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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

lunes, 30 de noviembre de 2015

Polémica con sabor a Historia: Rafael Bonnelly contra Joaquín Balaguer en 1978


Por Alejandro Paulino Ramos. 30 de noviembre de 2015 - 8:00 am -  
Por último, Balaguer aprovechó la polémica para enrostrar a Rafael F. Bonnelly haber sido la persona que más daño le había hecho en su vida, “la que me ha hecho las mayores ofensas, la que me ha atribuido actos más ruines, y la que con mayor saña se ha referido siempre a mi labor como gobernante y como hombre público”.
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Foto: Portada de El Nacional, 18 de julio de 1978
16 de agosto de 1978; concluía el despótico período de “los 12 años de Balaguer” y se abría la esperanza de un régimen democrático que superara el trujillismo, el trauma de la revolución de Abril y el totalitarismo representando en quien había gobernado con saña y su Partido Reformista; pero la maña, los intereses acumulados en tantos años de gobierno y el control del aparato político que organizó el certamen electoral se resistió temprano a la apertura anhelada.
Electo el 1 de junio de 1966, el gobierno del doctor Joaquín Balaguer era fruto de unas elecciones fraudulentas, organizadas por los Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos  con el  país ocupado por tropas extranjeras y en un ambiente político de intolerancia que impidió al profesor Juan Bosch, aspirante a la presidencia por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), salir a las calles a promover su candidatura.
El autoritarismo con sabor a dictadura se implantó de inmediato, el 1 de julio de 1966, en medio de un charco de sangre, la represión política, las deportaciones de los opositores, los impedimentos de entradas a dominicanos considerados peligrosos, las desapariciones, los incontrolables, los presos políticos, el crimen a mansalva, en fin….el terror y el miedo.
El Nacional fue el diario que destacó la polémica
Doce largos años que parecieron infinitos, prolongados a través de escaramuzas electorales bautizadas de “reelección”, con las banderolas coloradas del Partido Reformista en las puntas de los fusiles militares: 1970 y 1974. Y en cada coyuntura la incertidumbre del fraude electoral dirigido y aplicado desde las alturas del gobierno, que sin miramientos festejaba  como los más limpios procesos democráticos. Pero en 1978, la estrategia resultó desbordada por la necesidad de cambios y una nueva coyuntura política internacional que situó a los Estados Unidos en una posición liberal.  El  Partido Revolucionario Dominicano decidió desafiar al Partido Reformista obviando las  presiones y amenazas militares y  José Francisco Peña Gómez, líder de aquel partido, decidió enfrentar el continuismo apoyado en la candidatura del rico hacendado cibaeño Antonio Guzmán Fernández.
El escenario político no era propicio para Balaguer y el pueblo acudió a las urnas dispuesto a poner fin al continuismo. Aquella noche del 16 de mayo de 1978 los dominicanos festejaban jubilosos el aplastante triunfo del PRD; pero derrotado Balaguer por los votos, la amenaza se convirtió en acción y los militares asaltaron y tomaron el control de la Junta Central Electoral deteniendo el conteo de las votaciones. La actuación inconstitucional se abrió a la confrontación, las protestas y a las presiones internacionales para que el presidente respetara lo que se popularizó como “la voluntad popular”.
Desde aquella madrugada de mayo hasta el 6 de julio el gobierno reformista resistió los reclamos de la población y de las instituciones económicas, políticas y sociales  más representativas del país en un vano intento para consolidar su decisión de no querer abandonar el poder y facilitar la proclamación de Antonio Guzmán como nuevo presidente de los dominicanos. En su afán desmedido, Balaguer justificó con palabras la actitud asumida: sorpresivamente acusó al PRD de haber preparado un fraude, producir la dislocación de los electores y traer  desde el exterior un especialista, técnico en informática, para quitarle el triunfo al Partido Reformista. Con ignorancia fingida, se excusó diciendo que los militares, la noche del 16 de mayo, actuaron sin su consentimiento.
Fue en ese ambiente político que el doctor Rafael Filiberto Bonnelly envió una carta al presidente Joaquín Balaguer, aparecida en el vespertino El Nacional del 18 de mayo, abriendo una interesante polémica que se retrotrajo al inicio y final de la dictadura, abordando los acontecimientos posteriores a la salida del país de la familia Trujillo y tocando momentos estelares de la historia contemporánea. En el debate también participó el general Pedro Rafael R. Rodríguez Echavarría, el militar de más importancia política en los días de la transición.
El debate, que pareció de interés por la situación política que se estaba viviendo, resultó aclaratorio de coyunturas y situaciones en las que ellos fueron protagonistas de primer orden:  el golpe de Estado contra el general Horacio Vásquez,  la formación del Consejo de Estado posterior a la muerte de Trujillo y la rebelión militar que puso fin  a la presencia de los Trujillo en Republica Dominicana en noviembre de 1961.
Es en ese contexto que aparece la carta de Rafael Bonnelly reclamando al presidente Balaguer la solución al problema provocado por oficiales de las Fuerzas Armadas la noche del 16 de mayo: “Hay un hecho patente, Señor Presidente, que no puede cuestionarle ni remitirse a dudas. La nación entera y la opinión pública internacional han testimoniado, en términos diáfanos y transparentes, que en medio del conteo de los votos, este conteo fue brusca y violentamente interrumpido por una incursión de miembros de las Fuerzas Armadas”. (….). Urge la solución. Y la solución está en sus manos como máximo ejecutivo de la nación y a titulo de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas del país”. 
La respuesta de Joaquín Balaguer a Rafael F. Bonnelly
Para luego apuntalar, recurriendo a sus vínculos juveniles y cómplices esfuerzos políticos de supuestos intereses democráticos, detalles desconocidos para la generalidad de los dominicanos: “No quisiera que se olvidara que juntos, en la época de nuestra juventud, en la década del veinte y después, en los tiempos en que de común acuerdo disipábamos las ultimas tinieblas de la autocracia, en 1961, conjugamos esfuerzos para sentar las bases de un régimen democrático y humano en nuestro país”.
Balaguer guardó silencio ante la crítica de quien había sido amigo y condiscípulo cuando residían en Santiago de los Caballeros, mientras el doctor Peña Gómez daba a conocer los planes conspirativos del gobierno para desconocer los resultados electorales que favorecían su partido. El 2 de julio se rumoraba de un proyecto de ley de anulación de las elecciones, que iba a ser presentado por el doctor Juan Demóstenes Cotes Morales. Esto llevó a Monseñor Roque Adames a advertir que  de continuar la situación podría provocar en el país una situación de caos.  También el embajador de los Estados Unidos alertó sobre el particular y sugirió que el pueblo dominicano confiaba en la democracia, mientras el PRD se preparaba para defender su triunfo convocando a una huelga general.
En la estrategia de permanecer en el poder o quedarse con una parte importante de él, Joaquín Balaguer insistía en la teoría del fraude, haciendo que la JCE trajera desde Chile a varios especialistas para realizar una investigación al vapor y demostrar la certeza de su denuncia, de que las elecciones estaban viciadas “de graves irregularidades”. Fue así como el  7 de julio la Junta dio a conocer el complaciente  “fallo histórico” con el que despojó al PRD de cuatro senadurías, para ser otorgadas al partido de gobierno: “La Junta asignó al Reformista los votos de las personas que se abstuvieron de concurrir a las urnas en esas localidades, ignorando al PRD”. Una decisión a todas luces abusiva e inconstitucional.
La decisión de la JCE profundizó las tensiones y el lunes 10 de julio  Rafael F. Bonnelly instó a que se apelara el fallo de la JCE y se llevara el caso a la Suprema Corte de Justicia; además de exhortar al presidente Balaguer a ejercer su decisiva “e inapelable influencia a fin de que los senadores indebidamente favorecidos de su agrupación política, renuncien, por estimación de sí mismos, a ejercer una función que les fue usurpada a otros”. El día 13, en un discurso por radio y televisión,  Balaguer respaldo el “fallo histórico”:
“Durante las seis semanas largas que ha durado la crisis desencadenada por la medida inconsulta de la jerarquía militar que dispuso la interrupción del conteo de los votos en la madrugada del 17 de mayo, los miembros de la Junta Central Electoral han actuado bajo presiones que se podrían, en estricta justicia, tildarse de excesivas (….). Esa sentencia ha sido acerbamente criticada por nuestros juristas políticos, entre los cuales hay algunos que son profesores de esta clase de intríngulis, quienes han calificado esa decisión de la Junta Central Electoral como inconstitucional”.
Joaquín Balaguer
Visiblemente afectado por las expresiones de Balaguer, en el sentido de que entre los que rechazaban el fallo había “algunos que son profesores de esta clase de intríngulis”, además de golpistas, Rafael F. Bonnelly  reaccionó acusando al mandatario de colocarse en la ilegalidad, lo que hizo en carta publicada por El Nacional el sábado 15 de Julio, bajo el titulo “¿Hemos sido usted y yo alguna vez golpistas?”
Don Fello Bonnelly procedió a detallar cronológicamente algunas de las coyunturas políticas en que juntos participaron en más de una ocasión, entre ellas la intervención en el golpe de Estado de 1930 contra el general Horacio Vásquez:
“En la finca del Lic. Estrella Ureña, ubicada en Hoyo de Lima, aledaña a la ciudad de Santiago, se comenzaron a esbozar y formular los planes de la conjura. Allí nos reunimos, a la luz de una mañana del mes de enero de 1930, Estrella Ureña, Jafet Hernández, Gustavo Estrella Ureña, Juan Bautista Perozo, Alexis Liz, Pablo M. Paulino, usted y quien esto escribe. En aquel apartado y silencioso sitio se redactó la proclama que debía firmar, y posteriormente firmó, Estrella Ureña, como jefe de dicho movimiento. Su pluma, siempre sabia y profunda, Señor Presidente, redactó ese impresionante documento, cifrando en su estilo el pensamiento de sus compañeros y el suyo propio. (…). Como usted puede recordar, pues, dada su siempre viva memoria, ambos fuimos golpistas el 23 de febrero de 1930”.
Relativo al golpe de Estado que puso fin a la presencia en el país de la familia Trujillo,  en noviembre de 1961, Bonnelly recordó un portaviones norteamericano que evitó el éxito de lo planificado por los Trujillo:  esto “movió al General Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría a iniciar un movimiento militar encaminado a desterrar a los Trujillo del país. (…). Es de público conocimiento que participé, en unión del Doctor Ramón Tapia Espinal en aquel que insisto en calificar de contragolpe”, para afianzar el gobierno de Balaguer.
El 16 de enero de 1962, dijo el abogado, “se recurrió a la creación de un Consejo de Estado, que patrociné yo, y que usted aceptó sin reservas. (…). Infortunadamente este nuevo gobierno colegiado duró breves días en sus funciones: un golpe de Estado lo derrocó”, y fue “usted el principal, el corifeo del golpe. En esa circunstancia quien se distinguió como golpista fue usted, Doctor Balaguer”.
El jurista de Santiago de los Caballeros recordó el incidente del parque Independencia, cuando por orden de Balaguer las Fuerzas Armadas envió a esa plaza nueve tanques de guerra para acallar las consignas que desde el local de la Unión Cívica Nacional se lanzaban contra el gobierno, “la primera vez en la historia del mundo que un Jefe de Estado se da un golpe de Estado a sí mismo y que luego, con el mayor desenfado, juramenta a su sucesor”.
También Bonnelly tocó la revuelta cívico-militar contra Juan Bosch en 1963, en la que según él no “tomó parte en esa desatinada aventura”, ni redactó el manifiesto del levantamiento, aclarando que era de “común conocimiento que fue escrito por la sabia pluma de Max Henríquez Ureña y de otros intelectuales que lo acompañaron en ese trabajo”.
Rafael F. Bonnelly
La respuesta del presidente Balaguer a las imputaciones de Rafael Bonnelly no se hizo esperar. El periódico El Nacional del 17 de julio trajo una larga carta en la que, de entrada, el presidente se burlaba  del condiscípulo, señalándolo como un intelectual al servicio de Trujillo. En largos párrafos cargados de ironía, el político de Navarrete mostró sorpresa “ante los progreso que ha hecho usted como escritor. Contrasta visiblemente la literatura de los discursos que pronunció como orador favorito de Trujillo”; insinuando que sus escritos eran de la pluma del padre Oscar Robles Toledano: “Desgraciadamente, para los buenos catadores literarios, el estilo denuncia siempre al hombre. No se necesita ser demasiado sagaz para saber que usted pone en sus cartas y en sus documentos el odio y la pasión, y que otra pluma doctísima, muy admirada en todos nuestros ambientes culturales, pone todo lo demás”.
Como si quisiera alejarse de su pasado al lado del dictador, Balaguer trata de establecer una diferencia política con Bonnelly, planteando que este era trujillista mientras que él siempre se mantuvo fiel a Rafael Estrella Ureña, “el más grande de los oradores dominicanos de todas las épocas. (…). Ninguno tuvo, a mi juicio, la emotividad arrebatadora ni el verbo encendido de Rafael Estrella Ureña, cuya figura creció hasta alcanzar la estatura de un Mirabeau, en los tiempos de la ocupación de nuestro territorio por la Infantería de Marina norteamericana (…); el más grande y el más vibrante de los dominicanos a quienes Dios ha concedido el don de la palabra alada”.
Refiriéndose a los hijos y hermanos de Trujillo, Balaguer negó las intenciones golpistas de aquellos, debido a que “vivían aterrorizados”; señalando que el portaviones a que hizo referencia su detractor, estaba allí para respaldar su gestión y “convencer a los Trujillo de que abandonaran el territorio dominicano”. En cuanto a los sucesos en que participó el general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, observó que la acción del general no contó “en ningún momento con mi aprobación” y que fue Bonnelly uno de los responsables de “ese contragolpe”.
Por otro lado, el mandatario asumió la responsabilidad de los hechos del 16 de enero de 1962, tratando de justificar la sangrienta represión de que fueron víctimas los manifestantes. Es aquí su versión: unas “poderosa bocina cuyas transmisiones invadían el Palacio Nacional con insultos y denuestos contra el que era hasta ese momento titular legítimo de la Presidencia de la República. Miembros de la Policía Nacional, bajo la dirección del Coronel Luis Arzeno Colón, trataron en vano durante toda la mañana de ese día, de hacer que se bajara la bocina del sitio en que había sido instalada. (…). En vista de que esos esfuerzos no tuvieron éxito, llamé personalmente al General Rodríguez Echavarría, quien se hallaba en la Base Aérea de San Isidro, y le recomendé que enviara un grupo de militares adecuados para que se pusiera fin a esa situación enojosa. (…). Un grupo de esos manifestantes se trasladó a la humilde casa que ocupaba a la sazón una de mis hermanas en la calle Estrelleta y la roceó de gasolina para incendiarla. Fue preciso la intervención de miembros de mi Cuerpo de Ayudantes Militares para impedir que se consumara ese desafuero”. (…). La consecuencia de la explosión popular que siguió a ese hecho, sirvió de base al designio del General Rodríguez Echavarría de asumir personalmente el control del país, mediante una Junta Cívico Militar”.
Rafael F. Bonelly
Por último, Balaguer aprovechó la polémica  para enrostrar a Rafael F. Bonnelly haber sido la persona que más daño le había hecho en su vida, “la que me ha hecho las mayores ofensas, la que me ha atribuido actos más ruines, y la que con mayor saña se ha referido siempre a mi labor como gobernante y como hombre público”.
Como en el debate surgió el nombre Pedro Ramón Rodríguez Echavarría y se tocaron detalles de su participación en la transición posterior a la muerte de Trujillo, este general escribió el 20 de julio en el periódico citado, solidarizándose con  el doctor Rafael F. Bonnelly, precisando que las iniciativas de los Trujillo estaban combinadas con oficiales de la Base Aérea de San Isidro, con “el lúgubre designio de desencadenar una represión sangrienta contra toda la oposición”.
Como se puede leer en los textos que circularon de aquella interesante polémica de 1978, preludio del final de los doce años, la voluntad popular fue irrespetada por el mandatario y el PRD perjudicado por la manipulación y control de la Junta Central Electoral que legalizó el despojo de sus senadores; pero la historia, siempre ávida de la verdad, se nutrió del desbordamiento de las pasiones y los rencores reprimidos en el alma de quienes habían sido amigos en tiempos juveniles, para que los dominicanos conociéramos de sus propias plumas, las responsabilidades tenidas en aquellos acontecimientos.
(Para este artículo, parte de la serie “Crónicas de los doce años”, se utilizaron los siguientes textos: “Bonnelly acusa Balaguer colocarse en ilegalidad”, El Nacional, 15 de julio 1978; “JB acusa Bonnelly “impregnar” cartas con “odio y pasión”, El Nacional, 17 de julio 1978; “Bonnelly contesta a Balaguer”, El Nacional, 18 de julio 1978, y “Echavarría refuta conceptos Balaguer”, El Nacional, 20 de julio 1978).

Macri pondrá su fortuna en un fideicomiso luego de la jura



Medidas de transparencia.Lo reveló anoche por TV. Es para evitar sospechas. Dijo que si un funcionario es acusado, lo investigará.
“Estoy buscando un instrumento que le de mayor transprencia a mi situación patrimonial mientras dure la Presidencia”, le confesó anoche Mauricio Macri al periodista Luis Majul, en la entrevista que transmitió anoche en su programa La Cornisa, por América TV. A renglón seguida reveló la novedosa medida que tiene en carpeta: “Voy a intentar generar un instrumento, un fideicomiso para que yo pueda alejarme de toda esa situación”.
Según admitió el Presidente electo, el esquema serán similar al que utilizan los presidentes estadounidenses cuando asumen, para evitar sospechas de enriquecimiento durante el ejercicio del mandato. En su última declaración jurada, presentada fuera de plazo en la Oficina Anticorrupción antes de la primera vuelta, Macri aseguró tener bienes por un monto equivalente a 52 millones de pesos.
Con el foco en el tema de la transparencia de su gestión, el líder de Cambiemos también prometió ser estricto con sus funcionarios. Así describió la actitud que adoptaría en caso de que alguno reciba una acusación por hechos de corrupción. “Lo primero que voy a hacer es estudiar la denuncia. Si la denuncia está bien hecha, con mucho rigor en la inestigación, la relación que va a cambiar es la mía con el funcionario. Yo lo voy a poner a disposición de la Justicia”, sostuvo, al aclarar que no va a enojarse con el denunciante, sobre todo si es un periodista.
“Cualquiera que toque un peso que no le pertenece, el primer problema lo va a tener conmigo. Así que este es un tema que no es negociable”, agregó Macri. Luego, ante una pregunta de Majul, aceptó que se ocupa de conocer el estado patrimonial de sus futuros funcionarios. “Yo tengo que saber cuál es su nivel de vida para también poder comparar”, contó. Y comentó que “yo tengo muchos colaboradores que no están salvados, que viven de su sueldo como corresponde. Por ejemplo, el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Busco saber cuál es su situación económica para entender cuál es su nivel de vida, porque si no después surge esta cosa de ‘no, heredé’. Hay que entender cual es la situación”.
Sobre el papel de Nicolás Caputo, su íntimo amigo y poderoso empresario de la construcción, sostuvo que “va a ser un empresario más que va a participar con reglas de juego claras como todos los demás”. Aclaró que “ustedes van a poder controlar que no va a haber ventajas”. También se atajó de las comparaciones con Lázaro Báez, acusado por la llamada ruta del dinero K. “No es lo mismo que un empresario que no existió, que se inventa de un gobierno abusando de sus relaciones, que de golpe consigue todos los contratos del Estado en una sola provincia, o sea que no es comparable y no va a ser comparable”.
Al mismo tiempo, buscó tomar distancias del resto de los sectores poderosos de la economía local e internacional. “Yo no voy a dudar, no voy a dudar. No le tengo miedo a los poderosos ni a las corporaciones, ni a los intereses del mundo.  Tengo claro, los conozco, los entiendo, los veo venir. Y voy a defender bien los derechos de los argentinos”, aseguró.
Macri insistió en la idea de desprenderse de Alejandro Vanoli, Martín Sabbatella y Alejandra Gils Carbó, entre otros funcionarios K con mandato (ver pág. 4). Y de Cristina sostuvo que “queda claro que ella abona a un liderazgo mesiánico, único, personalista”.
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“La corrupción, que tanto denunciamos los periodistas, está también en gran medida incrustada en el oficio”

Entrevista a Rafael Molina Morillo


NOTICIAS
| 29 NOV 2015, 12:00 AM

Rafael Molina Morillo
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El 5 de octubre de 1965, en horas de la madrugada, el local y los talleres de la revista ¡Ahora! volaron en pedazos. Una potente carga de dinamita se encargó de que así fuera. Dos meses más tarde, todavía resonando el estruendo en los oídos del país, la publicación volvió a circular. Estaba hecha de un material indestructible. Estaba hecha de periodismo insumiso.
«Solo aspiramos a dar a conocer en las páginas de ¡Ahora! el pensamiento y los perfiles de hombres honrados. Solo deseamos ansiosamente desenmascarar a los enmascarados: aquellos que son un peligro nacional, aquellos que han venido destruyendo el sentimiento y los derechos humanos de nuestro pueblo, aquellos revestidos de un falso apostolado, aquellos falsos héroes, aquellos militares que deshonran su uniforme, aquellos que anteponen sus propios intereses a los de la Patria”, decía la Carta del Director.
Cincuenta años después, Rafael Molina Morillo, autor de esas líneas, sigue dando la batalla como si el tiempo no hubiera transcurrido. Ya no es el hombre brioso que apenas sobrepasaba la treintena cuando las escribió. Le escasea el pelo aunque el bigote continúa bien provisto, enmarcando una sonrisa que enternece. Su andar es lento, como el movimiento de sus manos. Habla también despacio y, a veces, su voz es inaudible. Pero sus ojos, esos sí, no parecen cansados de pasearse por el mundo y la vida. Tienen la misma mirada inquisitiva, penetrante, de la época en que, aun más joven que cuando la bomba, se embarcó junto al poeta y periodista Freddy Gatón Arce en la aventura de formar periodistas académicos en una Universidad Autónoma de Santo Domingo agitada por el huracán postrujillista.
Humano, Rafael Molina Morillo ha tenido altibajos que ha sabido sortear dignamente. Ni aún en sus peores circunstancias le ha faltado la coherencia, ese bien escaso. Para comprobarlo basta con comparar lo que dice en su Carta del Director con lo que, sereno y visionario, afirma en esta entrevista a la que accede en su despacho del periódico El Día.
“La corrupción, que tanto denunciamos los periodistas, está también en gran medida incrustada en el oficio”
Hace unos años, en un artículo sobre ética y periodismo, usted se preguntaba para qué sirve un periodista. Hagamos nuevamente la pregunta: ¿para qué sirve?
¿Para qué sirve un periodista? Eso equivale a preguntarse para qué sirve uno mismo. En realidad pienso que el periodista sirve para canalizar información, ideas, hacer sugerencias a la sociedad. Vigilar que las cosas públicas se hagan bien y que las privadas tengan un componente de moralidad y respeto. Para desenmascarar a los que indignan a la sociedad. Pero no sirve para imponer castigos ni solucionar problemas. Cuando se presentan situaciones difíciles, mucha gente dice: “la prensa no dice nada”, “la prensa no resuelve eso”, la prensa, la prensa... Pero la prensa no es la Policía ni los periodistas sus agentes.
Ese periodista al que se refiere parece no existir.
Hay muchas cosas que no existen y sin embargo son útiles porque son una meta a alcanzar, un lugar adonde quisiéramos llegar.
Usted posee parte de la memoria histórica del periodismo dominicano. A partir de 1961, ¿qué ha cambiado?
Quizá no ha habido tantos cambios, sino más bien una ausencia parcial de ese periodismo cercano a lo ideal. Pero no creo que ha desaparecido, ni vaya a desaparecer, el periodismo que todos queremos y que la sociedad necesita. Quizá sea cada vez más difícil, pero aparecerán siempre soldados de esa tropa.
Usted ha hablado de rebelarse contra lo mediocre, lo rutinario y lo indigno como un deber del periodista. ¿Prevalece esta rebeldía en el periodismo de hoy?
Lamentablemente no. Vemos cómo la corrupción, que es un mal que tanto denunciamos los periodistas y los órganos de prensa cuando ocurre y se manifiesta en las instituciones y en la sociedad en general, está también en gran medida incrustada en el oficio periodístico. Hay corrupción en los periodistas, en los ejecutivos, en los administradores. Está infiltrada en todas partes y hay que luchar contra eso.
¿Cómo salir a camino si, como usted viene de decir, en el negocio confluyen tantos sectores?
Quienes propugnan un periodismo ético deben constituirse en ejemplo para que quienes vienen surgiendo de las universidades, o de la misma práctica, sepan y vean lo importante que es ser honesto en el ejercicio profesional. Pero creo que, con el tiempo, serán cada vez los segmentos de la sociedad que se darán cuenta de cuál periodista es honesto, cuál le dice su verdad.
La cuestión se sitúa más allá del plano estrictamente moral. Hay una práctica concreta que es la de ejercer el periodismo no por vocación, sino como negocio.
Sí, es cierto. ¿Cómo se combate eso?...
Si es que hay forma de combatirlo.
...Con la conducta de cada uno. Es una lucha que no sé si tendrá un fin pero, si lo tiene, cualquiera de los bandos, vamos a decirlo así, puede salir ganancioso. ¿Qué quiere eso decir? Que tal vez llegue un momento de descalabro total. No es mi opinión que va a ocurrir, ni es mi deseo, pero lo veo como una posibilidad. 
¿El descalabro?
Si, el descalabro. Y ahora mismo estamos más hacia el lado del descalabro que del lado del éxito de la ética y de la moral.
¿Qué factores confluyen para que el descalabro sea pronosticable?
Me voy a referir a un detalle que se aparta un poco del tema. Veo en la educación pública, no conozco tanto la privada, que de las asignaturas se han ido eliminando algunas que son conceptuales, como la educación doméstica y la educación cívica. En los diferentes grados de la escuela se van fijando en la mente del individuo conceptos que duran para toda la vida. Creo que la raíz de todo está en la educación y sobre todo en las cosas que se enseñan. Hay una degradación, se está retrocediendo.
¿Esas ausencias son extrapolables a las escuelas de Periodismo?
Te confieso que sé poco de las escuelas de Periodismo de ahora. Lo que conozco lo sé porque en alguna ocasión participé en el cuerpo de profesores de la Universidad Católica de Santo Domingo, pero por poco tiempo. Se daba el caso de que los alumnos no acudían y muchos profesores no acudían tampoco. Así que me desencanté y me separé de esa actividad.
Esa situación parece conducir a muchas derivas.
Las escuelas de Comunicación, que es como ahora se las llama, tienen una matrícula de estudiantes más interesados en la ramificación de la enseñanza, como presentación de televisión... muchas otras cosas que no se tratan del periodismo como uno lo concibe: como una profesión con una responsabilidad social y que no será solo un medio de subsistencia.
“La corrupción, que tanto denunciamos los periodistas, está también en gran medida incrustada en el oficio”
¿Cómo influyen estos déficits formativos en el ejercicio de la profesión?
Hay situaciones muy difíciles de entender. Por ejemplo, en nuestros días, con los avances tecnológicos que, sin duda alguna, son maravillosos, extraordinarios, útiles, hay que admitir al mismo tiempo que contribuyen a esa degradación, a la falta de cultura general de toda la sociedad, pero sobre todo de los estudiantes. Con las facilidades que brindan el internet y todos sus derivados, el copy-paste, el resolverlo todo con la ayuda del señor Google y todos esos instrumentos, se lee menos. ¿Para qué leer un libro si hay disponible un resumen que está a un teclado de distancia? ¿Si se puede resolver cualquier problema porque están todas las respuestas? Dicen que cualquier niño de siete u ocho años tiene acceso a miles de veces más conocimiento que el que tuvo Aristóteles. Y debe ser verdad, porque todo está ahí. Todo esto da lugar a vacíos en el conocimiento, en la ilustración; y en este paquete va incluido el aspecto ético, moral, en el que insisto tanto, porque este retroceso que observamos en el ejercicio periodístico tiene que ver con todos estos adelantos.
Debería ser lo contrario.
Es que las normas morales no se pueden transmitir como conocimiento, sino como vivencia. No me atrevo a proponer ningún tipo de solución porque no sé, no es mi especialidad, no sé cómo rescatar a la sociedad de este derrumbe. No solamente se cometen faltas, sino que se hace de manera desvergonzada, sin rubor ninguno.
Se dice que el chantaje de periodistas a diversos sectores es moneda corriente.
La única meta es ganar dinero. No, ganarlo no, obtener dinero. Porque ganarlo es cuando usted hace un esfuerzo lícito. No estoy opuesto a la riqueza, ojalá todos podamos ser cada vez más ricos, tener más comodidades y acceso a las cosas que nos agraden. Pero el asunto es que debemos hacerlo por medios honestos.
Cuando los periodistas se enfrentan a críticas similares argumentan que los medios no pagan lo suficiente para tener una vida digna. De ahí que “buscársela” se haya legitimado como estrategia.
Ese argumento desarma a cualquiera, porque es la verdad. La profesión periodística está muy mal pagada en el país. Si comparas lo que gana lícitamente un periodista en un medio de comunicación con lo que pagan otras actividades que no requieren ni remotamente la capacidad y la disposición del periodismo, hay que concluir que el periodista lo sigue siendo o porque le gusta mucho o porque pretende utilizar los medios que le da el ejercicio periodístico para sacar ventaja personal sin límite. Hay que tener mucha fortaleza ética para resistir las tentaciones. Pero lo cierto es que los salarios que pagan los medios a los periodistas no permiten vivir como Dios manda.
Entonces estamos frente a un círculo vicioso.
Es un círculo vicioso. Para mí es muy difícil de entender cómo con estos salarios pueden los periodistas seguir trabajando, a menos que no sea recurriendo a otros trabajos o a prácticas dolosas. No puedo juzgar a nadie por las cosas que tiene, pero hay algunos casos de periodistas que son realmente escandalosos, y que sin embargo estos siguen siendo atendidos, leídos y escuchados por la sociedad como si se tratara de fuentes dignas de crédito. 
¿Cuáles son los daños más notorios que este periodismo hace a la sociedad dominicana?
En primer lugar, la costumbre hace hábito, y de tanto ver, escuchar y leer informaciones o situaciones inmorales, o mentirosas o falsas, termina la sociedad acomodándose. Y hasta aceptándolo y creyéndolo cuando es obvio que tiene que haber algo o mucho incorrecto en lo que se dice. La sociedad se acostumbra, se adormece o anestesia, y termina aceptando cualquier cosa que se invente, que se diga, que se tergiverse. Este es el principal daño que veo, porque todos nos vamos contagiando como si fuere una epidemia.
¿Cómo pueden las nuevas tecnologías ayudar a contrarrestar los efectos de este tipo de periodismo?
Hay avances y hay retrocesos. Es una batalla, una lucha sorda la que se libra en ese sentido. Pero creo que, sumando y restando, estamos perdiendo la batalla, tengo que admitirlo. Pienso más que nada en el medio en que me desenvuelvo, que es la prensa escrita. Estoy convencido de que cada vez tenemos menos crédito, quizá más desarrollo tecnológico pero menos contenido respetable y útil para contribuir a una sociedad más sana, a una sociedad más responsable.
¿Pierde la democracia?
La democracia se va convirtiendo en otra cosa. Sigue con el nombre de democracia sin serlo.
Cuando se leen, escuchan o visionan los medios parece haber un solo discurso.
Estamos mejor informados, tenemos acceso a más información, más variada, más confrontada. Tenemos más elementos para sacar nuestras propias conclusiones, pero pasa que todo ese flujo, ese torrente de información a nuestra disposición, a la hora de ponerse en práctica, nos encontramos con que los actores, los personajes, tienen un vacío. Es como si tuviéramos dentro un compartimento donde se alojan lo moral y lo ético, y este estuviera vacío en la mayoría de las personas. Y contra eso... no sé cuál es la fórmula, la solución. Por eso lo veo casi como un espectador del descalabro.
Es una visión pesimista.
No, no soy pesimista, siempre creo que hay una posibilidad. Por eso no me he ocupado de cambiar de actividad ni de oficio principal. Una vez lo intenté porque pensaba que ya había terminado, pero volví a caer, no en la trampa, sino en esta actividad en la que creo que todavía se puede hacer algo. Es una situación de desilusión, de desencanto, de temor, pero no de pesimismo.
¿Siente nostalgia del periodismo que ejerció en otra época?
No es esa mi situación. Tengo muchos años de ejercicio y una parte de ellos corresponden a la dictadura de Trujillo. No puedo tener remembranzas de esa época. Pero haber trabajado ese periodismo me pone en la condición de apreciar la falta de libertad, la falta de iniciativa para hacer cosas, o de denunciar cosas o aplaudir cosas. Posteriormente he vivido en tiempos de libertad, en tiempos de conveniencias... en fin. El periodismo en la República Dominicana ha tenido muchos vaivenes, la mayoría desfavorables, sea porque ha tenido limitaciones que vienen de lo externo o limitaciones internas. O limitaciones individuales.
Profesor, ¿cuál es entonces el balance?
Lo pensaba antes de que lo preguntaras. El balance es una mezcla, pero con más de negativo. No cabe duda de que el periodismo contribuyó mucho a algunas conquistas en la República Dominicana y que su papel debe serle reconocido. Esa corrupción de la que hablamos es ostensible, y clara y diáfana en algunos casos especiales, pero calladamente y en menor medida, también subyace a las cosas cotidianas. No nos damos cuenta, pero con frecuencia hay un interés oculto, particular, que no es lo que se le está diciendo al lector, o al televidente o al radioyente. Hay algo debajo, hay algo que está movido por el interés de alguien, que casi siempre se resuelve con dinero o con situaciones que producen dinero.
De todos modos, la conducta de los periodistas se da en un contexto donde hay alguien que paga.
Es así. A mí me molesta mucho, por ejemplo, que cuando se discute un proyecto entre varios socios y se están repartiendo responsabilidades, uno de ellos dice: “A los periodistas déjenmelos a mí, que eso yo sé cómo lo manejo”, dando a entender, naturalmente, que conoce el precio de cada uno. Hay que insistir en que no hablamos de que todos los periodistas padezcan del mismo defecto, sino de que al parecer está sabido de antemano que eso se resuelve siempre.
Pese a todo, ¿usted volvería a ser periodista?
Cuando tenía seis o siete años, como todos los niños yo quería ser Superman o Batman, o cualquiera de esos superhéroes, que ya ni eso aparece en los periódicos. Después quise ser abogado. Estudié Derecho pero nunca ejercí la profesión como tal. Por una circunstancia muy singular, alguien me “descubrió”, como se “descubren” los artistas de hoy, y me puso a trabajar en un periódico. Me gustó y ahí me he quedado. Pero si tuviera ahora que volver a pensarlo, estoy seguro de que no elegiría ser ninguno de esos superhéroes, sino que desde el principio diría que quiero ser periodista.

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