido olvidado en la formación de nuestros líderes políticos. El político debe ser sensitivo a las problemáticas que vive la población para, de esta forma, tratar de exponer su proyecto como una solución a la que se encuentra ligado. El político tiene que ser cuidadoso al hablar y cuando se va a dirigir a la población o simpatizantes, el uso de un lenguaje claro y preciso, es fundamental.
El carácter no está en hablar con voz amenazante y utilizar un verbo discordante con el orden y respeto plural. Pues el dirigente político con objetivos definidos y una estrategia correcta no tiene que hacer uso del lenguaje vulgar y ofensivo. Un dirigente político con responsabilidad con su pueblo y con su organización, nunca debe ofender con las palabras ni a su pueblo ni mucho menos a quienes son sus seguidores, pues termina cosechando lo que sembró, dudas, incertidumbre y falta de credibilidad.
La imagen de un candidato no es sólo la apariencia física superficial que presenta. Gustavo Martínez Pandiani la señala como “el conjunto de percepciones que generan no sólo los aspectos visibles de la persona del candidato (rasgos, estética, vestimenta, posturas, gestos, mirada, etc.) sino también sus actitudes, su estilo de comunicación, su pasado, sus ideas y sus contextos de pertenencia familiar, profesional y partidaria”. La personalidad coherente tiene que ser aplicada en la vida diaria, es decir, ser coherente, con lo que se piensa coincida con lo que se dice y con lo que hace. La personalidad de un político es que este tome conciencia de que existen principios básicos para vivir con efectividad, y que las personas sólo pueden experimentar un verdadero éxito y una felicidad duradera cuando aprenden esos principios y los integran en su carácter básico. La ética de la personalidad de un político se basa en la imagen pública, de las actitudes y las conductas, habilidades y técnicas que hacen funcionar los procesos de la interacción humana. En la enseñanza de la ética, se tratan los valores humanos y sociales y las obligaciones que conlleva el conocimiento de estos valores humanos fundamentales para nuestra subsistencia.
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